Érase una Vez en el Este es una canción que hace un guiño a un western ahora famoso. Ya veo que no soy el único al que le gusta basar sus escritos en canciones. Sin embargo, no es nada agradable cuando sabemos que dicha canción cuenta la trágica vida de Isadora Duncan, una famosa bailarina estadounidense que revolucionó la danza gracias a promover el culto al cuerpo… y a como abrazaba el comunismo en el país equivocado. Ya sabéis como era la libertad de pensamiento político en USA allá por el siglo pasado. Y es que Érase una Vez en el Este cuenta la vida de una artista con momentos impactantes a lo largo de su vida, de forma bella pero también sorprendente como siempre es encontrar una historia así elaborada dentro del cómic europeo.
Isadora Duncan abrió una escuela en Moscú bajo los auspicios de Lenin, apoyando abiertamente sus políticas. Tendrás que tener la mente muy abierta políticamente para seguir leyendo o te dará un patatus… jajaj. Nah, basta simplemente con ser apolítico o gustarte saber de personajes y su modo de ver la vida independientemente de cómo pensaran. La empatía por encima de todas las cosas. Ponerse en el lugar de otro, que se llama. Pues Isadora tuvo momentos desconcertantes en su vida incluyendo su propia muerte. Muy famosa por el hecho de que su pañuelo de seda se atascó en la rueda trasera de su descapotable en 1927, en Niza y muriendo estrangulada y arrojada de su vehículo de la peor manera posible. Uff. Pero eso no lo veréis aquí. O no tan detallado. Eso os lo cuento yo que tras un cómic tan atrapante de leer que acaba de publicar Ponent Mon, me puse rápidamente a investigar más sobre la vida de esta mujer.
Isadora Duncan fue una mujer muy hermosa que no dudó en bailar desnuda con un ligero velo. Era una estrella de Hollywood con todos sus excesos (excéntrica, amante libre, bisexual y comunista). Un bomba de libertad humana y existencial, insisto, con una muerte estúpida para quien encarnaba tanta gracia y belleza. Te sientes víctima de una broma macabra cuando te topas con estos hechos que tras medio-verlo al inicio, ya no se te van de la cabeza en toda la lectura. Pero de todas formas, en Érase una Vez en el Este no nos encontramos su vida al completo. El volumen se centra en saltos temporales de sus vivencias, pero, sobre todo, en su episodio soviético donde seduce con sus poses al brillante y atormentado poeta Serguéi Essenin. Con quien vive un intenso romance, pese a ser dieciocho años menor que ella.
Pasajes de una bailarina revolucionaria, que sentó las bases de la danza contemporánea con coreografías liberadas del corsé del ballet clásico. La primera parte del tomo se centra en su relación con el joven poeta y en momentos contrariados de pareja por culpa de la bebida y la depresión del poeta. Así serán conocidos sus estallidos de violencia en hoteles y en particular por los medios de comunicación. Se podría decir que son una de las primeras parejas de la tele-basura de la historia moderna.
Después nos sumergimos de lleno en la Unión Soviética de entre-guerras. La década de 1920, muy acertado el apodo de «los locos años veinte”. Un escenario ideal para esta historia a las puertas del surrealismo. Surrealista, de hecho, es el destino de los dos personajes principales. Y es cierto que tuve algunas dificultades para entrar en la historia. El primer capítulo tras el drama, confunde un poco. Pero, rápidamente, la historia empezó a encajar. Su aspecto histórico es interesante mientras que las anécdotas a veces divertidas, a veces desmoralizantes y a veces dramáticas, terminan por darle vida al hilo conductor de las viñetas. Con una narración peculiar, los autores no dudan en hacer dialogar a sus personajes de forma muy artificial para sumergirnos en su pasado. Pero estos diálogos, incluso improbables monólogos, son interesantes. Entonces llega el encanto del cisne que tienes entre manos y ya cada personaje empieza a participar con lógica al visualizar a ese ángel en la tierra que baila. Es como ver un drama en televisión que creías que no te iba a gustar y terminas viendo la peli hasta el final, incluso con palomitas.
Una trama reservada a lectores liberales, abiertos de miras, amantes del arte en su sentido más amplio.
En este cómic resaltan las ilustraciones de Oubrerie, en especial, en las secuencias de danza, con trazos que llenan el cuerpo de Isadora de movimiento, agilidad y elegancia. El guion de Julie Birmant muestra las circunstancias en las que crece la bailarina y sus influencias expresivas. Además, sus encuadres y paisajes están inspirados en las películas de Sergio Leone, como refleja su título. Como anécdota, me pareció curioso que no se cuente nada sobre los dos hijos de Isadora Duncan, lo cual es bastante sorprendente cuando se sabe lo que sucedió.
Personas diferentes que realmente tienen mala suerte en la vida.