Solo el fin del mundo otra vez fue originalmente una historia fantástica escrita por Neil Gaiman y publicada en 1998. Yendo al grano, es una mezcla del clásico personaje de hombre lobo al estilo Lawrence Talbert de la Universal, la ciudad de Innsmouth de Lovecraft y también -por qué no- tiene cositas que recuerdan a una novela que me encantó en su día como fue A night in the lonesome October (Una noche en el solitario Octubre), de Roger Zelazny.
La historia comienza en pleno invierno en Innsmouth, Massachusetts. Talbot se despierta una mañana con resaca de hombre lobo. Se encuentra mal y vomita la pata de un perro y los dedos de algunos niños… Inmediatamente recuerda lo que sucedió la noche anterior. Se limpia y luego se dirige a su oficina. Cuando llega allí, un hombre gordo está encorvado en la silla junto a la ventana. El hombre habla de esos Profundos que vienen a veces del mar limpiando la orilla de la inmundicia que la habita. Lawrence le pide al gordo que se vaya y luego se da cuenta del letrero de neón que promociona a una psíquica al otro lado de la calle. Se dirige a ese lugar donde se anuncia Madame Ezekiel y esta señora le echa las cartas…
El tarot desvela la carta del hombre lobo, luego una con formas de Profundos por lo que se deduce que se deben hacer sacrificios para que se alcen desde el océano. Luego Talbot todo irritado saca una carta en blanco y otra y otra más. Y esto molesta a Madame Ezekiel que acusa a Talbot de estropear sus cartas y le echa de su tienda. Entonces se dirige a un bar a tomar un trago, el cantinero le sirve, luego toma un libro y procede a leer pasajes sobre cómo cuando la luna y las estrellas están en posición correcta para poder hacerse sacrificios dignos para que los Profundos puedan ser convocados… Se va iniciar el fin del mundo y Talbot, por supuesto, quiere saber cuál es su papel en todo esto.
Después de la lectura, he podido saber que Neil Gaiman escribió una serie de historias como tributo a Roger Zelazny. Y que P. Craig Russell las adaptó a cómics. Aunque la historia es bastante corta, Gaiman no deja de ofrecer como siempre una trama rica, descriptiva, de las que uno siempre quiere más. La forma en que escribe, el aspecto y los olores de este pequeño pueblo pesquero de Nueva Inglaterra provocan que el lector se sienta como si estuviera parado allí con el frío amargo del invierno en su aliento. El amor de Gaiman por H.P. Lovecraft es evidente en muchos de sus cuentos y guiones para cómics, pero aquí es demasiado evidente. Dejando aparte los nombres y lugares, sobre todo, en la espeluznante forma en que toda la gente del pueblo actúa hacia Talbot.
En cuanto al arte, Solo el fin del mundo otra vez desprende una sensación muy retorcida, casi demente. Troy Nixey hace un trabajo realmente fantástico con la atmósfera de Innsmouth; Talbot transformándose en el hombre lobo y luchando contra Madam Ezekiel en las profundidades del mar se dibujan de manera brillante. Nixey también hace un trabajo maravilloso en aquellos detalles lovecraftianos, como tentáculos y cosas resbaladizas y espeluznantes que chocan y hacen ruidos extraños en la noche, como fondo de algunas viñetas. Los personajes humanos tienden a parecer un poco tontos y deformes a veces pero el uso del color de Matthew Hollingsworth los magnifica.
Gracias a Planeta Cómic estamos podiendo hacernos casi cada mes con cómics que parten del consagrado autor del fantástico que es Neil Gaiman. Lo que es garantía de satisfacción. ¿Hombres lobo y Lovecraft? ¿Qué más se puede pedir?