Supongo que está claro, y si no lo comento: Desde New York-Crónicas Literarias es una web donde vais a encontrar reseñas de libros y cómics que en un noventa por ciento tratan la ficción. En las alegorías está la verdadera naturaleza de las cosas. Los sentimientos. Y de estos guiones (más disfrutable por lo que tratan y cómo que la realidad), sacamos buenos momentos lectores. Sobre todo, nos gusta leer obras de los tres grandes géneros: Terror, Ciencia Ficción y Fantasía. Así que rara vez no se publica al mes (en una web que publica RESEÑAS DIARIAS), una obra que trate el tema apocalíptico. Con esto quiero decir que no somos para nada oportunistas, ni a mí personalmente me atrae ahora más que antes este subgénero que va implícito dentro de la Ciencia Ficción. Y por lo tanto disfrutamos de él, desde siempre, por que el miedo es ese sentimiento del que disfrutamos, que termina por hacernos más fuertes y el primero al que se enfrentó el ser humano en los anales de la historia. Lo dijo Lovecraft.
Dicho esto, hoy reseño un gran cómic con este tema. Aunque tratado de curioso modo algo diferente. Diría que más onírico. Evocador. Un buen tomo con el que deleitarse que recién publica la siempre recomendable editorial Dibbuks. La Bella Muerte, donde a priori habla de un tema muy a lo peli de los años 50 -el fin de la humanidad ha llegado, por culpa de enormes insectos del espacio infinito que ahora son amos de la Tierra-, pero que en este caso la pregunta es: ¿Qué sentido tiene resistirse? Un muy buen cómic que desde ya os recomiendo. Incluso me pregunto si algún día Mathieu Bablet decidirá retomar este genial escenario donde los ramales argumentísticos posibles son infinitos a mí parecer.
La rebelión de la individualidad hace que el orden sea inmutable a los ojos de un posible Dios que es benévolo con unos y no con otros. En los escombros post-apocalípticos de una Nueva York imprecisa, rica en innumerables detalles que hacen que el peso de la realidad abrume, La Bella Muerte pasea a sus personajes entre el aburrimiento y el desánimo. Entre la soledad, el aislamiento y la locura. Y normalmente los lleva a las puertas de la resignación. Ah, y hacia el suicidio y a las puertas del sacrificio también. Un argumento donde se reproduce la complejidad, a menudo paradójica, de la dilatación del alma humana en sus interacciones con los demás. Con una precisión impresionante a pesar de algunos diálogos son un poco escuetos. Pero reales. En concreto, La Bella Muerte es una historia de desilusión y resignación humana en un oscuro universo repleto de insectos y peligros impredecibles. Con una tremendas páginas de inicio, se comienza este cómic lleno de escenarios vacios de vida, con un joven dejando su vecindario y paseando por una ciudad desierta donde las cicatrices de un desastre han pasado a ser imágenes de un pasado devastado. Durante demasiado tiempo aislado, el sobreviviente cree que es el último hombre en la Tierra… hasta que oye una explosión en una esquina cercana.
Vi que algo se movía y pensé que era uno de esos criaturas…
Un trío armado de viajeros organizados frente a la amenaza saquean recursos antes de que vuelva a aparecer el monstruo, que por el momento yace invisible. Mas, la inmensa sombra de un enorme ser y los desagradables ruidos que provoca, hace que se repriman. ¿O es sólo el miedo? Lo cierto es que los monstruos parecen estar fuera de escena por un tiempo, y entre el agotamiento y la despreocupación transitoria, los tres muchachos disfrutan de un momento de respiro. Placeres simples. Wayne, Soham y Jeremiah se contentan con sobrevivir tan cómodamente y en vano como sea posible, atados a reglas simples que han podido promulgar para mantener unido a su pequeño grupo. Pero pronto Jeremiah romperá las reglas de supervivencia para “vivir”, “ser”, o tal vez solo tratar de aferrarse a una forma de “respirar”. Quizás, un descuido. Alejarse de los sobrevivientes la distancia irremediable y justa que también necesita su humanidad.
Mathieu Bablet desarrolla esta trama en cinco capítulos donde el trasfondo es una poesía triste. Un modo diferente y evocador de ver ciertas situaciones en las que el ser humano navega a ritmo lento por la supervivencia sin sentido. Además, Bablet llega al final de esa ambición y no duda en abordarla de un modo poético, de los que se recuerdan. Una historia bien tratada, con bastante realismo ambiental, tan espectacular como lo es, esa Ciencia Ficción tan cercana que asusta. Por lo que La Bella Muerte se convierte en una obra endiabladamente interesante desde la primera página.