Para los que aparte de lectores somos coleccionistas, El Poder del Fuego es de esos cómics que vienen para rellenar esa parte de tu extensa cómicteca en la que curiosamente tienen muy poca presencia las historias de artes marciales. En la mía hay cositas, sí, pero cómics clásicos algunos resguardados en bolsas de plástico y otros en sendos integrales que han sido recuperados hace poco por las grandes editoriales del momento. Pero en definitiva, cómic clásico. No historias modernas como El Poder del Fuego que se centran en el glorioso tema que nos encandilaba a los que fuimos niños soñadores de poseer las patadas voladoras de Bruce Lee.
Mi amigo internetero Pete que vive en la calle más céntrica de Queens (Nueva York), me habló de esta nueva serie hace un tiempo. Dibujada por la increíble Chris Samnee y escrita por el mega-conocido Robert Kirkman (el hombre que resucitó a los zombies para esta nuestra actualidad). Así que comencé a buscar. Indagando, me dije algo: «Vaya pintaza. Esto tiene que llegar en español». Y esperé. Buenísima noticia no mucho después cuando pudimos leer que ECC Ediciones se hacía con varios títulos de Kirkman, de los que ya están publicando su famosa The Walking Dead en geniales tomos en tapa dura y lo más importante, económicos. Pero donde aparecerán más títulos de este polifacético hombre. Bien, pues ya he podido disfrutar de este primer volumen que es el Preludio de El Poder del Fuego.
El concepto entra como una mini-trama independiente donde seguimos a Owen Johnson, un joven que intenta resolver el misterio detrás de sus padres, hecho que le lleva a un enclave secreto, un misterioso templo Shaolin que encuentra durante un viaje a China. Allí aprenderá artes marciales (incluida una habilidad que nadie ha demostrado en décadas), y donde hace nuevos amigos. Para después verse inmerso en una constante pelea que termina por convertirse en una lucha infernal. Empujado por el hype tras leer este inicio, ya me he enterado de varias cosas. No pude esperar más. Es de esas series que te enganchan desde la primera página, una serie regular que empieza pero que se decide sacar desde el principio en este país ya de buenos tomitos en tapa dura muy llevaderos.
Por lo visto, la historia se retomará quince años después, cuando Owen ya se ha asentado en una cómoda vida familiar con su increíble esposa (oficial de policía), dos hijos adolescentes y una multitud de amigos y parientes. Es decir, que la trama da un paso adelante y los personajes se multiplican a la vez que esplenden. El don de Kirkman, claramente.
Gloriosos personajes, problemas casi bucólicos, una familia que parece llevar una vida normal y un protagonista que a través de flashbacks nos cuenta lo que tiene en su interior y vivió tan intensamente en tierras orientales. Owen Johnson no es un cualquiera y si tiene que luchar para proteger a su familia y evitar que su vida anterior se inmiscuya en lo que ha construido, lo hará.
¿Necesito deciros que el arte de Samnee me enamora? Me encantan estos diseños de una ilustradora que es una maestra del estado de ánimo y el estilo. Os puedo decir que cada página tiene su encanto. Me parece impresionante como dibujos aparentemente sencillos pueden tener un encanto tan enorme.
Robert Kirkman, Chris Samnee y Matt Wilson nos llevan de la mano a un viaje que encantará a los fans de las películas clásicas de artes marciales. Owen Johnson busca descubrir los secretos de sus padres biológicos que lo dejaron en adopción en circunstancias extrañas en los Estados Unidos. En este Preludio sabremos porqué Owen parece ser El Elegido de algún poderoso destino. No es una historia original, lo sé, pero lo que hace que esta trama de Kirkman parezca diferente es la ejecución de la serie y la trama familiar que se produce después. El Poder del Fuego atrapa el costumbrismo que también fabricó en Invencible, la gran obra de superhéroes de Kirkman.
El Poder del Fuego es esa nueva serie que me tiene flipado y que he decidido seguir tomo a tomo tras haber finalizado mi amada (en cómic) The Walking Dead. El mejor cómic de personajes de todos los tiempos.