Espíritus de la Tierra es una novela gráfica escrita e ilustrada por el gran Charles Vess. Uno de los mejores artistas del fantástico del siglo pasado. Vess es un gran artista y aquí volvió a demostrar que también podía ser muy buen escritor (ver sus sagas Balads). Pero en el caso de esta aventura del trepamuros enseña lo asombroso que podían ser sus dibujos cuando quería. ¿Qué pasa? Que en su día muchos se quejaron de que esta historia se quedaba corta. Los fans de siempre estamos acostumbrados a seriales largos con arcos argumentales que se extienden algunos hasta la saciedad. Sobre todo, dentro de la cabecera de un mismo personaje. Pero después, estas historias quedaban muchas en nada, se apagaban al poco en la memoria, y rara es la que se recuerda hasta que no llegaba una nueva edición. Espíritus de la Tierra lo que demuestra es que, si lo breve es bueno, dos veces bueno.
Peter y Mary Jane, felizmente casados -como Dios y Stan Lee siempre desearon-, viajan a Escocia, donde encuentran un entorno mágico pero lleno de caos. Cruzar los páramos con telarañas no es lo mismo que balancearse por Manhattan. Por eso cuando aparece el Club del Fuego Infernal, nadie lo espera. Dos tortolitos enamorados que buscan un viaje de información familiar y descanso en el hogar de sus ancestros, no encuentra otra cosa que fantasmas en el pasado MJ aflorando en tierras escocesas.
Este titulo, como otros de la colección de novelas gráficas protagonizadas por Spiderman, describe perfectamente por qué Marvel nunca «lo entendió» en los años 90. Simplemente, las tramas no podían crecer más allá de los dibujazos enredados de telarañas que Todd McFarlane aportó al mundo. Por encima de muchas de las tramas creadas para la cabecera de entonces, quedaron cuatro tramas que lo encumbraron en mi opinión: Hooky, Parallel Lives, Fear Itself y este Spirits of the Earth. Todas, básicamente versiones más concentradas de las típicas historias de Spidey, aunque con mejores dibujos en un par de casos. Así que lo que decía. Lo breve si bueno, dos bueno. Eso encaja aquí a la perfección. Quitando que el editor Jim Salicrup debería haberse abstenido de sus molestas notas a pie de página que traducen el escocés al inglés y por tanto al español… Tenemos una buena historia y un buen cómic que es encantador de hojear, y en ocasiones, sin necesidad de leerlo.
Y es que me gustan este tipo de historias únicas donde tienes a un superhéroe, su trama, principio y final del cuento; una trama que devoras, un bocadillo que te comes junto a tu bebida, quedas satisfecho, y a otra cosa mariposa. Como poco, recomendable.