Quizás algunos no lo sepan pero Thomas Olde Heuvelt -probablemente buscando mayor audiencia o la fama rápida que tanto anhelan los jóvenes- reescribió HEX después de publicarla en 2013 y la pasó del neerlandés al inglés, cambiando escenario y desenlace. Lo curioso es que con ello consiguió un éxito mundial con una novela de Terror. Por que HEX es una de las historias de Terror más sorprendentes de los últimos diez años. Y si no que se lo digan a Nocturna Ediciones, que incluso en nuestro país (un país donde se lee poquísimo Terror), ya va por su tercera edición. Y lo dice la editorial en la sinopsis: «Además de convertirse en un súper ventas tanto en Europa como en Estados Unidos, la novela se ha publicado en más de una quincena de idiomas y Warner Bros. ha comprado sus derechos cinematográficos». Esperemos que se convierta en film o serie porque la historia lo merece.
Y en vez de Beek, la gente aquí vive en Black Spring, una tranquila población estadounidense que en apariencia lleva una vida normal. Trabajan, van a la escuela y vuelven a casa a cenar con sus familias después de un duro día de trabajo. Solo hay un problema. La gente de Black Spring está maldita o maldecida por un ente a través del tiempo. ¿Cómo? Veréis: en el siglo XVII, una ciudadana llamada Katherine Van Wyler fue acusada de brujería. Se creyó que había resucitado a su pequeño hijo de entre los muertos y de manera “clásica y puritana”, fue enviada al infierno. Excepto que nunca llegó a ese horrendo lugar. En vez de eso, Katherine se levantó y continuó vagando por el pueblo murmurando maldiciones a todo aquel que pudiera oírla. Así que le gente del pueblo la atrapó, le cosieron los ojos y la boca y aún a día de hoy, deambula por la ciudad, susurrando muerte por esas rendijas de carne que son las comisuras de sus labios.
Los habitantes de Black Spring se han acostumbrado a su presencia. Es una más en una zona cuyos fundadores impusieron una especie de cuarentena silenciosa para que tal historia no se conozca más allá de sus fronteras. Pero ahora, cuatro siglos después, con un mundo muy cambiado desde que Katherine comenzara su caminata espectral, la gente ya no cree en lo sobrenatural. O los jóvenes, mejor dicho. Pues los habitantes más veteranos de la ciudad están comprometidos a mantener en secreto el tema de la bruja. Si el mundo entero se enteráse de que lo existe allí…, de seguro vendrá algún estudioso gafapasta de los temas paranormales o algún científico con la idea de intentar abrir esos ojos y esa boca cosidas… Y entonces se desatará el infierno. O eso creen. Pues cuenta la leyenda que si se llega a efectuar el Mal de Ojo de Katherine, traerá la muerte a todos. Pero hay más. Los pueblerinos siguen las actividad de Katherine con un sistema de vigilancia de alta tecnología y todo un equipo dedicado a borrar pruebas para miradas indiscretas. Se construyen estructuras para esconderla cuando se queda durante horas en medio de la carretera, y cuando alguna familia espera visita de familiares de otras poblaciones, hacen lo propio. Pero es que resulta que el maleficio de Katherine se extiende hasta…
Y no diré más.
En ocasiones, las brujas, los fantasmas y los monstruos son divertidos. Pero si se consigue que asusten, esto da para más de una noche de insomnio. Ya sabéis, todo dependiendo mucho de dónde te encuentres cuando lees, el momento, la hora, la soledad del lugar… Y Heuvelt combina lo sobrenatural y lo natural de una manera tan real que “llega”. Curiosamente, a menudo recordaba la reciente novela leída y reseñada La Cabaña del Fin del Mundo (https://www.cronicasliterarias.es/?p=6424). Aunque las dos historias son distintas, ambas envuelven la resolución realista de problemas en una trama que de otro modo sería sobrenatural. Este compromiso con la realidad que tambalea tu estabilidad y tu seguridad de que nada te asustará a menos que te sorprendan con un argumento diferente que no esperas. Por eso, la decisión de la ciudad de dedicar un equipo de seguridad a monitorear las actividades de Katherine a través de cámaras fue lo que rayó mi estabilidad. De hecho, en ocasiones, hago turnos de trabajo en el CCTV de un mortuorio así que…
Por otro lado, esta la yuxtaposición de una criatura antigua y malvada contra la tecnología moderna. Hacer que esto funcione bien. Creo que ahí reside la fuerza de una novela como HEX. Un sentimiento de pavor se filtra en ti con cada página. Y, por supuesto, las descripciones de Katherine.
Creo que Thomas Olde Heuvelt ha sido uno de los invitados este año al Festival Celsius 232. Un festival de literatura fantástica que se celebra en Avilés y que cada vez tiene más carácter internacional desde que se empezara en 2011. Un festival al que espero que me inviten algún día como autor. Quizás cuando consiga escribir una espeluznante historia como HEX.