Reseña: Las Crónicas de Odio, de Peter Bagge

Odio es un cómic del guionista e ilustrador Peter Bagge. Fue publicado por primera vez por Fantagraphics, tuvo treinta números y fue uno de los cómics independientes más vendidos de la década de los 90s. En su apogeo, llegó a vender 30.000 copias por número. Pero poco después (2000y poco), Bagge revivió la serie en un Hate Annual, un cómic recopilatorio, mejor dicho, que comprendía la historia después del Odio inicial, en una especie de antología de relatos que completaban una historia ya de por sí, tan diferente como interesante. Donde Bagge aprovecha para satirizar sobre el libertarismo y la cultura y los dibujos animados de aquella pasada actualidad. Bastantes reseñadores han hecho referencia a Odio como un ejemplo importante de la cultura del cómic de la Generación X y la cultura grunge, en general. Y tienen razón. Peter Bagge tiende a ver los paralelismos con el estilo de vida grunge (aquel que tanto popularizó grupos como Nirvana) como una gran coincidencia, ya que hacía referencia a eventos que le habían sucedido diez años antes. Todo eso y más vais a encontrar en Las Crónicas de Odio, que recién publica Ediciones La Cúpula en nuestro país. Un integral súper esperado que ha tenido ya ediciones en varios idiomas como el italiano y alemán. País donde, por cierto, lo ha petado en ventas.

Odio sigue la vida de Buddy Bradley, en una continuación de los eventos de la tira comiquera del autor llamada The Bradleys. Una de las series regulares que aparecían en el anterior trabajo del autor en la publicación Mundo Idiota (Neat Stuff), en el que se explicaba la adolescencia del colega Buddy Bradley a finales de los ochenta y sus vivencias con su familia; un padre poco trabajador y autoritario que se pasa el día bebiendo cerveza y mirando la televisión; Babs, una hermana neurótica y poco agraciada; un hermano pequeño, Butch, con tendencias fascistas, y una madre que se refugia en la religión para poder sobrellevar el panorama familiar. Después, el autor sitúa la “acción” en dos tramos, una primera mitad en Seattle y luego en los suburbios de Nueva Jersey, donde Buddy tiene que lidiar con el final de la adolescencia, crecer a regañadientes, sus relaciones con una serie de tíos y tías desagradables que tiene que clasificar como amigos o posibles parientas… Y, por supuesto, trabajar en empleos sin ningún futuro. Está claro que Bagge usaba recuerdos propios como inspiración primordial.

Las Crónicas de Odio es la colección definitiva de una de las series de cómics alternativas más famosas de todos los tiempos. Un conjunto de volúmenes que, además de ser el tebeo por antonomasia de la Generación X, recopila ilustraciones y artículos relacionados con Odio creados para otros libros y revistas, así como historietas, juguetes, y más sorpresas creadas por Peter Bagge. Lo dice muy bien la sinopsis editorial. Efectivamente, nos vamos a trasladar a los primeros años 90, donde empiezan a aparecer por todos lados esos neuróticos que reviven la explosión del grunge, la MTV se convierte en un canal de televisión que hay gente que lo tiene 24h puesto, llega el advenimiento de los piercings y los tatuajes de mierda… (en los que yo caí). Pero también los primeros reality shows que lo petan en TV, la muerte del vinilo y el nihilismo como única forma de vida si eras joven y tenías dignidad… Que poca había.

Ediciones La Cúpula recién publica esta magnífica edición que recoge treinta años de cómics para disfrutar, lo que fuera publicado por Fantagraphics en una caja de tres volúmenes en el denominado Peter Bagge’s Hate. Para aquellos que quizás no estén familiarizados con lo que muchos consideran un cómic alternativo esencial de los años 90, Las Crónicas de Odio son ideales para trasladarte a esa época. Cómic que disfrutarás de lo lindo, por supuesto, si ya eras un alma estudiosa en pena en aquellos años, como era mi caso. Entonces, y solo entonces, te sentirás identificado varias veces con Buddy Bradley, cuyas tendencias más holgazanes solo se ven eclipsadas por sus extraños ataques de rabia, excitación, impotencia y, en ocasiones, ambición. Buddy, de hecho, es más divertido cuando está furioso. Y puede que sus peroratas obstinadas no siempre estén justificadas, pero ver a Buddy meterse en líos por una tontería… eso, no tiene precio. Todo con un arte descabellado, distinto, a veces perturbador, y a veces trasladado a una especie de feria de Teleñecos.

Lugar donde Bagge proporciona humor mordaz por los cuatro costados.

No es para niños.

No lo entenderían.