Lo importante es, que cuando los propios autores son amantes de la Historia, en su obra normalmente lo van a transmitir muy bien. Y todo va en consonancia. El lector de Los Guerreros de Dios, esta chulada de álbumes recopilados que está publicando Ponent Mon, de Philippe Richelle y Pierre Wachs, y del que se acaba de publicar el segundo volumen; el lector, tú y yo, en más o menos ganas, nos gusta leer/saber más de la Historia y en este caso, de las curiosas (por llamarlas de alguna manera) guerras civiles más importantes que Francia sufrió entre católicos y protestantes. Un periodo turbio como pocos. Un contexto bastante bien descrito por guionista e ilustrador de este cómic, sobre todo, por que se lleva adelante no como plato principal, más bien de trasfondo.
En Los Guerreros de Dios todo se centra en las desventuras de un caballero que llegó a interesarse por la Reforma un tanto por accidente; hecho que me parece sublime porque… ¿Cómo nos ocurre lo importante en nuestras vidas, si no es por pura casualidad? Cuando Francia se quiebra en la segunda mitad del siglo XVI, guerra y religión van de la mano. Un caballero se verá obligado a mezclar estas dos «virtudes» del hombre. Entre reforma y tradición, su corazón sangriento se balancea. En aquel siglo de incertidumbre, el reino de Francia buscó enemigos doquiera que mirara. En especial, quería hacer frente a la “codicia” de los españoles. Por eso, en su fuero interno se le dio caza a los seguidores de la Reforma. Enrique II quiere que desaparezca del mapa el caballero de Boissac, un supuesto católico pero curioso de las tesis de los hugonotes. Debe vivir una amarga experiencia. La religión no es una broma si la Iglesia Romana te está observando. Eso debe saberlo.
En esta época de pensamiento en auge, donde el hombre ya se ve como el centro del universo y omnipotente, pienso que es súper complicado asumirlo si no tienes la más mínima idea de lo principal. Puedes pillar ideas objetivas de gente, del porqué a tanto movimiento a finales de siglo XVI, pero lo normal es que oigas más ideas subjetivas que otra cosa. ¿Por qué? Porque aquí (una vez más) la religión anda de por medio. Y si no te atrae siquiera un poco el tema, te enterarás de muy poco. Por ejemplo, preguntar sobre las ideas de Calvino en la plaza de París en el año de gracia de 1557, quizás era yo el único tonto en clase de Filosofía en el instituto al que le interesaba. Pero yo soy fan -entre otras muchas cosas-, de ver como el ser humano es capaz de ahogarse en un vaso de agua cuando algo le increpa. O mejor dicho, le da miedo. Y si entonces nos trasladamos a territorio galo, al verano de 1557, una zona invadida por las tropas del emperador español Felipe II, un enemigo temido por todos, y según el entendimiento del monarca francés, enemigo atroz que manda sitiar la ciudad de Saint-Quentin de la mano del militar Manuel Felipe de Saboya; yo, por ejemplo, ya estoy dentro.
Este primer integral recoge los tres primeros álbumes de la serie, La caza de herejes, Los ahorcados de Amboise y Los mártires de Wassy. Tres capítulos para iniciarse en una trama histórica e inevitablemente romantizada que permite captar la atmósfera que reinaba en aquellos tiempos oscuros. Muy bien elaborada, a partir de una técnica de guión muy usada últimamente como es la gran historia, a través de la pequeña. Muy al estilo de Los Tres Mosqueteros, del maestro Alejandro Dumas y aún más, de su casi desconocida y súper recomendable novela La Reina Margot. Maravillosa para los amantes de este periodo.
Pronto se acabarán los alimentos y las reservas de pólvora están casi vacías. A punto de capitular, el almirante Gaspard de Coligny, encargado de la defensa de la ciudad, pide ayuda a su tío, el alguacil de Montmorency. Por desgracia, este último es un mal estratega y es capturado. Guerras religiosas que incendiaron todo un país y parte del continente europeo. El cambio de siglo. Personas acostumbradas a nuevas ideas pueden practicar su no adoración a escondidas, si quieren, pero si estos Protestantes aumentan en número y se oponen a la gracia de Dios y para colmo, toman las armas… En esta atmósfera del fin del mundo es donde el caballero Arnaud de Boissac intentará salir del paso. Frecuentando quizás demasiado las tesis del pastor Calvino y buscando la benevolencia de los poderosos, como el Conde de Montsouris y el Duque de Guisa. Pero ¿será suficiente?
Philippe Richelle y Pierre Wachs, dos autores de los que me han recomendado muchísimo su serie Les Mystères de la Troisième République (Los Misterios de la Tercera República), donde dicen que lo hacen de maravilla. Entonces, a ver. ¿Ponent Mont? ¿Más de estos autores, s‘il vous plait?