Cuentan que nadie escapa de los sueños oscuros de Sandman, ni siquiera el propio Wesley Dodds. Y después de años de pruebas y experimentos, Wesley perfecciona su gas para dormir como el arma óptima para combatir el crimen sin causar daños indebidos. Pero cuando le roban su diario que detalla todas sus fórmulas fallidas y algunas letales…, a Sandman no le queda otra que cazar al ladrón y a las personas en las sombras que mueven los hilos antes de que se publique el contenido del diario.
Después de haber sido eliminado de la continuidad durante más de una década, Wesley Dodds nos trae de vuelta al Sandman de la Edad de Oro, comenzando en medio de una confrontación con un gánster de bajo nivel armado con una ametralladora Tommy. Eso ya mola. Y usando su característica pistola de gas, Sandman derriba al tirador, incluso convenciéndolo de ir a la policía y confesar el asesinato de un hombre inocente para apuntalar el control de la ciudad por parte de las pandillas. Aunque todavía han pasado unos tres años desde la formación de la Sociedad de la Justicia de América, The Sandman sueña con sus futuros colegas disfrazados, así como con sueños proféticos de crímenes por venir. Pero durante el día, Wesley Dodds trabaja en nuevos métodos de combate no letales basados en sus actividades extracurriculares, y es entonces cuando descubre que el Departamento de Guerra no está interesado. «Mutilar y matar es más sencillo», le dice un general de alto rango, «y más barato». Aun así, no hacen falta pesadillas proféticas para prever que los conflictos en Europa llegan a las costas de los Estados Unidos, y Wesley está lo suficientemente distraído con su doble vida como para sorprenderse al regresar de sus persecuciones nocturnas y encontrar su propia casa en llamas…
Pese a la época a la que nos traslada este cómic, siempre me ha parecido divertida la premisa de que Wesley Dodds. Un personaje que no es más que una extensión de Morfeo, pero problemática en la forma en que se desarrolló anteriormente en los cómics. Wesley Dodds: Sandman camina bien por la cuerda floja, manteniendo la parte de «exorcizar pesadillas» del Sandman moderno, pero convirtiéndolo una vez más en su propio héroe y una presencia única. Aparte de que la primera sorpresa ya, desde el primer número de seis que contiene este tomito que publica ECC Ediciones en nuestro país, es ver a Riley Rossmo trabajando en un estilo nuevo y menos abstracto, lo que nos da un Sandman que nos recuerda a los días de Vertigo y Sandman Mystery Theatre. Todo eso combinado con el coloreado verdaderamente inspirado de Ivan Plascencia, que da lugar a algunas páginas realmente atractivas. Varias de las páginas recuerdan al trabajo de Matt Wagner, y otras evocan las caricaturas del Superman de los hermanos Fleischer de los años 40.
También me moló mucho que como colofón tenemos un enfrentamiento culminante entre Wesley y Wheeler, dos personajes arraigados en ideologías opuestas. A medida que la narrativa se desarrolla a través de un enfoque dinámico impulsado por el diálogo, Venditti pone a prueba el pacifismo de Wesley, desafiándolo a enfrentar el dilema moral de usar sus peligrosas creaciones para el bien común. La tensión aumenta a medida que las experiencias de guerra de Wheeler y su punto de vista pragmático chocan con la postura de principios de Wesley… y llega el final.
Y te deja con ganas de más.