Otras de las joyitas comiqueras que se han podido encontrar en el Salón del Cómic de Barcelona de este año y que ya está disponible en librerias especializadas, ha sido el tomo integral y recopilatorio de Los Escorpiones del Desierto, de Hugo Pratt. Sí, del maestro italiano, que obviamente también realizó otras obritas y muy chulas fuera del eterno Corto Maltés. Ayer me puse con este terrible cómic bélico y hace un rato mismo lo terminé casi sin respirar. Me pregunto por qué esta obra era casi desconocida para mí, porqué me pasó casi desapercibida en su día. Y sé que estaba jugando con fuego, porque uno ya sabe como es el ser humano por lo general cuando vienes de leer tremendos cómics de un autor y lo normal es que todo lo que no sea eso, parezca de muy inferior calidad. Pues en principio os diré que Los Escorpiones del Desierto es uno de los cómics más preciosista que he tenido la suerte de leer. Esta sería la segunda creación de Hugo Pratt que leo después del increíble Ernie Pike Integral que también se marcó Norma Editorial; obra a la que por cierto recurro cuando necesito inspiración de buenas historias bélicas. Por lo que declaro que Los Escorpiones del Desierto se suma a esa mini colección-de-inspiración.
Pratt consiguió llevarme de viaje por el desierto de Libia, entre soldados y mercenarios británicos, italianos y africanos, mientras captaba de una manera muy realista todo el duro y cínico escenario de una guerra sucia (no es que haya guerra pura, pero se habla bastante de ello), así como unos paisajes muy especiales, llenos de una belleza tan simple como salvaje. Como en definitiva es el entorno desértico. También conocí a personajes muy interesantes, y me encontré con escenas de acción y escenas «exóticas», y se me ocurrió una idea para la parte específica de la II Guerra Mundial en África, una parte relativamente desconocida para muchos lectores que no ahondan mucho más allá. Y bueno, no hace falta decir que la atmósfera es increíble y el cómic volverá locos a los fanáticos de las aventuras de guerra clásicas pues casi que se respira arena y polvo. ¡Y qué placer encontrarme con Cush! Para los que hayan disfrutado de los titulos de Corto Maltés, este guiño les gustará. Si Koinsky es menos idealista y más pragmático que Corto, no es menos enigmático. Sobre todo, porque las lagunas de estas áreas de conflictos están muy bien trasladadas por Pratt. Las opciones de alianza de los pueblos, la diplomacia de las alianzas temporales, el desfase entre una situación sobre el terreno y un estado oficial percibido como tal por los que deciden… todo ello está admirablemente representado en este cómic. Asi como las corrientes y cualquier tipo de guerrilla posible en esta región del África, un lugar en el que un día podemos ser aliados y otro enemigos.
Aquí los hombres son los juguetes de una guerra. Pura realidad. Es inquietante, seguimos las aventuras del grupo, las traiciones, nacen las amistades, también vemos los sueños detrás de cada individuo; el que haya estado alguna vez vinculado al ejército lo disfrutará a tope. Varios personajes resultarán muy cautivadores a lo largo de la historia, además de Koinsky, que sigue siendo escurridizo, nos tocará La Motte, soldado francés, la comandante Fanfulla y por supuesto Cush, a quien disfrutaremos y donde incluso nos darán más info sobre él que la que se aporta en Corto Maltés. Un tío más violento que Corto, Koinsky juega con la muerte de los demás cuando Corto únicamente es capaz de jugar con la suya. Sobre todo, los álbumes uno, dos y cinco (y para mi el cuarto, en especial), son joyas del noveno arte.
Esta larga serie de relatos (en años) comenzó en 1969 en la revista Sergent Kirk (creada para dar cabida a los cómics de Pratt, incluido, por supuesto, Corto Maltés). Luego continuó en otras revistas italianas como Linus y Corto. Concluyó en 1992 y ahora la tenemos para nuestro deleite en una bonita edición integral prologada por el guionista Felipe Hernández Cava. Una obra que aporta una psicología muy interesante.