Reseña: Corto Maltés. La Reina de Babilonia, de Pratt, Vivès y Quenehen

Volviendo a Corto Maltés, uno no sabe que esperar aunque sí tendrá claro, que muy mal lo tienen que hacer para que no guste lo que se pretende. En mi caso, excepto que me gustan especialmente las creaciones gráficas de Bastien Vivès, prefiero anunciar desde ya que estoy feliz de encontrar toda la magnificencia de estas mujeres que ilustra, las cuales suelen desprender mucho misterio y sensualidad. Enamorado de ellas me hallo cuando conozco alguna. Luego, en estas nuevas creaciones que se están haciendo de la mano de Martin Quenehen y Bastien Vivès sobre el personaje más icónico de Hugo Pratt, hay que decir que Corto mantiene su encanto, todavía con clase aunque tiene un nuevo look: espacio para la gorra de bohemio y/o vagabundo, la camisa con el cuello abierto y un aspecto de falsamente descuidado. La verdad es que mola y puede resultar bastante atractivo tanto para chicos como para chicas.

En cuanto al guion, lo pasé bien (una nueva aventura en Europa, actos de piratería, una dosis de CIA y un tesoro). La puesta en escena es apasionante y los numerosos silencios sacan a relucir toda esa multitud de cosas no dichas que permiten a los personajes permanecer tan impenetrables como siempre. La aventura me llenó lo suficiente como para devorar la historia porque Corto no controla los acontecimientos pero sus acciones basadas en el “sentimiento” siempre van acorde a sus principios. Es bueno encontrar eso de nuevo. Puede parecer una historia confusa, pero los planetas se alinean al final y las sensaciones de este nuevo álbum que publica Norma Editorial en nuestro país, resultan buenas. Y eso que la temporalidad de la historia no alcanza el nivel de Hugo Pratt, pero el guionista aún así proporciona todo un contexto histórico y diferentes posiciones para recordarnos que Corto Maltés es ante todo un hombre fundamentalmente independiente, capaz de ser amigo de las personas más rarunas que te puedas encontrar.

Tres puntos buenos de este álbum sería: no estamos en la continuidad temporal de la serie principal, tenemos una versión moderna de nuestro héroe (bienvenidos al siglo XXI). Segundo punto positivo: a pesar de este salto al “futuro” y del cambio de look, el espíritu está intacto (me gustó mucho el enfrentamiento con el móvil). Y por último, el dibujo, dejamos el blanco y negro por un gris/negro/blanco bastante bueno, unas imágenes magníficas de las que suele conseguir Vivès en sus obras. Y añadid un poderoso y simpático personaje femenino.

Tengo que reconocer que cuando Vivès (y Quenehen, a quien conozco poco) anunciaron esta adquisición, me debatí entre la exageración y la preocupación. Pero la curiosidad siempre vence. Por eso sigo interesado en leer posibles nuevas aventuras de este Corto Maltés moderno y sabiendo que es imposible destronar a la saga original (grabadas para siempre en mi mente cada nuevo álbum que devoro y leo, poco a poco, para no quedarme sin caviar), quiero más, porque tengo dudas de hasta donde pueden llevar estos autores al personaje.

Corto Maltés es de esos personajes clásicos que tienes la sensación de que si intentan renovarlo probablemente saldrá algo desagradable. De momento, con La Reina de Babilonia he quedado gratamente sorprendido.

Reseña: Corto Maltés. El Día de Tarowean, de Canales y Pellejero

Dije en una ocasión que Hugo Pratt estaría bastante orgulloso de ver cómo le ha ido a su personaje icónico tras su muerte. Y no me arrepiento. Dignos sucesores han sido Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero con un proyecto que algunos creíamos irrecuperable. Canales con sus magníficos trazos y Pellejero con un guión que absorbe, me volvieron a dejar estupefacto de lo bien que recrean, que te trasladan al mundo-época de Corto Maltés en esta novedad como es El Día de Tarowean.

Corto Maltés. Nadie ha negado nunca su importancia, nadie ha negado nunca su grandeza y, sin embargo, me parece maravilloso que una obra así aguante tan bien el paso del tiempo. Tanto que, yo que llegué no hace mucho a ella, disfruto con cada titulo como ese niño que abre un regalo por primera vez. Pero sé lo que me hago. No estoy leyendo todos los títulos de un tirón. Me deleito cada poco. Y como en el mundo del cómic (reediciones, novedades y demás) todo son buenas noticias últimamente, para colmo, Corto Maltés vuelve a la “vida moderna” de la mano de dos autores patrios con los que ya disfruté en su primer intento con el personaje como fue Bajo el Sol de Medianoche. Un álbum que ya tardáis en leer si no lo hicisteis.

Tal como se alega en la sinopsis editorial, Corto Maltés: El Día de Tarowean, es una precuela a una aventura ya vivida. A groso modo, nos desvela los acontecimientos que hicieron que Corto Maltés acabará amarrado a una balsa y abandonado a su suerte en pleno Océano Pacífico. Los autores Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero nos proponen una aventura interesante, coherente y atractiva y quizás demasiado sometida a la leyenda del personaje. De acuerdo en todo. Pero he encontrado mucho más trasfondo en este álbum de apenas noventa páginas que en muchos otros. Con grandes momentos para los amantes del personaje, tenemos una historia amena que se vuelve intrigante a cada paso. Con cierto tono pasivo al principio, por que así lo pide la situación. Quizás algunos la tachen de historia comedida, pero en mi opinión, creo que aporta bastante ver a este personaje de leyenda en otro tipo de situaciones. Amigos críticos, no todos los títulos tenemos que compararlos con la obra cumbre La Balada del Mar Salado.

A lo nuestro: aquí nos encontramos a Corto deambulando sin rumbo, sin que sepamos a ciencia cierta que pretende y cuál es su plan de actuación. Poco se sabía sobre lo que le sucedió a Corto Maltés antes de La Balada… Teníamos algunas pistas, rumores, y aquí es donde vamos a empezar a atar cabos. Ciertos datos que nos contaron hablaban de su asociación con Rasputín, de un turbio asunto entre piratas y se decía que estos incautos estaban al servicio de un personaje misterioso llamado El Monje. Aquí viviremos esa historia…, de la que sabemos el resultado. Las cosas se torcieron y nuestro protagonista acabó náufrago y atado a unos troncos. Iremos atrás en el tiempo.

Un pasado de este icónico personaje que no sabíamos. La precuela a una historia que sedujo a miles de lectores en su día y aún hoy lo consigue. Un nuevo álbum con grandes momentos de puteo al señor Rasputín dignos de renombre. Grandes escenarios acreedores de este clásico como paseos al atardecer por hermosas playas, salidas nocturnas a siniestras cantinas o encuentros en lugares tétricos como camposantos aneblinados. Una trama, una aventura, una puntualización que llega unos años más tarde para explicar. Así como para completar la colección de un personaje al que uno siempre desea volver. La hermosa leyenda creada en 1967 por Hugo Pratt.

Reseña: Corto Maltés. Mû, El Continente Perdido, de Hugo Pratt

Hugo Pratt recurrió con frecuencia en Corto Maltés a desdibujar las líneas entre la realidad y el misticismo, llevándolo todo a su cenit en las impenetrables reflexiones de algunos de sus últimos títulos. Pero en Mû, el continente perdido da un paso atrás, y brinda una atadura más fuerte a la realidad. Un estado de ensueño se perpetúa desde una escena de apertura a bordo de un barco poblado por una variedad de amigos y aliados de Corto de tramas anteriores, que da la sensación que Pratt escenifica una obra de despedida reuniendo a un elenco de actores secundarios recordados con cariño los cuales se van a ver por última vez. Es más, los diversos historiadores reunidos alrededor de Corto discuten leyendas de civilizaciones perdidas, levantamientos volcánicos que causaron el hundimiento de islas y decodificación de artefactos mayas…, creo que estamos ante el cómic más interesante que puede encontrar un amante de las aventuras clásicas. Un inicio potente.

Mû, el continente perdido es el álbum con que Norma Editorial culmina tan majestuosa colección del icónico y mito del cómic Corto Maltés. Colección completa, larga, maravillosa y portentosa en cualquier cómicteca que se precie. Un hito del noveno arte que tan siempre recomendable editorial ha ido publicando en ediciones a color y en blanco y negro, a gusto del consumidor. Un cómic en el que como os decía, la ambigüedad prevalece cuando Pratt vuelve a desdibujar las líneas, brindando una trama de aventura trivial de los intentos de Corto por rescatar a un amigo secuestrado. Pero eso es sólo una concesión. Porque el verdadero propósito de es contemplar las conexiones y lo que dejamos atrás. Y entonces, ¿qué conecta el mito y la realidad, el pasado con el presente, el simbolismo con el significado?

A pesar de estar en una misión que se convierte en otra, a Corto nunca le falta tiempo para tener una discusión filosófica con los excéntricos que se cruzan en su camino, y esto proporciona una mayor realidad a las interacciones escenificadas con el elenco de apoyo de aventuras anteriores. Pues aquí Corto parte al corazón del Caribe en busca del legendario continente perdido de Mû. Lo acompañan Levi Columbia, Tristán Bantam, Boca Dorada y el mismísimo Rasputín. Una vez allí, atracará en las inmediaciones de una isla misteriosa y se verá empujado al interior de un extraño laberinto donde tendrá que superar las pruebas más insólitas.

Así como el misticismo y la espiritualidad chocan en la historia, hay una dualidad en el arte donde Pratt transmite una gloriosa y desenfrenada sensación de rapidez, sus viñetas están impecablemente diseñadas, pero no incluyen más de lo necesario a la hora de definir personas y lugares, algunos de los primeros casi abstracciones precipitadas. Sin embargo, aplica la precisión de un arquitecto al suministrar los diversos detalles de un yate, representado con gran detalle, incluso cuando el barco se ve en la distancia. Y Rasputín como comodín de Pratt. El único del elenco secundario que cuenta, una presencia intrusiva y fortuita impuesta al público y aceptada benignamente por Corto sin importar la atrocidad que cometa. Representa la naturaleza básica de la humanidad. Es maravilloso.

La consideración de Pratt de los mitos latinoamericanos, las continuaciones del Evangelio, el realismo místico, aquí Corto Maltés te hace pensar en la idea de: ¿por qué si existiera un Creador tendería repetirse constantemente?

Cómic brillante, como el noventa y nueve por ciento de la obra.

Reseña: Corto Maltés. Nocturno Berlinés, de Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero

Amo tanto el personaje de Corto Maltés…, las historias que he ido devorando gracias a estas reimpresiones y nuevas publicaciones de Norma Editoria…,; la atmósfera que las tramas de Corto y las sensaciones que son capaces de aportar estos cómics tanto del maestro Hugo Pratt como las que han sabido rescatar Juan Días Canales y Rubén Pellejero… Que no dejan de ser cómics que compraría una y otra vez o daría lo que fuera por sentir lo que se siente cuando se leen por primera vez.

Corto Maltés es de esos pocos cómics, que raro es el lector al que el protagonista no le cae bien. Tiene una personalidad, a veces, tan sosegada, que enerva a los malutos de forma maravillosa. Me gustaría ser así. Pero no puedo. Aunque lo intento. Y por eso me encanta. Pero…, ¿qué se le puede haber perdido a un marinero como Corto en la Berlín de 1924? Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero son los autores elegidos para seguir con las aventuras “propuestas” para este personaje eterno que hizo las delicias de los comiqueros de los 60, 70, 80, y que ahora a muchos nos está volviendo a enamorar. Nocturno Berlinés sería la cuarta entrega de este «rescate» lanzado por Norma Editorial, cuarto álbum donde los autores reconocen que se aleja del exotismo para dar pie a una aventura de puro género negro.

Una trama donde Corto se entera de la muerte de un viejo amigo y con el escritor y periodista Joseph Roth se adentra en una investigación para vengarlo. Tenemos cabarets, sociedades secretas y grupos paramilitares, a la vez que nos toparemos con personajes reales (las delicias de los cómics de Corto) como el escritor Gustav Meyricnk (autor austríaco conocido por la gloriosa novela de El Golem), la actriz Marlene Dietrich (actriz y cantante alemana considerada como uno de los más eminentes mitos del séptimo arte), Max Schmeling (boxeador alemán que fue campeón mundial de peso pesado entre 1930 y 1932, el único boxeador que ganó el campeonato mundial de peso pesado por una falta) o el presidente de la república Friedrich Ebert (político socialdemócrata alemán y primer presidente de la República de Weimar). Y un viaje a Praga donde nos encontraremos con Levi Columbia (un señor con una teoría que me encantó: «Existen dentro de todas las religiones del mundo una tradición esotérica universal»).

Nocturno Berlinés es guion de persecuciones, asesinatos inesperados y escenas donde se muestra muy bien la terrible enfermedad psicológica que parte de un ser humano en tensión. La historia sigue cronológicamente a Las Helvéticas (https://www.normaeditorial.com/ficha/comic-europeo/corto-maltes-2/corto-maltes-nueva-etapa-edicion-blanco-y-negro/corto-maltes-las-helveticas-ed-blanco-y-negro), donde Corto parte en busca del Santo Grial. Álbum donde obviamente también existe un alto componente esotérico. Nuestros autores patrios saben que Hugo Pratt cuando le daba por ahí…, era todo un erudito en la materia y por eso mismo no desentona en la trama la importancia que toma una carta del tarot Visconti-Sforza, del siglo XV. Dicho esto, me centraré en la historia, una en la que sí que existe elementos forzados pero que se basan en referencias y citas, cosa que no son otra cosa que homenajes al desaparecido maestro y autor italiano. Los personajes aunque son casi todos descendientes de los típicos clichés, tienen un potencial efectivo y aprovechado.

Los escenarios son agradables, gracias a las secuencias, a la mezcla de colores sabiamente utilizada, aunque a veces el timbre y el registro, me parecieron curiosamente hechos por manos diferentes. La ambientación convence. Nos traslada a los que gustamos de esos films de Hitchcock primarios o películas de género negro de los años 30. Entre París y Brooklyn, dos lugares que jamás vi tan bien enlazados. Nota positiva, de sobresaliente, los diálogos y el lenguaje.

En Nocturno Berlinés encontraremos un Corto más humanizado, que empieza a notar el peso de los años. No sé si esto es buena o mala señal. Espero que aún de viejete nos depare nuevas aventuras. Aunque algunos dirán que envejecer a un personaje, es matarlo. Y aquí debo estar de acuerdo egoístamente. Tenemos a un Corto pesimista, como no puede ser de otra forma, porque todo lo que le ha pasado «le ha dejado marca». Una historia de la que se pueden extraer algunas lecciones de vida.

¡Feliz Navidad, friends!

Reseña: Corto Maltés. La Juventud, de Hugo Pratt

Gracias a Norma Editorial tenemos cada poquito nuestra ración (o tapa, en este caso) de Corto Maltés. Escrita y dibujada por Hugo Pratt y luego preeditada, La Juventud vuelve a estar en librerías. Se podría considerar la primera aventura del héroe, ya que transcurre al final de las hostilidades de la primera guerra ruso-japonesa de 1904-1905. Época en la que Corto tenía tan sólo diecisiete añitos y se encontraba en Mukden, Manchuria, cerca de la frontera con Corea. Una fantástica idea de Hugo Pratt que le lleva a proponer al personaje como amigo del escritor Jack London, entonces corresponsal de guerra en el The San Francisco Examiner.

Y donde conoce por primera vez a Rasputín.

En la trama, los japoneses están a punto de derrotar a la Rusia zarista. El final de la guerra está cerca. Los rusos se rinden y se extienden las órdenes de alto el fuego. Pero en Port-Arthur, los francotiradores siguen resistiendo. En el frente de Mukden, un oficial ruso de las tropas siberianas no quiere saber nada, y furioso, sigue disparando contra líneas enemigas y no duda en volverse contra sus superiores. Para evitar la condena que le espera, deserta vistiendo un uniforme del Ejército Imperial Japonés. En su huida, encuentra refugio en un cuartel de la Cruz Roja donde conoce al periodista y corresponsal de guerra Jack London. Rápidamente descubierto por los japoneses en vista de su atuendo robado, el fugitivo, responde al nombre de Rasputín. Y es llevado bajo custodia militar, sospechoso de deserción y asesino de soldados de su propio bando… Más tarde, London “hiere” el honor de un teniente japonés y se enfrasca en un duelo casi perdido con un especialista en artes marciales. Testigo del asunto, Rasputín quiere huir a Manchuria lo más rápido posible para preservar su vida. Pero se topa con un joven amigo londinense que quizás podría ayudarle a escapar vía marítima…

Analizando la historia, Pratt aprovechó en La Juventud para varias cosas. En primer lugar para dar un paso al frente y presentarnos lo proactivo que ya era Corto en sus años mozos. Después Pratt presenta a Jack London, con lo que nos hace saber que tenía intención de meter personajes históricos reales en las aventuras del marinero. Además de que London fue uno de los escritores más importantes de la formación de Pratt, no obstante, se da a entender que no está de acuerdo con los intentos de ciertos intelectuales de izquierda que quisieron recuperar a este autor con el pretexto de que denunciaba la explotación capitalista. Y eso que el maestro italiano señala que London también era racista por desear la victoria de los rusos en la guerra de Manchuria. Pero los que también amamos el trabajo de London (especialmente, sus libros de aventuras como Colmillo Blanco), vemos que en realidad su aparición es una oda a su obra en calidad de maestro en palabras, diferente y raruno en pensamientos para con él.

Siempre en el tema literario (que es lo que a mí me importa), mola ver que Corto planea descubrir las minas del rey Salomón, las que están en el corazón de la famosa novela del escritor inglés Henry Rider Haggard. Y así este álbum, se podría decir que inicia el ciclo romántico que narra las aventuras del cazador Allan Quatermain, inspirado en el explorador Frederick Courtney Selous, a quien Pratt conocía muy bien.

¿La Juventud? Pues indispensable, como indispensable es tener toda la colección del marinero más famoso del noveno arte.

Reseña: Corto Maltés. La Casa Dorada de Samarcanda, de Hugo Pratt

Cuando leí el primer cómic de Corto Maltés, una de las cosas que recuerdo es, el prometer hacerme con toda la colección. Esto figuraba tener que buscar títulos en librerías y mercadillos de segunda mano. No obstante, a poco que investigues, rápidamente te das cuenta que Norma Editorial, en realidad, siempre lo tiene catálogo. O al menos por entonces empezaron a salir los títulos de la serie y cada uno en diferentes formatos; blanco y negro y color. Fue toda una alegría. Lo que digo siempre y lo que tanto requiero a editoriales. La oportunidad a un paso. Lo mejor de lo mejor siempre en stock debería ser siempre una cláusula indispensable en la producción y edición de obras literarias. Es de lógica. Y Corto Maltés es, sin duda, una obra indispensable para cualquier lector de cómics que se precie. Por eso es de rigor que sus álbumes sigan publicándose casi de forma mensual. Que sehaga, es siempre-siempre una buena noticia. Leer guiones tan buenos casi como si fuesen una novedad es algo que pone y mucho.

La Casa Dorada de Samarcanda es la vigésimo sexta aventura de Corto Maltés creada por el maestro italiano Hugo Pratt. Una historia que abarca un largo periodo de tiempo pues comienza en diciembre de 1921 en Rodas y termina en septiembre de 1922 en la frontera entre Afganistán e India. Una trama con cantidad de viajes por el Medio Oriente, entre países exóticos donde la muerte ronda casi cada viñeta donde encontramos olores diferentes, licores de colores extraños o una cama sugerente donde reposar o retozar. Como siempre cantidad de personajes transitan por esta aventura de Corto que es, sin duda, otra indispensable. Tiene de todo. Diría incluso que te enseña mundo. Acumula giros y vueltas al más puro estilo aventura clásica mientras despoja el argumento de su carácter convencional, pues casi todos los misterios generalmente se resuelven en el acto. Pero me pareció muy curioso ver que en esta aventura Corto Maltés está más perdido que en álbumes anteriores. Es objeto de múltiples cargas irónicas por parte de Pratt, quien lo retrata lleno de incomprensión frente a la miríada de personajes secundarios que van apareciendo. Como si el autor estuviese molesto con él por alguna razón y hubiese decidido hacérselo pagar. Lo pone a veces incluso como compañero no digno usando drogas cuando no toca. Una aventura por momentos bastante onírica.

En La Casa Dorada de Samarcanda, Corto busca el tesoro del rey persa Ciro II que fue escondido por Alejandro Magno siglos atrás. Eso por un lado, pero esto a la vez le sirve como pretexto para intentar liberar al prisionero Rasputín de donde se encuentra encerrado. Para ello, atraviesa tres estados emergentes y en eterno conflicto como son la República Turca, la Unión Soviética y el Irán, de Reza Pahlavi. Recordemos que al final de Fábula de Venecia (https://www.cronicasliterarias.es/?p=6143), Corto Maltés cruzó el umbral de un patio secreto en Venecia para entrar en otra historia. Las cúpulas de San Marcos, todavía presentes en su mente, confunden sus primeros pensamientos mientras se encuentra en los muelles del puerto de Rodas, Grecia… Volviendo a la conciencia, inmediatamente se pone en marcha en busca de un manuscrito que ha descubierto que existe, mientras lee las notas del barón Corvo. Así se entera de que el escritor Edward Trelawnay habría escondido los recuerdos de su amigo Lord Byron «bajo la luna de la mezquita de Kawakly». Después de encontrar el manuscrito, es detenido por un individuo que lo toma por un tal Timur Chevket. Sus negaciones son inútiles, porque el parecido es tal que no da a lugar a ninguna negación. Por lo tanto, es llevado a una reunión de un movimiento nacionalista donde hace tiempo se espera a este tal Chevket. El comandante Bahiar dice que el general Enver Pasha, derrocado por Kemal, que se ha convertido en presidente de Turquía, quiere vengarse. Para ganar el poder, rompió con los bolcheviques y se unió a los musulmanes anticomunistas. Chevket (Corto) debe ir a buscarlo a Bahiar en Adana (Turquía), antes de partir con ellos hacia Turquestán. Pero al salir de la reunión, Corto piensa en una sola cosa: desaparecer lo antes posible. Y es que alojado con su amiga Cassandre, ella le advierte que corre un gran peligro. Por la noche, estudia el mapa y el manuscrito encontrado, que lo pone en la pista del tesoro escondido por Alejandro Magno en Asia Central y se larga.

Según Hugo Pratt, no es Corto el personaje principal de esta historia sino Rasputín. Por lo tanto, su liberación es el objeto de la búsqueda de Corto, quien desea salvar a su amigo encarcelado de una sentencia de muerte. Estamos ante un álbum que fue analizado incluso en programas de TV franceses porque sigue de una forma muy visual la antigua Ruta de la Seda. Evoca el nombre de Samarcanda, ciudad uzbeka que fue un paso importante de esta ruta, y así tenemos delante una ocasión ideal para ver a un héroe atravesar cantidad de países mientras descubre una fuerte diversidad étnica y religiosa.

Un cómic fascinante.

Reseña: Corto Maltés. Fábula de Venecia, de Hugo Pratt

El no dejar a los grandes clásicos de lado, tanto de libros como de cómics, hará que tu vida lectora sea mejor. Creedme. Es así de sencillo. Por que lo mejor de lo mejor siempre entra bien, cualquier día, casi a cualquier hora. En cómic, hago referencia a la colección de cómics de un grande como es Corto Maltés. El fenómeno mundial del noveno arte que fuera diseñado por el talentoso Hugo Pratt. Una colección que he retomado (bueno, retomar sería si alguna vez la hubiera tenido), mejor dicho, una colección que por fin puedo obtener para degustarla ahora que Norma Editorial vuelve a editar todos y cada uno de sus números en el formato clásico de álbum al más puro estilo cómic europeo. En color o en blanco y negro. A gusto del consumidor. Fábula de Venecia correspondería al séptimo álbum de la colección. Aunque vuelvo a insistir en que Corto Maltés no es un serial propiamente dicho en el sentido que los argumentos van enlazados. Son más bien historias independientes que, eso si, tienen en común personajes y algún que otro comentario de referencia a aventuras vividas pasadas. Pero se puede empezar por donde uno/a quiera. Eso está claro. De hecho, yo nunca había leído los dos primeros números de la colección hasta este nuevo “regreso”. Y como bien dice su anuncio: Fábula de Venecia es una inolvidable aventura en la Ciudad de los Canales… y yo añado: «Al más puro estilo Indiana Jones«. Y dejo dicho ya también que, sin duda, una de las mejores historias que he leído del personaje. Si no, la mejor.

En Fábula de Venecia, Corto nos sumerge en la atmósfera veneciana nocturna, con una trama salpicada de rompecabezas, tesoros, túnicas negras y masones. Un escenario teatral, en principio, extraño y absurdo pero que se va volviendo más y más tenebroso con el paso de las páginas. Corto Maltés recibe una invitación para recorrer los rincones secretos de Venecia en busca de una esmeralda fabulosa: la Clavícula de Salomón. Pero Corto no es el único en esta búsqueda y a poco que se desplaza a la zona, surgen disparos y emboscadas sobre una ciudad bella pero que en la noche no es más que un oscuro pozo sin fondo. En la curva de un callejón, apenas iluminado por la luz de una farola, en el silencio marcado por pasos más lejanos, en la noche, una noche sin estrellas, oscura y dulce, tal vez adivinemos, apoyado contra una pared, la silueta de Corto. Silueta furtiva, inmóvil, apenas vista, apenas un fantasma tras los callejones de Venecia. En esa lejana noche veneciana, encontré esta aparición del firme marinero que venía tras el humo para infiltrarse en las calles, puentes, callejones, recovecos, en la noche oscura de una luna creciente y tan fina que brinda con whisky en un cielo sin estrellas. Y pasos que se alejan. Y la expectativa de un misterio, el sueño de un enigma, una fábula. Bajo las órdenes del barón Corvo, Corto Maltés se propone encontrar la Clavícula de Salomón. Pero los que la buscan, ¿buscan la piedra preciosa o los grimorios mágicos? Es un desafío que el difunto barón le lanza desde el Más Allá.

A través de los misterios de Venecia, Hugo Pratt nos lleva a “su» Venecia. Los patios secretos, puentes mágicos, las enigmáticas fachadas de palacios decrépitos, las puertas del gueto, estatuas de eruditos, la niebla que se eleva desde los canales… ¿Quién mejor para recrear una historia en ese lugar que un oriundo del lugar? Un diseño elegante donde los dibujos acentúan la luz y la sombra. Historia mezclada con personajes de fábula, reales y ficticios, encuentros inverosímiles para un hereje aunque para un verdadero fan de lo fantástico, una buen cómic de aventuras. De escuadristas a masones, de una joven que se cree la reencarnación de Hipatia al poeta D´Annunzio, de una joven que se parece a Louise Brooks al erudito Melchisedech, especialista en escritos antiguos. Corto Maltés no para e intenta desenmarañar el sueño de los justos. Es un tío contemplativo, siempre dispuesto a actuar, poco hablador, que escucha, observa, lo que no le impide correr por los tejados, pelear, pero adormecido y repentinamente animado como un gato en un tejado; Venecia respira en el oído de Corto misterios que se pierden en las brumas del tiempo.

Fábula de Venecia se publicó por primera vez en 1977. Un titulo que vuelve a apoyar mi teoría (varias veces comentada) que todo guión o novela que devoro del año que nací, termina por maravillarme. Me flipa.

Reseña: Corto Maltés en Siberia, de Hugo Pratt

Una de las aventuras que más me ha impactado de Corto. Luego, me entero que es de las consideradas de culto. Este viaje a Asia alterna entre acción y encuentros con numerosos y carismáticos personajes, en particular, con Rasputín (mi favorito), obra donde se percibe claramente que Hugo Pratt estaba entonces en la cima de su carrera. Su dibujo es magnífico y algunos planos son simplemente joyas de la ilustración.

Norma Editorial recién edita este titulo del marino/detective clásico. Corto Maltés en Siberia rastrea el viaje de Corto, entre 1919 y 1920, que le llevó desde Hong Kong a la tundra siberiana, pasando por Manchuria y Mongolia, con la idea de apoderarse del tesoro imperial ruso que llevaba oculto un famoso tren blindado. Una aventura llena de giros o vueltas de tuerca, rica en sorpresas al lector y con personajes importantes en primer plano. Un álbum trepidante donde la acción es omnipresente. Muchas escenas épicas (los ataques del tren), héroes extraordinarios (Baron von Ungern-Sternberg, Changaï Li, Duchess Marina Séminova…), paisajes soberbios, humor (gracias a Rasputín): en resumen, una de las aventuras indispensables, de las mejores (para mí la mejor) de la colección de Corto Maltés.

Pese a mis halagos, mi tito americano (este que os cuento que me instruyó/instruye en cómic europeo), me dijo una vez: «¡No es el mejor Corto para mí! Demasiados personajes y nombres diferentes que hace que sea bastante difícil de entender la historia». No estoy nada de acuerdo. Los diseños son chulísimos y respecto al enorme elenco… ¿Os parece lioso Juego de Tronos pese a la cantidad de personajes que tiene? El que haya leído los libros, dirá que para nada. En las obras bien escritas y descritas, esto se lleva bien. Cuando algo es interesante para ti provoca que te inmiscuyas y te guste cada detalle. Y los toques de humor entre Corto y Rasputín en este álbum son delirantes. Y en eso mi tito me tuvo que dar la razón.

A través de una región devastada por la guerra y la violencia (noreste de Asia), Corto Maltés vive una aventura donde se entrelazan disparos, cuchilladas y más disparos. Donde hacen su aparición personajes atípicos, llenos algunos de crueldad y otros de romanticismo. El más extraño, el del barón Von Ungern-Stenberg, el más extraño de todos por ser un personaje histórico real. Que insisto, muestra la crueldad del hombre y el caos de toda una región, pero sobre todo la codicia bien descrita en el que es, en mi opinión, el mejor álbum de la serie leído hasta ahora.

Tras Las Célticas (https://www.cronicasliterarias.es/?p=1844), llega el correspondiente sexto titulo de esta gran colección que -y esto es algo que digo mucho por que no todo el mundo lo sabe-, son álbumes totalmente independientes. Un cómic que nadie debería perderse ahora que Norma Editorial está recuperando en orden cronológico todas las aventuras del gran clásico de Hugo Pratt. Todo un hito del noveno arte disponible ahora en dos espectaculares ediciones a color y en blanco y negro. Tú decides.

Corto Maltés en Siberia es una obra maestra y una pieza clave en la biografía del marinero de Malta. Un álbum grandioso, una aventura magníficamente contada donde se nos traslada de forma magistral a la frontera entre China y Rusia, una Rusia sacudida por las convulsiones del proceso revolucionario que está acabando con el imperio de los zares.

Cuentan que la importancia de la representación de los trenes en esta historia lleva al autor a buscar la ayuda de su amigo, el diseñador Guido Fuga, que también era responsable del diseño de aviones y armas pesadas. Esta primera colaboración, será seguida por muchas otras para los siguientes álbumes… Y es que Corto Maltés en Siberia se centra de algún modo en la abdicación (15 de marzo de 1917) del zar Nicolás II, cuando Lenin y Trotsky derrocaron al actual gobierno con la famosa Revolución que estudiamos en los libros de Historia. Un periodo movido que removió los cimientos de toda Europa y donde tuvieron lugar (seguramente) hechos como los que se cuentan en este volumen.

Reseña: Corto Maltés. Las Etiópicas, de de Hugo Pratt

Tengo un amigo de esos que conoces de hace años y gracias a internet. Por diversas razones coincidimos en muchos gustos literarios, es norteamericano pero vive en Chile y es lo que se considera un hater (todo es una mierda, menos lo que a él le gusta). De vez en cuando, dice frases tan esperpénticas que me hacen reír. Una vez dijo: «Quién no ama a Corto Maltés, no quiere ni a su padre ni a su madre». O yo lo traduje así al andaluz. Desde entonces, y cada vez que leo un nuevo álbum de este genial personaje, recuerdo esa frase. Aunque la máxima es un sinsentido, tiene esencia. Mucha esencia… En más de una ocasión he contado que conocí, o empecé a leer Corto Maltés, demasiado tarde. Por una serie de circunstancias que ahora no voy repetir. Desde entonces, me encanta ver como Hugo Pratt se divierte poniendo en un aprieto a Corto en ciertos momentos puntuales de la Primera Guerra Mundial. Lo suelta y lo deja ir de una página a otra, burlándose de los molestos, los orgullosos y los tontos, siempre dispuestos a matar y morir por orden de un superior. Volúmenes como Las Etiópicas que son un gustazo.

Por si aún queda algún rezagado o incauto que lo dejó pasar demasiado tiempo, Corto Maltés es una serie de cómics con dicho personaje como protagonista. Un marinero aventurero, un detective a la sombra, creado por el guionista y dibujante italiano Hugo Pratt en 1967. Una joya del noveno arte traducida a numerosos idiomas, un personaje debutante en la genial obra La Balada del Mar Salado, ya reseñada por nosotros. Aventuras que edita Norma Editorial, la siempre recomendable editorial que lleva sus títulos en nuestro país, la cual, cada poco reedita álbumes indispensables del personaje, en diferentes formatos para que el coleccionista decida. Actualmente, las está recuperando en orden cronológico, lo cual es todo un acierto.

En Las Etiópicas, la Gran Guerra (o Primera Guerra Mundial) está llegando a su fin. Corto Maltés se aburre. Marinero sin barco, se queda en Yemen. Como bien dice la sinopsis: en las cuatro historias que componen Las Etiópicas, veremos a Corto Maltés recorrer el continente y conoceremos a Cush, el mítico guerrero dancalo que se encuentra entre las creaciones más queridas de Hugo Pratt. Y es eso, en definitiva. Más que Corto, el verdadero héroe de las tres primeras historias es Cush. Os va a encantar este personaje, suntuosamente dibujado, flaco, mejillas hundidas, ojos orgullosos, cabeza en alto, rifle Lee-Enfield descansando sobre sus hombros… Cuidado, no os dejéis engañar por su falsa indiferencia. Tiene sonrisa cruel, dispara rápido y nunca falla en su objetivo.

Por si no fuera obvio, Corto se declara maltés, una nacionalidad quimérica, y cainita, una herejía judeocristiana desaparecida. Este capitán de la marina mercante no tiene tripulación ni acompañante, y Cush… es un guerrero afar de la tribu Beni Amer. Desterrado por su propio clan, se auto-proclama musulmán, pero conserva del Corán sólo una rápida moral bélica. No se reconoce a sí mismo como un maestro, ya sea de sangre, turco o inglés, y no tiene amigos, ni siquiera hermanos. Sorprendido, descubre en Corto a un igual, un hombre igualmente ferozmente libre. Si salva su vida, rechaza cualquier idea de deuda, alegando haber actuado solo por el placer de ejecutar a un enemigo. Mientras Corto observa y evita interferir, Cush es orgulloso, asustadizo y cínico. Provoca y mata, como algo natural. Y entonces, ¿qué les hace tan encantadores? Más que su individualismo casual, es la capacidad de ambos para enfrentarse a lo desconocido, al peligro, se llame como se llame. Son aventureros. Los que hayan leído a John Eldredge, que alegaba que el hombre moderno, urbano y civilizado se asfixia desde que renuncia a las tres aspiraciones básicas de la virilidad: una buena pelea, vivir una aventura y salvar de cualquier mal a una belleza… El hombre es sinónimo de fuerza.

Para los más clásicos, los que gustan de esa esencia: caminos llenos de peligros, los entresijos de emprender un negocio con un tipo con sonrisa de loco, la muerte a un paso… Las Etiópicas contiene historias que nunca olvidarán.

Reseña: Corto Maltés. Las Célticas, de Hugo Pratt

Hay obras que se recomiendan solas. Grandes títulos con un famoso nombre detrás, series incluso, donde sólo con que te suene el nombre del protagonista o el autor, ya sabes que un mínimo/alto de calidad posee. No obstante, dentro de estos, y si son largas colecciones, suele haber títulos y títulos. Y es normal. Tanto abusar del don, a Hugo Pratt algunas aventuras de Corto Maltés le salieron bien y otras… sublimes.

Las Célticas, es el ejemplo.

El taciturno y solitario maltés creado por Hugo Pratt en 1967 se ha convertido en una figura emblemática del noveno arte, pero nunca he podido apegarme del todo a su extensa colección. Sin embargo, siguiendo el ritmo de reedición/rescate/publicación que Norma Editorial hace con esta maravilla de cómic; uno si que puede ir degustando poco a poco (como se ha de consumir lo mejor de lo mejor) esta brillante serie, de brillante personaje. Su condición de indefinible marinero-aventurero hace que el personaje sea difícil de precisar, misterioso y ambiguo, y todos los personajes que se mueven a su alrededor también son turbios, con motivos inciertos y eso me encanta. Sus aventuras transcurren a principios del siglo XX en lugares llenos de exotismo con olores muy diversos, en una época en la que la geopolítica era cosmopolita, y donde el lector puede familiarizarse con la aventura en apenas tres viñetas. En Las Célticas encontramos una serie de historias donde Corto Maltés recorrerá la Europa de la Gran Guerra, desde la deslumbrante Venecia hasta Dublín, pasando por el norte de Francia, donde se cruzará con el mismísimo Barón Rojo. Pero la magia está en una de ellas, la que trata los mitos celtas y…, ¡pero qué historia! (El Sueño de una Mañana de Invierno), donde Oberon, el Rey de los Elfos, trata de convencer a Merlín, Morgana y Puick para evitar que los sajones invadan Inglaterra una vez más…

Hugo Pratt quiso hablar sobre la Primera Guerra Mundial, la cultura celta, y divertirse poniendo a su personaje favorito en medio de intrigas que lo dejan indiferente, donde lo único que le interesa, además de salvar su pellejo, son el buen oro y las chicas de buen ver. Y encuentra a una mujer que quiere lo mismo, salir adelante, con la sangre de Corto en sus manos si es necesario…

… y aquí es donde los Tintín, Astérix, Lucky Luke, Spirou y otras joyitas de la BD, se quedan bastante inferiores respecto a Corto Maltés: aquí las mujeres son reales, los temas abordados son mucho más profundos, la muerte, los viajes, el sentido de la vida (si tiene uno), la guerra y el destino. Los diálogos no tienen nada en común, suelen estar dispersos en los detalles como casi cualquier conversación que tenemos día a día con quién nos cruzamos. Se aporta una poesía rara, una finura extrema, reforzada por los rasgos hermosos y sencillos de los personajes, sus ojos almendrados y el elegante corte de la ropa de Corto. Tiene un pendiente, la ropa más chula, siempre tiene la última palabra, saca las mejores válvulas y le importan un carajo los honores militares o el orgullo de las naciones. ¿Se puede pedir más? No tiene necesidad de colores, la vida es suficiente.

No entré muy bien en la historia que habla de la batalla de Caporetto en octubre de 1917 (Bajo la Bandera de Oro), donde tratan de hacerse con el tesoro del rey de Montenegro, pero las otras historias me tocaron mucho el alma. La balada irlandesa en particular, donde cada personaje está lleno de matices, muy al estilo de Érase una vez la Revolución, de Sergio Leone; la denominada Concierto en O´menor para Arpa y Nitroglicerina. Ya sólo el titulo… La historia del Barón Rojo también es divertida, un pequeño aviador que solo hacía su trabajo para complacer a su país y a su madre. Una cosa que me encanta, es ver como Hugo Pratt se divierte poniendo a Corto Maltés en ciertos momentos puntuales de la historia. Lo suelta y lo deja ir de una página a otra, burlándose de los molestos, los orgullosos y los tontos, siempre dispuesto matar y morir por orden de sus superiores. Y eso, ¿por qué exactamente? ¿Por qué morir por los ideales de otros, de convenidas naciones? Toda la razón del mundo.

En definitiva, Las Célticas aporta seis espléndidas aventuras donde Corto revisita y revitaliza los mitos celtas. Les da una nueva sustancia sin distorsionar, y los ubica en el período de la Primera Guerra Mundial.

Un volumen que es un gustazo.