Reseña: El Último Atlas, de Fabien Vehlmann, De Bonneval y VVAA

Desde hace un tiempo, tengo a una persona que me insistía en que El Último Atlas me iba a encantar. Le eché un ojo por internet a la edición original y la verdad es que en un principio no me atrajo mucho. Sobre todo, sumaba que al ser reseñador principal de Crónicas Literarias – Desde New York tengo mucho pendiente y bueno, como para ponerme con un título que ni siquiera estaba en nuestro idioma. Pero casualidades de la vida, tres o cuatro meses después veo que Ponent Mon, la siempre genial editorial de cómic europeo, lo publicaba en nuestro país. Y aquí está. Leido, devorado y reseñado. Pero, sobre todo, disfrutado, tal y como decía que iba a pasar mi colega lector Máximo Le Brut, como yo le llamo.

Y ahora diréis, bueno, si mi colega insiste e insiste en que lea un título, yo lo ojeo y luego lo dejo, no significa nada para mí y ahora que, ¿es súper recomendable? Pues sí. Y quizás la culpa la tuvo el comienzo de El Último Atlas que sinceramente es algo típico: un pequeño mafioso de Nantes, Ismael Tayeb, lleva el tejemaneje de las máquinas tragaperras de la ciudad y poco más sucede de momento. Fácilmente podríamos caer en el thriller con una guerra de pandillas o de pequeños mafiosos que se disputan la pasta de los antros del lugar. Pero no. De pronto, empiezan a aparecer en la trama misteriosas migraciones de animales en el desierto de Argelia que ponen patas arriba la vida de Tayeb. Y además, alrededor de este hombre, comienzan a orbitar toda una galería de personajes bastante sorprendentes que quizás fue a lo que yo no llegué la primera vez.

Tenemos a Martin y Jean Legoff, la parejita de los bajos fondos; Françoise, la ex-reportera de guerra que se enfrentará en Tassili a fenómenos sin precedentes y no nos olvidemos de los vejestorios del «George Sand». Y, por supuesto, el Último Atlas, un extraordinario robot en el que se centra la trama principal. Pues la búsqueda del Último Atlas es la misión de la primera parte de una trilogía en que fenómenos sin precedentes pueden trastornar el equilibrio del mundo. Y es Ismael Tayeb quién pertenece a una banda criminal cuyo jefe le ordena encontrar una batería nuclear potente y para ello piensa en roba el Último Atlas, uno de eso enormes robots franceses usados en construcciones titánicas a mediados de los 70.

Sobre las consecuencias del final de la guerra de Argelia, este álbum finalmente nos lleva a una asombrosa historia alternativa, que nos dejará con el culo torcido al final del primer arco. Seguí con cierta fascinación la historia de Tayeb, que a lo largo de los capítulos se va afirmando cada vez más y acaba emancipándose del inframundo de Nantes. Os aseguro que este tomo es literalmente adictivo. Tengo la prueba de que mi mujer, que rara vez lee cómics de este tipo, me lo pidió prestado y lo devoró en dos sentadas.

Los autores confirmados (Vehlman, De Bonneval, Tanquerelle y Blanchard) nos regalan una historia digna de la mejor serie de televisión: sin tiempos muertos, pasamos de un personaje a otro, de un continente a otro,  con una lectura que te lleva a estar muy atento para no perderte nada. Existe una versión de este cómic en blanco y negro (que es la que yo vi por primera vez) y otra en color que es la que ha editado Ponent Mon. Por supuesto, a color esta historia gana bastante. Una versión espléndida donde destaca el dibujo de Hervé Tanquerelle y una trama de género negro muy recomendable.

Exótico, original y adictivo. Uno de los mejores lanzamientos de los últimos meses.

Me dijo mi amigo Max, que se leyó los tres tomos en su edición original que muchos esperaban que los autores en turno, le pusieran un final apocalíptico. No me concretó si fue asi o no. Lo que si me dijo es que intente leer todo lo que salga de esta serie y de un tirón. Asi es como la historia gana mucho.

Eso haré.

Reseña: En Pie Los Muertos (Fantasía Macabra), de Frantz Duchazeau

Frantz Duchazeau nació en octubre de 1971 en la conocida ciudad de Angoulême. Empezó en el mundo del cómic en revistas tan conocidas como Spirou y Mickey. En 2002, lanzó la primera parte de la serie Igor and the monsters con la editorial Dargaud. Luego vinieron toda una serie de publicaciones de éxito medio en diferentes editoriales francesas. Con éxito, se embarcó en una carrera en solitario en 2006 con varios álbumes como Les Vaincus, Le Rêve de Meteor Slim, Les Jumeaux de Conoco Station y Lomax… Bien. En lo que respecta a nuestro país, es la siempre recomendable editorial Ponent Mon quién coloca un nuevo título de este prolífico autor en librería españolas como es En pie los muertos (Fantasía Macabra); obra que se centra en una máxima: ¿Qué pasaría si los fusilados resucitaran para vengarse de quienes los asesinaron? Una obra que vio la luz tras su exitoso Mozart à Paris (Mozart en París) y especialmente su magnífica y recién leida por mí, El Pintor Forajido, también publicada por Ponent Mon y reseñada por nosotros: https://www.cronicasliterarias.es/?p=8559).

Ahora, en En pie los muertos (Fantasía Macabra), Frantz Duchazeau da rienda suelta a esa línea enérgica en blanco y negro así como el grano de locura que le conocíamos ya los que hemos leído algunas de sus obras. Un nuevo guión para disfrutar de su humor negro, de su puesta en escena loca que es precisamente su punto fuerte y su don. El mismo que activa los sentidos (todos) del lector cuando nos propone una trama donde el sonido de un cañón, los llamados a la Revolución, los faroles en calaveras por el Día de Muertos, el olor a pólvora y cadáveres, todo-todito-todo se mezcla en una vorágine de locura y muerte…, con sensaciones terriblemente emocionantes. En pie los muertos nos propone un teatro de bulevar y cine mudo tanto de grabados al estilo de José Guadalupe Posada y como algo muy parecido a lo que Pierre Place revivió “felizmente” en su magnífica y terrorífica obra Muertos; que aprovecho para rogar que por favor alguien la publique en español de una vez.

Frantz Duchazeau interpreta la comedia negra y nos lleva a un trajin de mini-historias divertidas y aterradoras que no son otra cosa que la representación de lo frenético que debe ser estar muerto pero inquietantemente vivo. Y todo versado en la cómica pregunta de: ¿Estará el hijo del famoso revolucionario Emiliano Zapata a la altura de la reputación de su difunto padre? Para lo que Frantz Duchazeau convoca a los muertos para rehacer nuevamente la famosa Revolución Mexicana.

Por lo que Duchazeau se basa en lo esencial del folklore mexicano para evocar de una manera bastante surrealista lo que fue la Revolución Mexicana y sus secuelas. Y como era de esperar, la muerte tiene un lugar privilegiado en estas tornas. Las festividades vinculadas al Día de Muertos, donde abundan las calaveras de cerámica o de azúcar, son efectivamente parte de las tradiciones mexicanas que caracterizan al país y en todo ello, el personaje principal, un tal Emiliano, hijo de Zapata, que es también guardián del cementerio nacional. Cráneos, esqueletos, personajes históricos como el revolucionario Zapata o la legendaria Malinche, forman parte de esta especie de fiesta pagana en torno a Emiliano, un antihéroe que desata una historia delirante.

En pie los muertos (Fantasía Macabra) plantea así una pregunta un tanto sobrenatural. Y aquí todo un cementerio de obreros, un ejército de esqueletos, que vuelve a la vida para castigar a sus verdugos. Una lectura nada desagradable, un poco aterradora, obvia recomendación de lectura para Halloween pero también para los que amamos el género de Terror y esas cositas del Más Allá por encima de todo.

Reseña: Fourmies La Roja, de Álex W. Inker

Ponent Mon vuelve a tener entre sus novedades una obra reivindicativa como pocas. Me estoy refiriendo a la novela gráfica de Álex W. Inker, Fourmies La Roja, donde Inker confirma su talento y será, sin duda, uno de mis autores franceses a seguir en los próximos años. Pero no es el primero que nos traen. Ya con Un trabajo como cualquier otro (https://www.cronicasliterarias.es/?p=4048&msclkid=521bf6d2b65611ecac88b65111180689), la editorial misma nos demostró para bien que van a publicarnos más cositas de este autor cuanto menos interesante por sus cómics de reivindicación contra todos esos sistemas que sometieron al pueblo.

¿Roja de comunista? A ver, espera, espera… ¿Y si os digo que tiréis más para el lado de las referencias a las hormigas rojas? Ah, ah, ¿ahora lo tenéis? Esta novela gráfica narra una revuelta obrera con motivo del Primero de Mayo, una que provocó un tiroteo y la muerte de varios huelguistas en la ciudad norteña de Fourmies. Una oposición entre dos campos enfrentados con la excepción de que uno de ellos tiene armas y el otro no. Asi que todo termina de manera sangrienta. La época es otra, estamos a finales del siglo XIX, la industria textil está funcionando a pleno rendimiento en la región y los horarios son largos no, lo siguiente. La demanda de un día libre asusta a los patrones, pero se intenta. ¿Trabajadores reclamando derechos, unos mínimos sobre su tan exagerada explotación? ¿Estamos locos? Asusta ver que los patrones recurrieron a la Prefectura para dispersar la manifestación de estos alborotadores que querían impedir que sus compañeros fueran a la fábrica y como podéis imaginar todo se tornó en desgracia.

Y cuanto más atrás nos vayamos en el tiempo, peor acaban.

Esta historia que revive el movimiento obrero de finales del siglo XIX en Francia, puede que no tenga la misma fuerza que el anterior álbum de Álex W. Inker, pero narra un hecho cuanto menos interesante. Encontramos también el rasgo característico del autor, y sus tres colores favoritos, el negro, el blanco y el naranja aterciopelado… que pasará rojo de la sangre y fluirá al final de esta trágica trama.

Si bien sentí que el autor se inclina necesariamente hacia el lado del mundo laboral, tampoco se vuelca en el maniqueísmo y nos muestra que ciertos soldados, que eran adorados por la gente común en la época de la guerra contra Alemania, ahora estaban apuntando con sus armas a personas indefensas de su propio país. A sus amigos de toda la vida.

No conocía este hecho histórico del país galo aunque no me extraña porque raro es el país europeo en intentos de levantarse, que no termina con desgracias como las narradas aquí. En cien paginitas que se devoran en nada. Mas, Fourmies La Roja no deja de ser un hermoso cómic a tener muy en cuenta para amantes de la historia.

Reseña: Serena, de Anne-Coraline Pandolfo, Terkel Risbjerg y Ron Rash

He aquí un álbum que desarrolla una extraña historia, en torno a una mujer tan fuerte como enigmática (e inquietante), con además una relación igualmente extraña entre esta mujer (Serena) y su marido. Una historia que agradecí que no se me entregara “todas las llaves” de la mansión argumental que propone, quedando cierto misterio, misterio acentuado por la presencia del alma maldita de Serena. Una señora que realiza sus bajas obras y por tanto la mirada (especie de jorobado manco ante la tez lívida y rostro dañado) signo de la presencia diabólica que es. Además, ¿no es el pelo rojo de Serena la marca del diablo como pensaban muchos en la Edad Media?

El hecho de que la historia transcurra en USA durante la Gran Depresión de los años 30, con sus desgracias laborales y costumbristas (lo vemos aquí con estos pobres trabajadores arriesgando sus vidas para ganar unos míseros) refuerza el lado oscuro de la historia. Por lo tanto, Serena está habitada por una ambición fría, que la hace rechazar todo lo que pueda interponerse en su camino, y yendo hasta el final, ya sea para hacer borrón y cuenta nueva en torno a su marido, sus inversiones en tierras (ver deforestación frenética, que va de la mano mano con la acumulación de muertes que cada vez parecen menos naturales); y si al principio esta chica trabajadora fascina y atrae, rápidamente perdemos la empatía que sentimos y aparece resaltando su lado más oscuro cautivando al lector de un modo pocas veces visto en un cómic.

La frialdad con que se presenta (incluso con su marido) da la impresión de que lleva una máscara. Serena es una especie de personaje de teatro antiguo, carácter enigmático y enfermizo, Serena destila a su alrededor un veneno que actúa con mayor o menor rapidez pero que termina funcionando. Como lectores vais a tomar gradualmente conciencia de su efecto y no solo en el ambiente inquieto que deja durante la lectura sino en la trama que termina por ser un historia súper interesante hasta el final.

Una adaptación de una novela de Ron Rash (no conocía a este autor y no puedo decir si supera o no la inspiración original), pero un álbum que conserva la profundidad psicológica que muchas veces se pierde en la transición de novela a cómic. Estoy seguro sin haber leido la novela. Tenemos un escenario oscuro y triste, solo iluminado por el cabello rojo de Serena. Una trama que se extiende sobre las llanuras del Lejano Oeste, en medio de la tala constante de árboles, en pleno apogeo cuando todo era barato excepto para el pobre o el indígena despojado de su tierra.

Inquietante obra, con la que se cierra la garganta en más de una ocasión. Lo simple pero efectivo de su dibujo me encanta. Nueva joyita de la BD publicada en nuestro país por Ponent Mon.

Reseña: El Pintor Forajido, de Frantz Duchazeau

Mezclar arte y belicosidad en un cómic es algo que no había visto… o no recuerdo haber visto nunca. Y poco menos que un autor francés para hacer esto bien, ¿no? Ya la portada de El Pintor Forajido atrae bastante y por eso, y un poquito más de tema histórico, me interesé por el álbum recién editado por Ponent Mon en nuestro país de la mano de Frantz Duchazeau.

El álbum comienza con un hecho histórico significativo, el regicidio del pueblo francés y su joven República. Están allí los mirones, los curiosos y varios pintores y diseñadores para congelar este momento en la memoria. La guillotina se destaca sobre un gran tablón en ángulo bajo. En el campo reina cierta anarquía, la muerte del rey no ha solucionado nada porque el pueblo sigue hambriento a pesar de la caída de la monarquía y los bandoleros son legión. Es en este contexto que descubrimos a Lazare Bruandet (un pintor desconocido para mí), un tipo grande, cojo, con una mirada un poco loca que de repente tira a su mujer por la ventana. Gesto que le llevará a huir a Fontainebleau e inmiscuirse entres sus bosques. Zona que conoce bastante bien, por cierto. Donde resurgen recuerdos de la infancia, tanto los buenos como los muy malos, a la vez que una tropa soldados llega a casa de su madre…

Un cómic que muestra escenas y crea tensión a menudo que avanzas. Viñetas por página, algunas silenciosas, que proliferan momentos de incertidumbre sin tener que aportar una sola palabra. Que permiten a su vez contemplar la hermosa naturaleza de los parajes que se recorren. Me gusta mucho el estilo de dibujo de Frantz Duchazeau, los colores también quedan muy bien. Un buen rato leyendo sobre los pasos de este pintor un tanto torturado y una historia que marca y renueva tus ganas por saber más del momento histórico que se refleja.

Frantz Duchazeau se inspira en la tumultuosa vida de un pintor desconocido, Lazare Bruandet (1755-1804), inmerso en la agitación de la Revolución, para pintar un retrato de este pintor fuera de la ley. ¿Pintor fuera de la ley? Pero todo parece relativo dado el caos que reina en París y en el campo. Una violencia omnipresente que tocó a Bruandet desde la infancia y que sin duda contribuyó a forjar su personalidad desmedida en muchos aspectos. Pues el pintor maneja la espada como el pincel y rechaza las convenciones de la pintura de su tiempo. Además, aspira únicamente a practicar su arte sobre el terreno. Una tierra lamentablemente invadida tanto por bandoleros como por las diversas facciones revolucionarias. Pero Frantz Duchazeau tiene la osadía de tomar como héroe de su historia a un personaje que no es simpático ni entrañable, pero que en cierto modo resulta eco de su tiempo. Seguimos sus andanzas con curiosidad, descubriendo poco a poco lugares de su infancia a los que regresa mientras asume de algún modo el papel y los excesos de un pintor maldito.

Brindo por esta elección de Frantz Duchazeau de presentarnos un álbum y un personaje fuera de lo común y hacernos querer saber más sobre el auténtico Bruandet. ¿Pintor loco? No sería el primero ni el último.

Aunque se maravillosa que la naturaleza que lo rodea le inspire para nuevas pinturas.

Reseña: Enemigos, de Kid Toussaint y Tristan Josse

Enemigos nos mete de lleno en la Guerra de Secesión o Guerra Civil Estadounidense (American Civil War). Fue un conflicto bélico librado en USA que duró entre 1861 y 1865, como resultado de una controversia histórica sobre la esclavitud, guerra que estalló en abril de 1861, cuando las fuerzas de los Estados Confederados de América atacaron Fort Sumter en Carolina del Sur. Poco después de que el presidente Abraham Lincoln asumiera su cargo. Los nacionalistas de la Unión proclamaron lealtad a la Constitución de los Estados Unidos y se enfrentaron a secesionistas de los Estados Confederados, que defendían los derechos de los estados a expandir la esclavitud. Se estudia bastante si has nacido allí. Pero en Enemigos, el nuevo integral de cómic europeo que recién publica Ponent Mon, la historia nos lleva al momento exacto en el que el ejército del norte tiene ventaja sobre los del sur, y una compañía de caballería rebelde acosa su retaguardia y se convierte en un obstáculo del que no se pueden librar.

El tema es que como no puede quedarse sin demasiados hombres, un coronel yanqui envía un pequeño comando para arreglar la situación. El teniente a su cabeza solo podrá contar con un grupo muy heterogéneo de cinco soldados, bastante lisiado y de comportamiento algo excéntrico. Y va un niño en el lote. Y como si no fuera ya suficientemente complicado, parece haber un traidor entre ellos. Pero… ¿solo uno? ¿En serio?

En este curioso guion de Kid Toussaint, encontré un dibujo de Tristan Josse, maravilloso. Uno que me recuerda a Munuera, aunque su línea es menos fluida. Tiene la ventaja de saber ilustrar puestas en escena dinámicas y emocionantes, que es lo que una historia así necesita. Con colores muy agradables, en los mismos tonos luminosos al estilo del famoso Casacas Azules, colección que si también lleváis adelante, estaréis pensando constantemente en ella por tratar el mismo  contexto.

Pero en Enemigos, una banda de seis bastardos, todos con sus características bien definidas y todos escondiendo sus pequeños secretos, va a dar mucho juego. Es una trama digna de ser llevada al cine por Quentin Tarantino. Sabes que algo duro se está gestando, pero cuando empiezas a leer la historia paralela donde los soldados que permanecieron en el campamento apostaron sobre quién podría ser el traidor entre ellos, ahí es ya cuando empiezas a escamarte sobre el suspense que mantendrá toda la historia. Mientras tanto, nos dejamos gratamente engañar y seguimos sus aventuras que acaban siendo una carrera de ratas salpicada de agua y piedras por los parajes salvajes preciosos con los que cuenta América del Norte…

Todo al mismo tiempo sazonado de un ligero humor.

Aunque encontré un detalle que me entristeció. Pues soy muy pejiguera con el tema de los contextos históricos detallados y aunque se metan en un cómic de humor, la referencia siempre debe ser verídica si no se explica lo contrario. Me refiero en este caso a que, NO SE PUEDE representar el puente de Brooklyn en Nueva York, años antes de construcción. Aun así, un cómic que gusta leer, que se disfruta bastante y se lee de un tirón. Un recomendable 2×1.

Reseña: Gerónimo, de Matz y Jef

Otro western chulo que se puede encontrar en librerías en estas fechas para degustar/leer/regalar de buen cómic europeo y específicamente del Oeste, es Gerónimo, publicado por Ponent Mon. Y aunque en resumidas cuentas es lo que es, un western sobre la vida de Gerónimo, el legendario guerrero apache que azotó a los gobiernos de México y EE. UU; tiene esta historia un puntito original muy chulo en el guión empleado por Matz (cuyo nombre real es Alexis Nolent), un guionista francés de renombre que codirige con François Guérif una genial colección de cómic noir -que estoy loco por leer-, en la conocida editorial Casterman.

Gerónimo es un hermoso álbum que pretende ser realista en su histórica transcripción de la carrera de uno de los últimos grandes jefes indios. Un cómic donde los propios indios asumen el papel protagonista, con un guión fluido e interesante donde Matz evita perfectamente la trampa de caer en la simplicidad de contar una biografía tantas veces contada. Resulta una obra humanista donde el énfasis está en los personajes, sus pensamientos y su evolución en las pruebas de vida por las que tienen que pasar. Además, una visión elaborada en capítulos muy bien pensada, cada uno de ellos en última instancia correspondiendo a etapas donde el personaje/persona tuvo que enfrentarse a diversos puntos de no retorno en su vida. Os confieso que tengo bastante reciente la lectura de Gerónimo, El Apache: La Historia del Último Gran Jefe Indio, una biografía completa y detallada de la vida del famoso guerrero. En comparación, este álbum de Matz y Jef presenta por un lado un diseño más atractivo y elaborado, y por otro, una historia que se centra más en los momentos clave de su intensa vida. Ambos tienen sus ventajas, siendo el primero más informativo y completo, mientras que el segundo lee de forma más agradable y sencilla. Mejor dicho, se disfruta visualmente muchísimo gracias a los trazos de Jef, el cual utiliza un dibujo realista que otorga fuerza a la historia del legendario cacique. Ilustraciones y paleta de colores que logran un western de grandes atmósferas con un tratamiento gráfico donde esplenden magníficos y enormes espacios abiertos, paisajes norteamericanos evocadores. Una historia que entra muy bien y que también diría que conocer algún que otro detallito anterior de la biografía de Gerónimo, enriquece la lectura. Pues permite comprender mejor algunos de los pasajes del cómic.

Esi si, en esta versión de su biografía, me sentí un poco menos cercano al personaje ya que aquí da la impresión de encerrarse obstinadamente en una salvaje venganza a toda costa, mientras que el hecho de presentar su entorno y vida familiar, se deja un poco atrás. Pero quizás este detrimento sea más un problema mío por lo que comento de tener muy reciente una lectura parecida y andar constantemente comparando ambos productos. Sin embargo, me quedo con el diseño bellamente elaborado de Jef. En definitiva, un genial tomo de cómic europeo que recomiendo muy mucho a los fans del Lejano Oeste, ese que tanto inspira, en el que tantos dramas y horrores se vivieron.

Os dejo la sinopsis editorial, que me parece muy bien labrada:

1850, norte de México. En las tierras ancestrales de los apaches otra masacre tiene lugar. Un campamento es atacado por soldados mexicanos. Entre las víctimas, la esposa, tres hijos y la madre de un joven curandero de renombre: Goyahkla, “el que bosteza”. Goyahkla, que a partir del ataque tiene el don de la clarividencia, reúne a las diferentes tribus apaches para vengarse del pueblo donde tuvo lugar la masacre. En el combate homérico que seguirá, él gana el rango de guerrero y un nuevo nombre: Gerónimo. Pero si él ha decidido dedicar su vida a vengarse de los mexicanos, la llegada de los blancos lo complicará todo. Los apaches deben enfrentarse a un enemigo aún más numeroso y peligroso que Gerónimo subestimará inicialmente…

Reseña: Wyoming Doll, de Franz

Primer western del año que disfruto, ya había ganas. No es que tengamos mucho cómic del Oeste donde elegir entre las novedades y por eso agradezco enormemente a las contadas editoriales españolas que dan salida a este tipo de títulos, de los que, sin duda, hay cantidad de fans comiqueros en este país. Es por eso que no me cansaré de recomendar nunca los títulos que salten a novedades con esta temática. Muchas de ellas procedentes del mejor cómic europeo, que como he dicho en cantidad de ocasiones, es curiosamente donde mejor se elaboran estas tramas.

Wyoming Doll es un álbum de esos que se te hacen tan corto que terminas, y ya quieres volver a leerlo. Una historia que juega mucho con las pautas marcadas de los clásicos westerns, sinceramente, no revoluciona en absoluto el género, pero las sensaciones finales son de haber disfrutado de un buen cómic. Tiene mucho que ver la trama y el dibujo empleado por Franz; aunque no la forma. Detallado pero no esplende con fuerza debido al conglomerado de viñetas por página. Lo que me  lleva a pensar que, pese estar ante un álbum de sesenta y ocho páginas, Franz tenía mucho que contar y no quiso o no pudo por alguna razón.

La historia tiene un punto original, o mejor dicho, diferente. Después de la masacre clásica de una caravana por parte de los indios de las praderas, una joven escapa y es atendida por una pareja de hombres un poco estrambótica. Un joven blanco algo tosco (que madurará rápidamente), y un Lakota solitario, borracho de venganza que llevará estos términos si hace falta hasta un sentido suicida. Es la amistad entre estos dos hombres -que se convierten en tutores de la niña-, a lo que me refiero como toque original y poco probable. Hablamos de una época difícil donde el egoísmo humano brotaba como cactus en tierras baldías. La honradez brillaba por su ausencia. Cada alma viviente iba a lo suyo y hacía lo que tuviera que hacer para salir adelante. Por eso Wyoming Doll es un himno a la naturaleza, la amistad, a tres personajes en una historia donde intentan reconstruirse juntos. O por separado, pero dándose mutuamente razones para vivir.

Una trama un poco contemplativa que se marca el prolífico guionista e ilustrador de la BD, el señor Franz. Un cómic de lentitud asumida pero tensión constante. Relaciones entre blancos e indios (estamos en el inicio de la conquista de las Grandes Llanuras), así como entre tribus indias (Siouxs y Pawnees a la cabeza, enemigos hereditarios), todo bien llevado. Un álbum de cómic europeo que Ponent Mon pone en librerías este mes, ideal para los que aman el género western tanto o casi como yo. Alternando la visión del indio puro en armonía con la naturaleza y la del mugriento Lejano Oeste de los blancos que apenas tenían donde caerse muertos.

Wyoming Doll es un cómic imbuido de una inmensa tristeza. Una historia, un relato, un cómic, que perfectamente podría haber sido escrito por el mangaka de lo evocador, el desaparecido hace unos años maestro y señor Jiro Taniguchi (https://ponentmon.es/categoria-producto/taniguchi).

Reseña: Chez Adolf (Integral), de Rodolphe, Marcos y Fogolin

Chez Adolf nos remonta a la historia alemana en el preciso momento en que Adolf Hitler se convierte en canciller de Alemania y poco a poco comienza a instalar su régimen político con las consecuencias que todos conocemos. Es decir, el comienzo del Reino del Terror. En este caso, me parece muy interesante aportar lo que expone la sinopsis editorial de Ponent Mon porque con dos frases increpa y muestra lo atractiva e intrigante que puede ser esta historia para el que no la conozca. Dice así: «El 30 de enero de 1933 Adolf Hitler llegó al poder en Alemania y el dueño del bar llamado Los Alegres Amigos, cambia su letrero por el de Chez Adolf. Frente a ese lugar vive el discreto profesor Karl Stieg, quien decide llevar un diario sobre lo que está empezando a suceder sin llegar a imaginar cómo serán los años venideros de una ciudad, de un país, del destino del mundo…». Yo que he estudiado por activa y por pasiva todos y cada uno de lo sucesos de la Segunda Guerra Mundial; lo que más me ha interesado siempre es el cómo empezó todo. Una locura que casi se gesta de la nada. Una bolita de barro rodando cuesta abajo por la ladera de una montaña, que no deja de rodar durante de años, y a la que se le unen toda una serie de sedimentos que provocan que crezca en masa y tamaño hasta convertirse en la montaña más alta de dicha cordillera. Aparte del mal gestado en ciertos personajes, se dieron toda una serie de coincidencias perturbadoras, un cúmulo de granitos de arena que formaron una playa de kilómetros y kilómetros de muertes sin sentido.

El interés de esta serie radica en el ángulo de visión elegido por el guionista Rodolphe para contarnos esto. Es a través del profesor Karl Stieg que entenderemos el insidioso auge del nazismo y cómo poco a poco cada uno seguirá o sufrirá su doctrina a diario. Este señor reside en un edificio con vistas a la cervecería Los Amigos Alegres, cuyo dueño lleva el mismo nombre que el nuevo canciller. Y peor aún, comparte sus convicciones. Pero Karl Stieg, una figura culta que permanecía al margen de los asuntos políticos en ese momento, pronto se ve enfrentado a tomar decisiones. Entre las juventudes hitlerianas que reclutan a los más jóvenes y las leyes antijudías y bolcheviques que caen, el ambiente se tensa y no elegir equivale a autoproclamarse enemigo. Cada familia en el edificio, desde el guardián hasta la familia judía que todos conocen, experimentará estos eventos de una manera diferente.

Y en eso precisamente está toda la fuerza de este cómic. De esta serie que se publica de forma integral gracias a Ponent Mon. El gran Rodolphe centra toda la fuerza de la trama en una historia de historias (valga la redundancia). Nos muestra cómo mediante una sucesión de pequeños sustos, de pequeños golpes y un alistamiento muy bien ingeniado de toda una población que se dejó reclutar por una idea llamada nazismo; lleva al miedo y la resignación de millones de personas. El Mal se ha instalado y se ha apoderado del sentido común. Y muy pocos alemanes supieron alejarse de esa locura…

El diseñador español Ramón Marcos, todavía tan talentoso como siempre, no necesita desplegar mil efectos para restaurar la paranoia que reinaba en Alemania a finales de los años 30. El dibujo realista de Marcos es bastante bueno en esta serie, aunque algunas viñetas a veces quizás merecían un poco más de trabajo en los detalles y los rostros. No obstante, va muy bien gracias a la coloración muy a tono con el tiempo que propone Dimitri Fogolin.

Siento curiosidad por imaginar como podría avanzar esta serie (porque se podría) si se quisiera hacer. Este tomo recopila los dos álbumes que centran su trama en años previos al comienzo del terror. El primer volumen de la serie Chez Adolf toma como marco la Alemania de 1933, entonces en proceso de nazificación. Seguimos los trastornos provocados en la vida cotidiana de los habitantes de un edificio. El segundo volumen se basa en principios similares, excepto que viene después de una elipse de seis años durante la cual Alemania, en pie de guerra, ganó 120.000 km² de superficie, casi sin disparar un solo tiro.

La reflexión de Rodolphe sobre la posibilidad de dejarse arrastrar por una inmensa máquina de destrucción, unirse o morir, está genialmente representada en Chez Adolf.

Reseña: Los Cantos de Maldoror, de Antonio Hernández Palacios

Buenas y considerables obras ilustradas nos dejó el maestro Antonio Hernández Palacios en este país. Ponent Mon, una de las editoriales de cómic europeo más al quite, nos trae ahora su trabajo con Los Cantos de Maldoror (Les Chants de Maldoror) que compone el primero de los seis cantos poéticos publicados en 1869 por el escritor Isidore Ducasse, más conocido como Conde de Lautréamont. El que está considerado como gran renovador de la poesía francesa del siglo XIX. Un volumen donde A. H. Palacios vuelve a estar sublime impregnando de belleza cada ilustración que no tiene otra intención de evocar (o hacernos ver) lo que se cuenta en esta obra de Lautréamont, una de las más atípicas y sorprendentes de la literatura que fueron escritas entre 1868 y 1869.

Aprecié mucho esta nueva forma de ver la obra monumental que es Los Cantos de Maldoror. Me pasa mucho con la poesía que hay ciertas cosas que uno no llega a imaginar. O mejor dicho, mi mente retorcida tira por otros senderos más inusuales y escabrosos. Me hablan de pan cortado sobre una mesa y yo imagino un bosque azotado por el viento. Al ser tan rebuscado mentalmente, creo que este es mi principal contra para no leer poesía. Sin embargo, ayudado o apoyado junto a una buena ilustración poderosa como suelen ser las del maestro Palacios, todo cambia.

Lo mínimo que podemos decir es que esta obra es abundante, en cuanto al texto que alude. Lo mismo ocurre con el dibujo, marca registrada del autor al que le gusta lo barroco, lo recargado, de las pocas criticas que he oído sobre su trabajo. Pero esto es como todo en la vida, el abuso de lo ornamental, el recargamiento en el arte al que a algunos puede acomplejar a otros les puede resultar espléndido y maravilloso. Sin embargo, me da que en Los Cantos de Maldoror, A.H. Palacios lo hizo aún más adrede.

Los Cantos de Maldoror son, en realidad, los delirios de un hombre de un hombre de veintidós años (hoy en día un chico) al que la muerte se llevará apenas un año más tarde. Los ecos del poema van aumentando en intensidad. Los surrealistas consideran la obra como precursora de muchas. Pero entonces, ¿qué cuenta exactamente? Las impresionantes ilustraciones de Palacios se presentan con extractos del canto primero, donde pronto nos damos cuenta que estamos ante un héroe malvado, satánico, en lucha abierta contra Dios… Maldoror, ser sobrehumano, Arcángel del Mal, lucha bajo diferentes formas contra el Creador. Comete asesinatos en los que evidencia su sadismo y perversión, y todo expresado en modo épico, se desarrollan actos extremos con objetos y animales que hablan, donde las metamorfosis se multiplican. Y, por supuesto, está permitido el énfasis y el gigantismo de los personajes. Pero una ironía constante avisa al lector. Lo que tiene ante sus ojos es, sobre todo, una voz crítica sobre lo que realmente asusta al ser humano. Él mismo.

Los Cantos de Maldoror elaborados por el maestro Palacios vieron la luz por primera vez en 1982 en Metal Hurlant; la revista comiquera francesa editada entre 1974 y 1987, con una destacada influencia en el medio pues promovía el boom de la Ciencia Ficción de aquellos años. En el año del centenario del nacimiento del autor, decidme si no es una buena noticia que por primera vez en nuestro país se recojan las ilustraciones originales que el autor hizo para Los Cantos de Maldoror. Tenerlo ahora todo recogido en tapa dura, en un genial álbum al estilo del buen cómic europeo. Un volumen donde se publican los dibujos en blanco y negro tal y como fueron concebidos por el maestro, sin los colores utilizados en la versión aparecida en la revista francesa. Acompañado además del texto Isidore Ducasse, huellas y misterios de una vida, de Hebert Benítez Pezzolano y En el centenario de Hernández Palacios, de Luis Alberto de Cuenca, un emocionante epílogo sobre la obra del indiscutible de este maestro del cómic. Así que alabemos a Ponent Mon por seguir publicando obras de uno de mis ídolos. Que se publiquen obras de Antonio Hernández Palacios siempre es una buena noticia.