Quién si no iban a encargarse del regreso a librerías de American Vampire. Scott Snyder y Rafael Albuquerque regresan con uno de los títulos que los pusieron en el candelero como tándem genial a tener en cuenta. Una nueva visión al cómic de terror con una visión muy oportuna de lo que es, o mejor dicho, fue el país de la hamburguesa con patatas fritas. Han pasado cuatro años desde que Scott Snyder y Rafael Albuquerque trajeran al noveno arte American Vampire. Pero ahora este tándem de creativos se une de nuevo en un volumen que ECC Ediciones recién publica en nuestro país y que recopila los diez números que componen la miniserie. Nos trasladan a una década especialmente trascendental para ofrecer una mirada diferente a la historia estadounidense. Un volumen que además contiene la segunda entrega de American Vampire Anthology, compilación de historias cortas en las que un variado elenco de autores visitan el mundo creado por Snyder, Albuquerque, y no se os olvide, el eterno-dios-maestro, el señor Stephen King.
Después de explorar el rockabilly de la década de los 50s, los albores de la carrera espacial y dentro de esos años llevar el tema vampírico de una forma especial; American Vampire 1976 da un salto hacia el bicentenario de los Estados Unidos con un Skinner Sweet letárgico que aún se aclimata a ser convertido en humano después de décadas de vivir como uno de los no muertos. Claro, esto va, para el que ya conozca la obra anterior e inicial de American Vampire. Si no, os recomiendo que antes os hagáis con ella y la disfrutéis. Para así, ahora, en este tomo, encontrarse con un ser temerario que desafía a la muerte y que realiza trucos en un enorme país que tiende al apocalípsis, a la soledad, donde se deambula por lugares que el tiempo y la erosión agotan como ferias deterioradas y puebluchos en decadencia. Skinner anhelando emociones y los poderes que tenía como vampiro, mientras todo lo que le rodea intenta seguir adelante sin él. Mientras tanto, el resto del elenco tendrá que lidiar con nuevas amenazas mientras un antiguo Mal resurge y comienza a acumular suficiente poder para sumergir este-mundo-agotado en una oscuridad aún mayor.
Lo he dicho en más de una ocasión. Es terriblemente chulo como se nota el aire, el ambiente y la mano de Stephen King en American Vampire. No sé como lo hace, si su sola presencia basta o solo son sus consejos argumentales, pero el guión de American Vampire huele mucho a él. Una influencia que parece haber sido absorbida por los autores de la obra principal. Un cómic que siempre diré que podría ser una continuación u off-topic perfecto del libro de King, la genial The Stand (Apocalípsis). Tiene ese poderoso ambiente de desgracia en lo que nos espera en cuanto el mundo comienza a irse a pique.
Se siente mucho en American Vampire la presencia del Rey del Terror.
Por otro lado, con la posible excepción de Batman, no hay ningún personaje que Snyder haya creado que tenga una comprensión más firme que la voz que tiene Skinner Sweet. Incluso fuera de la visión del vampiro eterno y original que busca “entretenimiento” por el mundo, en 1976, en principio, dicho personaje anda más en un segundo plano. Pero cuando toca, Snyder lo lleva a un salto en el tiempo narrativo que justifica esa espera en el backstage y queda genial. Si bien se siente como el comienzo de una nueva historia, este es un volumen que recompensa a los lectores que estén actualizados en el título. Hay suficiente exposición para refrescar la memoria con aventuras pasadas. Insisto en que lectores que nunca antes hayan leído un número de American Vampire pueden sentirse un poco perdidos. Snyder entreteje las tramas para hacer que los paralelismos se sientan casi en cada página.
Albuquerque se desliza de manera similar para traer de vuelta el mundo de American Vampire sin problemas, junto al colorista Dave McCaig. Desde carnavales sórdidos en el suroeste hasta una cruda visión de la ciudad de Nueva York en medio de un crimen desenfrenado y discotecas repletas de gente que vive como si fuera su último día. American Vampire 1976 pisa el acelerador a fondo desde sus primeras páginas, regresando con suficiente sangre y furia para que la espera -en la que andábamos mucho- valga la pena. Esplende como Snyder y Albuquerque claramente se divierten con esta obra.