Christophe Bec (1969) es un autor de cómics francés, conocido por haber creado Cero Absoluto (que publicó Planeta), Sanctuary (escrito por Xavier Dorison), Bunker (coescrito con Stéphane Betbeder), Carthago (que publicó Norma Editorial), Prometeo (publicada por Yermo Ediciones), Death Mountains (que traerá Yermo también en breve); y decenas de obras más. Ahora decidme cómo demonios un fan de este autor que se entera que Yermo trae a nuestro país «su» Tarzán, no sale a por patas a hacerse con él. A leerlo, devorarlo, pasar un buen rato de lectura, sofá y mantita con dicha volumen. Una curiosa forma de volver al Tarzán como El Señor de la Jungla y verlo como un personaje misterioso que nadie sabe quién demonios es. Una propuesta interesante porque puedo decir que es la versión en cómic más fiel a la novela de Burroughs que he visto nunca. Y aparte de fiel, diría que una versión más oscura y violenta, aunque sin pasarse. Pero, en definitiva, una obra más de Christophe Bec, del que se tendría que celebrar que sigan llegando nuevas obras traducidas de este hombre tan prolífico a nuestro país. Ahí va mi aplauso.
Tarzán forma parte de esta categoría de personajes que todo el mundo conoce, con una visión más o menos precisa de la historia original, que ha sido adaptada a todos los medios posibles para degustar como se quiera. En El Señor de la Jungla, Bec firma una versión más de género negro y por tanto más cercana a la historia original. Por supuesto, en este volumen estamos muy lejos de tener una versión diluida de Disney. Si podemos plantearnos la cuestión del interés de una enésima versión, en todo caso resulta acertada y agradable de leer a pesar de la cruda historia que vamos a conocer. Todo el mundo conoce el terreno de juego: Tarzán es acogido y criado por monos tras la muerte de sus padres en la jungla africana. Era tan solo un bebé. Esta adopción no será como un río largo y tranquilo que lleva a la paz. Todo lo contrario. Un sendero de bastantes escenas violentas. Pues el chico de los Greystoke no es aceptado por todos en su nueva familia y todo eso se muestra bien al principio de la trama, donde se brinda lógicamente por la ausencia de texto. Donde se narra la infancia con viñetas algunas muy efectivas que muestran que también entre animales hay bullying, y mordiscos cuando toca. Es algo habitual.
Esto marcará la pauta y mostrará cómo este joven se forjará ante la adversidad.
La historia encuentra su equilibrio cuando se cruza con seres humanos. Jane y los nativos. Deferencia muy bien reflejada. No obstante, entre la atmósfera pesada del comportamiento con las fieras que se guían solo por instinto (la convivencia con la fauna nunca es fácil), los encuentros con los nativos empiezan a dar quebraderos de cabeza también. Serán motivo de miedo, de incomprensión y por tanto de conflictos bélicos pues el diálogo apenas es posible. Lo mismo ocurre con los civilizados que se creen inteligentes y usan el arma antes que la lengua. Nos enfrentamos así a la triste realidad de los hombres, y a una historia que se vuelve más real que el cuento que les contamos a nuestros hijos. Y aunque es terrible, es creíble que todo lo que vemos en la historia sería totalmente real así. Por desgracia, tiene sentido que se conviertan en odio y sed de venganza, muchos de los actos por los que pasa Tarzán.
Momentos que te mantendrán interesado hasta el final.
Un volumen que en contra de lo que pensaba, es suficiente por sí solo para aportar una historia completa digna de apreciar. De hecho, es la historia de Tarzán que recomendaría leer o regalar por encima incluso de la novela. Para alguien que «lo necesite”. Da una visión del personaje y una crítica a la civilización de la época que está terriblemente bien conseguida. Sobre todo, más de cien años después de la novela (Tarzán de los Monos), que nació a partir del personaje creado por Edgar Rice Burroughs para la revista pulp All Story Magazine en octubre de 1912.
Luego llegaron veintitrés secuelas.
Y aún no parece que los hombres hayan cambiado su forma de comportarse.