Mezclar arte y belicosidad en un cómic es algo que no había visto… o no recuerdo haber visto nunca. Y poco menos que un autor francés para hacer esto bien, ¿no? Ya la portada de El Pintor Forajido atrae bastante y por eso, y un poquito más de tema histórico, me interesé por el álbum recién editado por Ponent Mon en nuestro país de la mano de Frantz Duchazeau.
El álbum comienza con un hecho histórico significativo, el regicidio del pueblo francés y su joven República. Están allí los mirones, los curiosos y varios pintores y diseñadores para congelar este momento en la memoria. La guillotina se destaca sobre un gran tablón en ángulo bajo. En el campo reina cierta anarquía, la muerte del rey no ha solucionado nada porque el pueblo sigue hambriento a pesar de la caída de la monarquía y los bandoleros son legión. Es en este contexto que descubrimos a Lazare Bruandet (un pintor desconocido para mí), un tipo grande, cojo, con una mirada un poco loca que de repente tira a su mujer por la ventana. Gesto que le llevará a huir a Fontainebleau e inmiscuirse entres sus bosques. Zona que conoce bastante bien, por cierto. Donde resurgen recuerdos de la infancia, tanto los buenos como los muy malos, a la vez que una tropa soldados llega a casa de su madre…
Un cómic que muestra escenas y crea tensión a menudo que avanzas. Viñetas por página, algunas silenciosas, que proliferan momentos de incertidumbre sin tener que aportar una sola palabra. Que permiten a su vez contemplar la hermosa naturaleza de los parajes que se recorren. Me gusta mucho el estilo de dibujo de Frantz Duchazeau, los colores también quedan muy bien. Un buen rato leyendo sobre los pasos de este pintor un tanto torturado y una historia que marca y renueva tus ganas por saber más del momento histórico que se refleja.
Frantz Duchazeau se inspira en la tumultuosa vida de un pintor desconocido, Lazare Bruandet (1755-1804), inmerso en la agitación de la Revolución, para pintar un retrato de este pintor fuera de la ley. ¿Pintor fuera de la ley? Pero todo parece relativo dado el caos que reina en París y en el campo. Una violencia omnipresente que tocó a Bruandet desde la infancia y que sin duda contribuyó a forjar su personalidad desmedida en muchos aspectos. Pues el pintor maneja la espada como el pincel y rechaza las convenciones de la pintura de su tiempo. Además, aspira únicamente a practicar su arte sobre el terreno. Una tierra lamentablemente invadida tanto por bandoleros como por las diversas facciones revolucionarias. Pero Frantz Duchazeau tiene la osadía de tomar como héroe de su historia a un personaje que no es simpático ni entrañable, pero que en cierto modo resulta eco de su tiempo. Seguimos sus andanzas con curiosidad, descubriendo poco a poco lugares de su infancia a los que regresa mientras asume de algún modo el papel y los excesos de un pintor maldito.
Brindo por esta elección de Frantz Duchazeau de presentarnos un álbum y un personaje fuera de lo común y hacernos querer saber más sobre el auténtico Bruandet. ¿Pintor loco? No sería el primero ni el último.
Aunque se maravillosa que la naturaleza que lo rodea le inspire para nuevas pinturas.