Reseña: Piel de Ciervo, de Robin McKinley

Piel de ciervo ha sido un pequeño shock para mí. Inspiró una respuesta profundamente emocional y lanzó a mi mente dos flechas directas como preguntas: ¿Esta novela me hizo reflexionar? ¿Qué me hizo sentir esta lectura? Las dos cosas en un libro de Fantasía, lo cual es algo poco normal. Puede parecer inapropiado adoptar un tono tan alegre con un libro tan serio, pero lo digo con absoluta honestidad. Me emocioné mucho leyendo este libro que para nada esperaba que me emocionara tanto. Tiene un mensaje importante la novela de Robert McKinley que recién publica Duermevela Ediciones en nuestro país. Puedes sobrevivir al abuso sexual, aunque te cambie irrevocablemente, es posible vivir a pesar de ello. Aunque obviamente esta trama está escrita de forma onírica, todo oculto bajo un fairytale o cuento de hadas. No fue mi caso pero seguramente lo que a muchos atrae de este libro es que la historia original esté basada en el cuento clásico Piel de asno, de Charles Perrault; un relato que pretendía dirigirse a niñas y mujeres atrapadas en relaciones sexualmente abusivas con hombres que tenían total poder sobre ellas, y le sacaban años a espuertas. Pero McKinley (afortunadamente) elige contar la versión más optimista de la historia. Algo más alegórico y fantástico. Evocador.

Piel de ciervo nos lleva a conocer a la princesa Lissla Lissar llegando a la edad adulta. Lo que deja claro a todo el reino que en su belleza está la imagen de su madre muerta, la reina. Pero este parecido la obliga a huir de la lujuria y la locura de su padre. Y en el dolor y el horror de esa huida olvida quién es y de qué huye. Olvida casi todo excepto el amor y la lealtad de su perro, Ceniza, que la acompaña. El destino en su huida la lleva a terminar trabajando en la perrera de otro rey, donde el príncipe se enamora de la nueva criada de la perrera… Ella.

Robin McKinley creó en Piel de ciervo la versión oscura del cuento clásico de Perrault. Versado muy libremente, fantasía para adultos. Tenemos temas candentes y totalmente desagradables como violación, incesto y abortos pero temas reales de la época medieval que no habían sido tratados de forma tan directa hasta ahora. O no se veían con los ojos críticos de los que gozamos hoy. Temas reales llevados a un cuento fantástico que se manejan con sensibilidad aunque no es una lectura ligera. Y con partes realmente conmovedoras. El tema de los cachorros pone el vello de punta.

Inquietante, dolorosa y desencadenante, no es una novela para todo el mundo. Pero una lectura resonante, poderosa y empoderadora para el que se atreva. Como decía Philip Pullman sobre los Cuentos de los hermanos Grimm: la magia de una fábula reside en su narración. Y Piel de ciervo sobresale en este sentido con sus exuberantes frases. Incluso cuando describe algo tan simple como limpiar una cabaña en pleno invierno, o las técnicas para alimentar a perritos enfermos. McKinley hace que la historia sea interesante. Y más allá el escenario, la narración y el mundo. Obvio que sea uno de los títulos más recomendados del autor.

Reseña: El Señor de la Noche, de Tanith Lee

Me pasó algo curioso con este libro. Cierto y verdad es que se ha publicado poco en nuestro país de la obra de Tanith Lee. Pero menos todavía son las novelas que he podido leer de la maestra inglesa del fantástico. Relatos, como amante de las antologías, bastantes. Eso sí me ha llegado y por eso, soy consciente de su talento. Pero lo curioso es, que escuché hablar de El Señor de la Noche en un podcast literario (uno que recomiendo mucho) como es Todo tranquilo en Dunwich; donde el amigo José Luis Forte y la autora Érica Couto (https://www.cronicasliterarias.es/?p=6309) dan lo mejor de sí comentado libros, muchos, clásicos de nuestro amado género de Terror. Bien. Pues uno de ellos hablaron de El Señor de la Noche y me encantó lo que contaron y decidí buscarlo en el mercado de segunda mano. No lo encontré en la edición que quería, o sí, pero a precios desorbitados, así que decidí pensarlo un tiempo. Cuando no hace mucho, leyendo entre tantas newsletter que me llegan, para mi alegría, veo que Duermevela Ediciones ha decidido traer esta obraza en una genial edición que además contiene ilustraciones de Sebastian Giacobino, un chico argentino que tiene el don de evocar la pintura del siglo XIX, así como los lienzos prerrafaelitas de manera maravillosa. No obstante, si os soy aún más sincero, también venía yo hace tiempo con ganas de leer El Señor de la Noche porque tras la lectura del juego de rol Exalted me di cuenta que una de las influencias para el autor había sido este libro de Tanith Lee. De hecho, hace acto de presencia también en dicho juego el príncipe demonio Azharn, el conocido en inglés como Night’s Master. Y dejadme deciros que me enamoré del personaje…

El Señor de la noche toma prestada algo de la ambientación de Las mil y una noches, pero agrega sus propios giros grotescos (o eso le parece a alguien que solo está familiarizado con el material de origen). La figura central, Azharn, es un príncipe del Inframundo, un ser inconstante y amoral que aparentemente no tiene restricciones ni leyes para su poder, excepto su propio ego. Se entromete en los asuntos de la humanidad con arrogancia casual, aunque el mayor daño a menudo parece provenir de los intentos de sus sirvientes por complacerlo. A su alrededor y sus travesuras gira un mundo de poetas virtuosos y señores de la guerra despiadados, jóvenes enamorados y demonios astutos, todos llenos de gloria y pasión.

El Señor de la Noche es un tipo de libro relativamente inusual para el estándar del género fantástico. Hoy en día sería fácil ubicarlo dentro de lo que se conoce como fantasía oscura. Pero estamos hablando de un libro que tiene mi edad. Se puede decir, y está considerado, como una colección de novelas cortas interrelacionadas en un sola historia (una hechicera en busca de venganza, un poeta ciego enamorado de una flor, un aprendiz de mago codicioso, un demonio ladrón…); un modo de narrar que me encanta y que miles de autores en el mundo han copiado alguna vez. Ramas independientes de un árbol que van al mismo tronco. Un árbol frondoso en continente y contenido, con narración y estilo de las viejas leyendas medievales europeas en lugar de narrativas que suenan a inventado.

Las historias están llenas de magia, pero hay poca explicación aparte de que las personas con pasiones extraordinarias pueden manejar cosas sobrenaturalmente poderosas. También me encantó el estilo en que se cuenta esto. Hace que la historia base central se sienta como un mito redescubierto, lleno de personajes más grandes que la vida misma de cualquier humano. También me recordó a The Unspoken Name de A.K. Larkwood, y aunque a cualquiera que no haya leído mucha Fantasy le puede oler a la obra de Tracy Hickman y Margaret Weis en Dragonlance, a los más instruidos decirle que tiene más ese toque a Lord Dunsany y su Dioses de Pegana. ¿Una mezcla desagradable? Nunca mezclar Fantasía con Terror lo fue. Sin embargo, ahora, puedo ver fácilmente cómo mis palabras podrían haber persuadido a algunos de que este no es su tipo de entretenimiento. Pero creo que es inevitable leer El Señor de la Noche sin quedar encantado/a y querer saber más de las obras de Tanith Lee.

La señora Lee escribió un genial libro sobre ese subgénero de la Fantasía que muchos amamos. Tras más de noventa novelas y trescientos cuentos y varios premios literarios, la londinense nos dejó a Azharn como el “Maestro de la Noche”. Pero Lee es su reflejo omnipresente entre nosotros, al menos, hasta 2015 que fue cuando nos dejó la maestra .