Tiziano Sclavi (Dylan Dog) y Emiliano Mammucari (Orphelins), dos grandes autores italianos reconocidos del cómic europeo, se juntan para obra impactante como Zardo. Uno de los nuevos títulos (el más reciente creo) que Panini Cómics en su conjunción con el sello italiano Sergio Bonelli Editore rescata para poner en librerías en nuestro país. Un cómic que lleva al desastre, a un día de desastres donde la Ley de Murphy triunfa para con una sola persona. Un lugar donde todos habrán tenido un mal día, donde una cadena de acontecimientos lleva progresivamente al agravamiento de la situación e inevitablemente todo se vuelve cada vez más complicado de superar. Sí friends, aquí en Zardo todo es una locura. Y a esa conjura de desgracias sumadle un toque «noir» muy bien llevado. Es como esas espirales de horror de las que han hablado más de un filósofo en donde llegas a un punto como ser racional que, o te enfrías, lo piensas y consigues parar, o todos los sucesos te arrastran hacia abajo y la cuesta aumenta su pendiente cada vez más. Qué ocurre? Que la mayoría de las veces, lo horrible no se puede parar.
Zardo es la «nueva» historia de Sclavi, el padre de Dylan Dog, que sabe preparar desayunos con horrores y meriendas de novela negra. Parece suficiente como sinónimo de calidad, ¿no? Pues sí, unas cuantas páginas son suficientes para llegar al corazón de la historia, unas cuantas viñetas de Mammucari para quedar encantado con un argumento digno de film (que de hecho existe). Como os decía, impactado aún por lo que sucede, y asombrado por cómo la situación se precipita cada vez más. Incluso cuando piensas que puede haber un momento de respiro, cuando piensas que «peor no se puede ir» aquí está la sorpresa, la evolución exasperada, grotesca que también puede hacerte sonreír tanto si es brillante como plausible. Así defino lo contado en Zardo. ¿Pero qué cuenta este cómic? Federico, el protagonista de esta historia, se ve arrastrado a una pesadilla que parece no tener fin, en una noche donde el sol parece no querer salir nunca. En esta negra historia de Tiziano Sclavi caes en el abismo en el que se ve desbordado el protagonista, que intenta esconder un cadáver, ocultando las pruebas que parecen acusar de asesinato a Francesca, su nuevo amor que le tiene loco no, lo siguiente. Pero Francesca tiene algunos problemas que parecen surgir de unos extraños comportamientos, y el tontolaba y fascinado Federico nunca logra decirle que no a las locuras de su nuevo amore. Sin embargo, el protagonista también es presionado por un violento detective privado que ha visto toda la escena y está dispuesto a chantajear a Federico para conseguir ¡¿dinero?!
Como decía mi abuela, aquí el que no corre, vuela.
Una trama convincente para una historia dibujada por una de las puntas de lanza de Sergio Bonelli Editore como es el gran Emiliano Mammucari. Aunque los colores son distribuidos por Luca Saponti y se disponen de forma muy ambiental para un guión del que Sclavi cuenta que lo tenía escrito hace treinta años, que era una “guión enterrado» y finalmente, tras pensarlo mucho, consiguió darle un giro de tuerca para tener una buena opción de publicación dentro del noveno arte. Y ese giro ya os digo que se nota cuál es. Un condimento final para una pieza que queda genial en un solo cómic. Porque si no lo sabéis la convincente historia de Zardo está inspirada en la novela escrita por el propio Sclavi titulada Nerón, publicada allá por 1992. Una historia que se hizo popular ya que el director Giancarlo Soldi le dio vida en la película homónima protagonizada por Sergio Castellitto, Chiara Caselli, Luis Molteni y Hugo Pratt. No obstante, el cómic retoma un nuevo guión, cambiando solo el título, el apellido del protagonista y haciendo una reescritura de mesa para la ocasión.
Pero entonces, ¿quién es Zardo y cómo terminará su historia? Un historia que impacta. En mi opinión, todo un acierto que Sclavi haya decidido darle vida nueva a esta vieja criatura suya para con el mundo del cómic.