Papyrus es una de las colecciones de cómic europeo clásico que está publicando Dolmen Editorial. De esas que intento no perderme ningún número. Es un cómic que tiene ese sabor añejo que tanto nos gustan a los amantes del buen cómic europeo y que dio su proclama al otro lado de los Pirineos allá por los benditos 80, cuando en nuestro país, como mucho, de cómic extranjero solo podíamos disfrutar de superhéroes que habían llegado para quedarse. Es por eso del atractivo de cómics como Papyrus que tienen su gustoso poder en aventuras del Antiguo Egipto y en lo que este joven pescador que da titulo a la obra, vivió durante la época de los faraones.
Una de las cositas curiosas y chulas de Papyrus es, que desde 1978 hasta aproximadamente 2015 (aunque Lucien de Gieter decidió parar en 2013 en el número #33), en todo ese tiempo, se fue publicando un álbum por año. Uno por año. Se dice rápido. Estamos hablando de casi cuarenta años de publicaciones y todos y cada uno de los fans teniendo su ejemplar para degustar cada trescientos sesenta y cinco días. Un aventura al año para disfrutar entre otras tantas colecciones que uno tenía por leer cuando apenas tenía suficiente «money» para comprar todo lo que quisiera. Pero ahora Dolmen Editorial publica estos semi-integrales con tres álbumes por tomo, que son ideales para poder disfrutar de la colección. Los clasifica por años para tener un seguimiento visual que se agradecen una vez puestos en nuestra cómicteca.
Papyrus 1984-1986 contiene los títulos La venganza de Ramsés, La metamorfosis de Imhotep y Las lágrimas del gigante. El primero de los álbumes es bastante sencillo al principio, pero se va complicando el tema cuando la familia real va al templo milenario de Abu Simbel, y durante la revisión del lugar por parte del grupo que dirige Papyrus, caen en una trampa cuando se dan cuenta que dentro del lugar hay una pugna entre dos bandas que pelean por el tesoro más antiguo que existe.
La metamorfosis de Imhotep nos lleva a saber del clero de Memphis y sus intrigas por intentar desacreditar al faraón porque el sumo sacerdote Chepseka quiere convertirse en mandatario del reino (¿Estribillo conocido?) pero aquí, para frustrar el complot, Papyrus y su equipo debe trabajar en varios frentes abiertos: ahorrar tiempo recurriendo al doble del Faraón que debe realizar el Heb-Sed, recuperar la hierba de cocodrilo para curar al verdadero Faraón, y por supuesto, desenmascarar a esos instigadores que tratan tan odioso complot.
Las lágrimas del gigante correspondería al noveno ejemplar de la serie y es el volumen con guión más adulto que he encontrado hasta ahora. ¿Por qué? Porque se percibe que Lucien De Gieter se basa en gran parte en Sinuhé El Egipcio, novela de Mika Waltari, súper referencia de esta ambientación. donde nos encontramos con un faraón pacifista que desea mantener la paz con el Imperio Hitita, y un general ambicioso que desea reconquistar el Este aprovechando la guerra entre hititas y asirios. Aunque eso signifique desobedecer los acuerdos de paz firmados por su país. Pero una princesa hitita que guarda el secreto del acero -ese metal mágico contra el que las armas de bronce ceden-, va a decidirlo todo. Y eso que el odioso Menehetet desea utilizar los poderes mágicos del sumo sacerdote de Sekmet para secuestrar y hacer hablar a la futura esposa del faraón.
Un volumen cuyas historias brindan bastante por las pociones, los encantamientos y el belicismo. Tramas bien interpretadas y con suspense bien añadido. También «deus ex-machina” como guindas de pastel. Pero es normal. Estamos hablando de historias ochenteras, como os dije antes, y una serie que claramente iba dirigida al público juvenil de la época. O sea, nosotros. Papyrus, del autor belga Lucien de Gieter, huele a buena voluntad y humor. También a género de aventuras propiamente dicho. En estos números aplica, una vez más, todo lo que concierne al Antiguo Egipto y sus arquetipos del héroe. Conocimiento a la vez que disfrute. ¿Un principio de cómic de aventura histórico? Por supuesto. Recoge muy bien los mitos, leyendas y cuentos que se utilizaron para sacar adelante la seductora fantasía egipcia.
Demonios y maravillas a partes iguales.