De unos años hacia acá, diría que el tándem de autores más potente de cómic de género de negro, el más indispensable a seguir son el que forman Ed Brubaker y Sean Phillips. Y no hay discusión. Les avalan grandes cómics, tramas, viñetarios de lujo como pueden ser Pulp, Reckless y Criminal, entre otros. Y es muy cierto que Donde vi el cadáver es todo un logro por que es donde se plantea un plano de la escena del crimen maravilloso como inicio con un misterio detectivesco que sigue los efectos de ese asesinato y su eco a través del amor y el desengaño. Lo define muy buen la sinopsis editorial.
Todo ocurre en la calle de un barrio. Una chica que lee cómics interpreta a una detective adolescente disfrazada de superhéroe, con un vagabundo que también anda disfrazado… Un chico del vecindario intimida a la gente con la placa de policía de su padre muerto y está teniendo una aventura con la esposa de un terapeuta (sí, todos tienen un secreto y todos están entrelazados en una especia de comuna urbana, todos pretendiendo ser otra persona). Veamos: chica superhéroe enamorada de un chico que se droga con una mujer infiel; ladrón de casas que busca dinero para sus dosis y lo amenazan con ir a la policía si no se detiene… Pero ella no es la única que sabe cosas. Está el tipo que dice ser policía que se acuesta con el ama de casa aburrida, que está casada con el psiquiatra aburrido, que trata al veterano de Vietnam sin hogar con trastorno de estrés postraumático, que es amiga de la niña vietnamita de diez años que sueña con ser policía-superhéroe, y que está secretamente enamorada de su vecino nerd mayor que ama los cómics. Y luego está el vecino entrometido. Y el investigador privado con su chaqueta exclusiva típica y su barba de tres días. Pero no nos enteramos del plan de asesinato hasta mucho tarde. Donde sabemos de estas personas que han tomado caminos separados y miran hacia atrás como si se tratara de un verdadero blog o podcast sobre crímenes.
Con un cuadro inicial que no es otra cosa que un mapa del barrio de referencia, tenemos una serie de vidas entrelazadas (que asemeja las interconexiones de calles que puede tener el suburbio de una ciudad grande), una pequeño ubicación donde todo el mundo finge. ¿Idea original? Quizás no. Pero una historia que todo amante de la obra de Brubaker disfrutará. Cuentan que Donde vi el cadáver fue un intento de responder a la petición de Sean a Ed de que escribiera un romance. Y eso os puedo decir que no funciona del todo. Pero que amor, a estas alturas, lo hace. Sí que tenemos un argumento magníficamente elaborado. Como un podcast de true crime mezclado con una narración en forma de diario perdido hace años.
Donde vi el cadáver, no se parece a nada que Brubaker y Phillips hayan guionizado y dibujado antes. Queda una mini novela gráfica muy chula de comentar entre gente a la que le gustan los misterios policíacos. Una historia retorcida como la vida misma. La diferencia, sin embargo, es sutil. En este cómic no hay asesinos en serie, ni mafiosos con armas, ni universitarios suicidas poseídos por demonios. Claro, hay un cadáver. Y un misterio. Pero parece menos importante, de alguna manera, que las patéticas vidas de los numerosos personajes cuyos destinos están entrelazados en la historia. Vidas cruzadas con temática criminal con las que he disfrutado mucho la sucesión de testimonios a través de los cuales se construyen las visiones que tienen los personajes entre sí. Pequeñas miserias socavan sus vidas.