Hace tiempo que supe que uno de los pocos lugares mágicos donde encontrar buenas historias, era en la BD, también llamada Cómic Europeo. Un magnífico sitio donde poder dar con mil y un cómics bastantes originales a poco que busques o te informes. Y no es como antes que tenías que leer en francés o inglés, o esperar a que las poquísimas editoriales de entonces decidieran lanzarse con algún titulo. Hoy es fácil. Tenemos algunas editoriales que de forma mensual traen BD. Específicamente, Ponent Mon, que sinceramente solo publican calidad, pues aún no he leído un cómic malo publicado por esta editorial. Más atractivos o menos, a mis gustos, pero siempre interesantes. Subterráneos es una de esas novedades que Ponent Mon tiene ya para reserva en librerías ahora que parece que todo está volviendo a la normalidad. Una muy buena lectura de un tomo que me ha dejado fascinado por contener una trama muy cambiante. Comenzando en aquella época en que los hombres comenzaban una dura lucha por sus libertades laborales, para no vivir sólo para trabajar. Dejar a un lado la pobreza que se convertía en tristeza sin posibilidades de futuro, allá por la década de los años 20 y 30.
Nos vamos entonces a una mina donde el capital burgués ve la mano de obra como un mal necesario y donde los accidentes son habituales. Henri y Lucien son familia. El primero, es representante sindical, es virulento y siempre está atento a las señales de advertencia de las batallas que se librarán. Lucien parece ser una fuerza de la naturaleza; tranquilo, fuerte, parece lo suficientemente confiable como para ser apreciado por todos. Para él, la familia tiene prioridad y acepta su condición para ofrecer lo mejor a su hija pequeña. Henri parece presentarse como el personaje central, pero desaparecerá y es Lucien quién se hará primordial en la trama…
Subterráneos comienza como una historia ordinaria de lucha social, un drama sobre las condiciones de vida del populacho, encargados rebeldes, tensiones entre trabajadores, la lucha milenaria de quienes confían y entran gradualmente en el sistema. Y por supuesto, de quienes luchan contra él. Siempre se ha dicho en el mundo de la minería (y creo que esto vale para todos) que los trabajos tienen dos categorías: «Los que están con el jefe, y los que cavan…». Pero a lo que vamos. La historia. Un minero desaparece de la mina, pero la gerencia no hace nada para encontrarlo. Sabotajes tuvieron lugar al mismo tiempo y continúan incluso después de la desaparición del cabeza de turco. Lucien no está preocupado, pero Henri el sindicalista, sí que lo está, sobre todo, por el estado de la mina, las máquinas y todo el material. Los transportistas se apresuran por las bifurcaciones a retirar su carga preciosa y misteriosa, hasta que Henri cree haber visto salir una mano enorme y metálica de la carga…
Realismo social, y de pronto, todo cambia. Primero con una máquina futurista, luego con criaturas de las profundidades, dominantes y dominadas en una especie de relación religiosa, algo que parece una similitud mágica al mundo de la superficie. El guión de Romain Baudy es atractivo, eficiente como el infierno y tiene un ritmo perfecto. Pues cuando crees que estás leyendo una historia, te sorprende con otra. Aunque viendo la portada del cómic, obviamente guardas expectativas de cuándo podrás ver a ese enorme bicho-robot en acción… Y las secuencias lo permiten en una buena variedad de tomas. Con una línea clara y efectiva, la coloración de Subterráneos puede ser de las más chulas vistas últimamente. Pero en su conjunto, Romain Baudy reunió una auténtica historia política, un maldito género si se le puede llamar así, que se vuelve inteligente y emocionante cuando se torna en fantástico. Especialmente, los fragmentos de steampunk introducidos, con la entronización de la máquina (¡Y qué máquina!) en las galerías mineras. Pero también con ese aire Heroic Fantasy subterráneo que provocó que pasara de una otra página rápidamente por lo fresca y dinámica que se volvió la historia de repente.
Subterráneos, una genial obra de orfebrería en formato cómic.