ZOO tiene ese regusto a film francés moderno pero de época, con una gran historia detrás. Un ambiente grisáceo que se mueve entre la dura realidad y la ficción que posiblemente fuera verdad. Al leerla, sentí lo mismo y vino a mí de nuevo ese regusto que sentí con films de la talla de Amélie, o incluso más del tono de ZOO podría ser otra joyita del cine francés como es Largo domingo de noviazgo.
Este portentoso volumen integral de ZOO que publica Norma Editorial nos lleva a saber de Célestin, que vive en una pequeña aldea normanda y ha transformado su propiedad en una especie de zoo repleto de animales exóticos. Y es que, como me suele pasar con este tipo de obras de cómic europeo, quedé asombrado por la calidad gráfica de dicha trilogía. No solo por la alta calidad de los dibujos, sino también por el coloreado, la elección del encuadre o la increíble expresividad de la línea de Frank Pé. Maestro ilustrador como pocos. Nos vamos entonces al zoológico propuesto y encontramos una especie de edén frágil y atemporal e increíblemente representado. La atmósfera en constante cambio variará según el estado de ánimo de los cuatro protagonistas de la historia. Estos últimos, muy interesantes, son personajes marcados por la vida. Todos han sufrido (o sufren) de alguna forma, pero ahora, reunidos como una familia, son los protectores de un lugar amenazado, un lugar que los tranquiliza, tanto como los aleja del mal que procesa el mundo de los hombres fuera. Junto a Célestin conviven su hija adoptiva Manon, el escultor Buggy y la misteriosa Anna, una mujer desfigurada que procede de las estepas rusas. Fuera, llamando a su puerta, el inicio de la I Guerra Mundial y gente huyendo de sus casas y pidiendo misericordia…
La gran fuerza de este cómic son los personajes. Tras el guión de Philippe Bonifay, Frank Pé da vida a algunos personajes conmovedores en su humanidad (a menudo heridos), y al mismo tiempo muy característicos. Hay vida propia en cada uno. En un tiempo así, cada uno de ellos podría ser tu vecino, tu primo o incluso tú mismo. Todos y cada uno bajo la sombra de una guerra en ciernes que solo trae pobreza, mejor dicho, más pobreza de la que ya existe en esta época en los vastos campos del continente europeo. ZOO es de esas historias que me trasladan unos personajes posiblemente reales antes de su construcción. Una vez vivieron. Agreguemos a todo ello una historia simple, ya vista en bastantes films bélicos, pero siempre tan efectiva como real. No hay grandes revelaciones o misterios colgando en este guión, solo una serie de personas que viven al margen de una sociedad que colapsará repentinamente. Y la historia tiene ese toque de calma antes de la tormenta, que tanto asusta.
En su conjunto, ZOO es una bella novela gráfica, una enorme historia en tres partes, fina y melancólica, que rinde homenaje a todos aquellos que malvivieron por culpa de naciones sin miramientos, miembros todos de una especie que nunca es capaz de caminar junta en la misma dirección. Pongo este cómic en la estantería de cómics “atmosféricos”, porque en realidad es una ventana a otro mundo, una trama capaz de atrapar, evadirte y embrujarte por el fuerte poder de sus viñetas. Un dibujo lleno de detalles históricos gracias a Frank Pé, aparte de dinámico y acertado para con personajes, decorados e incluso con los animales que rondan el escenario.
Frank Pé es definitivamente un autor atípico. ZOO es una prueba más de su forma de estrujar y ofrecer al lector algo de la vida que no todo el mundo consigue captar. Su arte es tierno y hermoso, a la vez que cruel y severo. La vida. Simplemente. A través del noveno arte. Por lo que ZOO se ha convertido para mí en una grata lectura que me sorprendió con una historia conmovedora y con unos “actores” principales dotados de una gran profundidad de los que conoceremos sus virtudes y sus defectos. Célestin, doctora de gran generosidad e inmensa ternura, Anna que intenta curar sus heridas, Buggy, el escultor desollado vivo y una mujer y un niño que rondan el zoológico con algúna intención…
Sabed de ellos y veréis.