Hay historias que te cambian la vida. Más o menos. Y es que a estas alturas uno se siente un poco extraño al sentarse a escribir una reseña de Las Crisálidas. Obra de un autor tan reconocido en la literatura fantástica, tan súper recomendado entre los que amamos los tres grandes géneros, como es John Wyndham. Un libro que leí por primera vez cuando tenía once o doce años y que tenía muchísimas ganas de retomar pues cuando uno anda escaso de ideas, las mejores fuentes son pura inspiración. Pero hasta no ponerme con esta genial edición que ahora recupera Alianza Editorial, no recordé que lo que disfruté mucho entonces era que el protagonista era un niño de misma edad. David Strorm me cayó bien desde el principio. Leer Las Crisálidas, es esa sensación de volver a pasar tiempo con un viejo amigo.
Las Crisálidas se desarrolla en algún momento en el futuro. Realmente no se sabe cuando, pero se puede asumir que han pasado al menos mil años desde hoy. La civilización cayó hace bastante y ahora solo quedan reductos que intentan salir adelante en una era agrícola en gran parte muy poco tecnológica. El no saber en esta novela te intriga, te atrapa de forma brillante, no se sabe con certeza qué fue de la humanidad, pero los indicios apuntan a que una guerra nuclear a gran escala, tuvo bastante culpa de la extinción de la prosperidad.
David vive con su familia en una granja en Waknuk, parte de lo que ahora conocemos como Labrador. La vida no es fácil allí. Se teme que las «desviaciones» (cultivos y animales mutados) sean obra del Diablo y deben protegerse, desarraigarse y destruirse para garantizar la pureza genética. Las «abominaciones» (personas mutadas) son esterilizadas y expulsadas a Las Franjas, una tierra donde la realidad es un tormento y la esperanza de vida es corta. Una frase muy optimista. Esas famosas desviaciones físicas son fáciles de detectar: un dedo extra, brazos largos, etc…Pero la desviación de David no se capta a simple vista. Su mutación le permite comunicarse mentalmente a largas distancias. ¿Y eso es una maldición o un don? A medida que crece, la situación se vuelve cada vez más difícil para el grupo social donde vive. Ocultar su desviación se vuelve un problema, y lo peor es que si le descubren, la cosa sólo pude terminar de una forma. Pues en una tierra impulsada por la religión (la Biblia es solo uno de los dos libros que sobrevivieron a la Tribulación, el fallecimiento de los ancianos), el propio padre de David es uno de los fanáticos más fervientes que no dudaría en entregar a uno de los suyos a las autoridades.
Cautivadora historia, fabulosa trama como solo Wyndham (uno de mis tres autores favoritos) sabía crear. Una obra que para el lector asiduo e incauto que aún no la haya leído, casi todo le parecerá un argumento bastante trillado. Pero recordad que estamos recurriendo a las fuentes. Las Crisálidas vio la luz, nada más y nada menos, que en 1955. Una de las primeras historias con tema apocalíptico que se pudieron leer en el pasado siglo XX. Aunque sí que se podría decir que es una escritura de su tiempo. Un poco formal para los ojos de hoy, cuando sólo se buscan lecturas mega-rápidas y sin apenas profundidad. «De su tiempo…», pero sólo a modo de estructura. Por que a nivel global, estamos hablando de una novelita de apenas doscientas páginas que un lector constante devorará en nada; pues absorbente, es quizás su mayor virtud. Con un gran discurso pronunciado como colofón final.
Mil gracias a Alianza Editorial por no olvidarnos, por seguir rescatando en su sello Runas estas joyitas que nunca deben faltar en cualquier biblioteca o librería que se precie. John Wyndham Parker Lucas Benyon Harris (1903-1969) fue un autor clásico británico de Ciencia Ficción que probó distintas profesiones como agricultor o marchante de arte antes de dedicarse a escribir relatos detectivescos y de CF. Maravillosas sus obras, El Día de los Trífidos, El Kraken Despierta (también en Runas) e indispensable, por supuesto, Las Crisálidas. Pero tiene más. ¡Así qué vamos a ello!