Barbaric es un cómic que se hace un poco difícil escribir sobre él. Hay demasiado hecho bien aquí y bueno, puede parecer raruno que yo alabe muy mucho un cómic que no es mainstream. Eso me dijeron una vez…, jajaj. Fuera de tontería twiteras varias, en mi opinión, cuando algo es bueno, es bueno y, sobre todo, lo primero es dar gracias porque haya visto la luz. Y es que en Barbaric realmente todo funciona incluso su “porqué”. Y estamos hablando d de un cómic Fantasy. El cómic que hoy os reseño es una muestra de combinación perfecta de concepto fantástico y salvaje, con ritmo alocado, humor áspero y una intrépida subversión de algunas de las vacas sagradas del género pulp. Como decía, hay muchas cosas bien hechas aquí.
En Barbaric: Pecados Mortales encontraréis una sección transversal absurdamente entretenida de los intereses de la historia que se encuentran en los respectivos trabajos de Vault de Gooden y Moreci. Pero Barbaric tira más hacia el cómic bárbaro o nórdico, ese que se ha visto renacido bastante en los últimos tiempos gracias a series de TV como Vikings. Por otro lado, cierto es que es tentador hacer una comparación rápida con Conan el Bárbaro, y que incluso en la historia se hace alusión, pero no van por ahí los tiros, además de ser algo que iría en contra de Barbaric.
Escrito por Mike Moreci (Batman, Wonder Woman, Escuadrón Suicida) e ilustrado por Nathan Gooden, Barbaric ha sido uno de los cómics independientes con más éxito de los últimos años en USA con más de 35.000 ejemplares vendidos en apenas unos meses desde su lanzamiento. Lo trae a nuestro país y recién publica Editorial Hidra. Con un máxima muy poderosa como es la idea de que Owen, el protagonista, es un bárbaro que ha sido víctima de una maldición que le obliga a hacer el Bien durante todo lo que le quede de vida; a un tío lleno odio y desgarro, ya es obvio que se le va a hacer un poquito difícil. Su única brújula moral es un hacha parlante adicta a la sangre. Y junto a ella o con ella, deambulará por el reino, condenado a echarle una mano a cualquiera que busque su ayuda. Y evitando a las brujas en todo momento. Porque si hay algo que Owen odia más que una vida con reglas, son las brujas…
Barbaric es una subversión del héroe mitológico, del grosero bebedor empedernido que golpea al que no le cae bien con fuerza extrema antes de terminar su jarra. Rodeado de cerveza y rodeado de amantes generalmente anónimas, encontramos una historia de un ser despojado de todo su glamour, ahora maldito y sometido a hacer lo que nunca deseó. Encima el personaje está cansado, es identificable y es divertido en su oscuridad. Para acentuar todo esto, también empuña un hacha parlante que se emborracha con la sangre de sus enemigos, y se emborracha de una manera familiar que va a hacer que os partáis de risa… Un concepto entretenido y original que me maravilló. Además de todo esto, Barbaric presenta esa magia intangible e indescriptible que todos los grandes cómics parecen tener. Ese don imposible de describir que mantiene la vista del lector recorriendo las páginas una tras otra, súper entretenido con lo que está viendo.
Barbaric es un cómic típico pero no obvio. Las expectativas que genera se desvían de maneras interesantes y en última instancia, es un juego de ritmo rápido que no escatima en la filosofía o los conceptos inteligentes necesarios para fomentar el núcleo fantástico de siempre. También es un cómic perfectamente ilustrado, en el que se exhiben los amplios talentos del artista Nathan Gooden y el colorista Addison Duke. Gooden es, en mi opinión, uno de los artistas más subestimados de todos los cómics actuales, capaz de cruzar sin problemas la delicada línea entre el diseño visionario y la narración visual entretenida.
Echadle un ojo porque merece la pena.