Una de las lecturas piscineras más tiernas que acabo de vivir, ha sido mi experiencia con Alguien con quien hablar, de Grégory Panaccione. Recién publicado por la siempre recomendable Ponent Mon -una editorial donde se pueden encontrar tanto joyitas de manga como de cómic europeo-, la obra de Grégory Panaccione es en realidad, una traslación a formato cómic de una novela de Cyril Massarotto. Un guión que contiene una trama bastante agradable de leer, lo que llaman aireada, porque vais a encontrar algunas páginas mudas, pero dibujos que no necesitna palabras porque dicen bastante con lo que representan.
Panaccione estuvo publicando bastante durante algunos años. Su producción es bastante ecléctica y es un autor del te puedes quejar únicamente de él en que todos sus héroes tienen más o menos la misma cabeza o modo de pensar. Al menos, con lo visto hasta ahora por mí. Pero aquí la trama fantástica que trae es bastante poderosa y original. El protagonista, un tipo solitario en su cumpleaños, llama al único número de teléfono que recuerda y descubre que le responde un niño. Uno del que le suena bastante la voz… Entonces la vida de este tipo bastante común cambia por completo. Su modo de pensar pasa de negativo a positivo, lo vemos como agarra su vida de la mano y la saca del pozo. Una vida que se estaba yendo por el desagüe.
En Alguien con quien hablar también encontraremos pasajes divertidos, en particular, la relación entre nuestro héroe y su jefe, que dinamizan un poco la trama, que no está exenta de momentos no aptos para depresivos o pesimistas de la vida. Y es que sinceramente, y en un principio, tenía miedo de no tener empatía con el personaje principal porque no me suelen caer bien la gente que se rinde fácilmente y con nada deja de luchar por avanzar en su vida. Mejorar. Pero es cierto que el atractivo de Samuel empieza a ser cada vez mayor mientras más avanzas en el tomo. Los sentimientos esplenden y los sentidos en el simbolismo (valga la redundancia) están bien insertados y la historia es buena. Aunque tengo que objetar que es una aventura que se despacha tan rápido que duele pensar que no sabremos más de la vida de Samuel. Se convierte en un nuevo amigo con el que te consigues llevar bien, terminas queriéndolo, y el corazón se te exprime cuando caes en la cuenta de que no lo volverás a ver jamás…
A menos, que releas la historia.
Me encanta el dibujo de Panaccione con su movimiento sencillo y aplicado al final. El dibujo de este hombre también expresa su angustia y el hecho de un personaje/persona completamente perdido. Incluso el color, captura la atmósfera sombría que acompaña la vida de Samuel. Colores apagados, colores suaves, para una historia de vida, de frustración, de amores y sueños incompletos con los que me identifico bastante. Esa intrigante posibilidad de revisitar o incluso modificar la infancia de uno. Teorías en las que uno piensa casi todos lo días.