En el maravilloso y siempre alucinante mundo del género de Terror, la máxima: Lo breve si es bueno, dos veces bueno…, alcanza su máximo esplendor en cotas inimaginables. Un género donde a poco que ahondéis en las fuentes, en sus autores más clásicos (en especial, siglo XIX, principios del XX) vais a encontrar auténticas maravillas escritas. Originalidad en muchos de los relatos que hoy en día hemos visto convertidos en films, cortos, o historias clásicas de las que se han tomado una “fuerte inspiración”. Y es que cuando llevas años y años leyendo sin parar, y puedes profundizar cada vez más en el género que te gusta, llegas hasta sus cimientos y te maravillas. Entre esas raíces quebradas de libros de segunda mano, legajos polvorientos y tomos olvidados con primeras páginas contenedoras de dedicatorias a bolígrafo; paleontólogos que somos ya algunos, sabemos que existen autores-reliquia como Margaret Oliphant (1828-1897), cuyos escritos nunca dejaron indiferente al buen amante del Terror. Pues, se hace difícil no comenzar una reseña sobre una obra de la señora Oliphant sin referirse a su famosa prolificidad, ya que produjo más de ciento veinte obras ficción y no ficción en vida. Oliphant fue una de esas primeras escritoras británicas que lograron ganarse la vida con sus escritos, aunque en su caso, después de la muerte de su esposo en 1859, fue más una cuestión de supervivencia para ella y sus hijos…
En su haber existe el relato largo La Ventana de la Biblioteca (The Library Window), una de sus últimas obras publicadas. Apareció en la Blackwood’s Edinburgh Magazine de enero de 1896, y fue una de las historias más populares y frecuentemente reimpresas. La narradora es una mujer joven: su edad nunca se menciona, pero el contraste entre ella y las personas mayoras se observa con frecuencia en el texto. Pero no es tan joven, es lo suficientemente mayor como para mostrar cierto interés en los hombres o, al menos, eso da a entender. Esta chica -quien vive con su tía mayor en la ciudad escocesa (ficticia) de St. Rules-, pasa la mayor parte de su tiempo aislada en un salón con vistas a la calle principal. Entre libros y canasta de trabajo… Un día repara en que, al otro lado de la calle, casi enfrente, hay una ventana conectada a la antigua biblioteca de la universidad. Las amigas de su tía y ésta, toman el té y comienzan a discutir si la ventana de enfrente es real o simplemente fue pintada (quizás sólo haya sido tapiada para evitar el impuesto de Pitt…); este hecho extraño captura la imaginación de Missy (la protagonista) que comienza a pasar cada vez más tiempo mirando esa ventana, en la que gradualmente observa todo tipo de escenas que parecen traídas de otro mundo.
Descubrí hace no mucho una editorial que me llamó la atención. Se lo estaban montando muy bien. Pulpture Ediciones es una pequeña editorial independiente dedicada a la literatura de ficción establecida en Madrid, que publica autores contemporáneos, pero también traducciones de clásicos, de esos que siempre digo que deben estar disponibles en cualquier librería que se precie. Los que llamo con frecuencia Las Fuentes. Con un cuidado diseño, y unos formatos muy ligeros pero de calidad, cuentan con títulos la mar de interesantes para devorar de una sentada. Basados sobre todo en la narrativa breve de la que alegan es su piedra angular, y ofreciendo precios asequibles en relación calidad/precio. Entre el catálogo de su colección Amaya andan joyitas como El Espectro del Abad (o la Tentación de Maurice Treherne), de la genial Louisa May Alcott; Carne para la Eternidad, dos relatos sobre momias, uno del genial Robert W. Chambers escritor del indispensable El Rey de Amarillo; y ahora esta chulada que os reseño hoy.
La Ventana de la Biblioteca no es solo una de las mejores historias sobrenaturales de Margaret Oliphant, es también una de las historias sobrenaturales más interesantes de ese período de la literatura victoriana donde se pueden encontrar grandes obras que nunca se olvidan. Esta nueva edición es ligera pero proporciona un contexto interesante para ayudarnos a tenerla a mano en una extensa biblioteca, como sé que muchos que habéis leido hasta aquí, ya tenéis.