Evolution Comics es ese sello con el que Panini Cómics nos publica cada mes, cómics situados fuera de la todopoderosa Marvel. Un lugar donde encontrar cómics de otras editoriales, entre las que se encuentra BOOM! Studios, una editorial estadounidense de cómics y novelas gráficas, que publica de vez en cuando títulos la mar de chulos. Y con grandes autores en su haber. Como por ejemplo esta Proctor Valley Road que viene de la mano del maestro Grant Morrison. Un cómic al que entré de cabeza al saber que contenía una escalofriante miniserie de Terror. Porque sí friends, el cómic encajaría dentro de mi muy amado género pues sigue a cuatro adolescentes en la USA de los 70s, que por una cosa o por otra, terminan teniendo que buscar a gente desaparecida. Esta es de esas historias que hay que tratar de mantener los spoilers al mínimo, pues se pierde mucho, a poco que cuentes. Y ahí voy:
August, Rylee, Cora y Jennie han organizado un «Spook Tour» con sus compañeros de clase en el tramo de carretera más embrujado e infestado de espectros de todo el país. La idea es conseguir pasta, financiar la asistencia al concierto de sus sueños, pero dicha empresa se verá truncada, de hecho, se volverá mortal. Estos cuatro amigos terminarán corriendo, intentando rescatar a estudiantes desaparecidos… temiendo por sus vidas. Deberán acabar o salir indemnes de los males que deambulan por la Proctor Valley Road…; habitat de monstruosidades que acechan en el corazón de la América profunda.
Mis primeras impresiones sobre Proctor Valley Road fueron buenas. No es mi cómic favorito y quizás para algunos sea demasiado sangriento, pero no para un lector asiduo de Terror. La trama es interesante de principio a fin con estos cuatro adolescentes intentando estafar a otros niños que luego escapan y desaparecen. El primer grupo de niños tiene que salir y averiguar qué le pasó al segundo grupo antes de que se metan en serios problemas. Y entonces la historia rompe de todas-todas hacia el terror puro y mezcla criaturas sobrenaturales de forma brillante. Lo bueno de este tomo es que recopila los cinco números que tuvo esta miniserie, por lo que vais a poder disfrutar de la historia al completo, al más puro estilo serie de Netflix. Cuento esto porque sé de gente que anduvo loca un tiempo esperando la siguiente grapa tras la publicación de la anterior.
Proctor Valley Road no es diferente. Es una historia de Terror con temas ya tratados en otros medios; pelis, novelas, cómics… Pero entretiene, gusta leerla y nunca te hace verla prototípica. Es el don de Grant Morrison. Con el escocés, yo por lo menos, nunca me aburro. Pero sí que tiene eso que duele a muchos que justo cuando la trama está mejor, termina. Y no solo jode que no puedas saber más, deja la sensación de que quizás sí que hubo más pero se decidió cortar en el quinto número porque quizás estaba pactado así.
Franquiz proporciona el arte y los colores para la serie, y tengo que decir que me gusta el modo cómic europeo/amerimanga/pixar que propone. Eso si, la portada del tomo no es nada destacable. La del número #2 le da mil vueltas, por dios. Pero tiene un estilo que, aunque en mi opinión no se adecua al cien por cien para una historia de Terror, mola la pequeña sensación de yuxtaposición de dibujos animados y colores brillantes que aporta. Un arte curioso.
Para vuestra información (FYI) esta carretera de la que se habla en el cómic existe de verdad. Ha sido el foco de muchos documentales de fantasmas y leyendas urbanas que afirman que las entidades oscuras realmente deambulan por dicha área que circunda a California. Y también se cuenta que uno de los seres que se aparece es la viva imagen de un Minotauro; una enorme bestia con cuernos que deambula por la noche en busca de personas para alimentarse. Un lugar al que llaman realmente Proctor Valley Monster.
Tenemos así, una historia al estilo Stephen King en como centra una historia potente en los alrededores de un pequeño pueblo de Estados Unidos para retratarlo como fuente única del Mal. A lo Salem’s Lot o IT.
Cómic de terror en toda regla. Hay que publicitarlos sin miedo. ¡El Terror vende!