Hay obras que se recomiendan solas. Grandes títulos con un famoso nombre detrás, series incluso, donde sólo con que te suene el nombre del protagonista o el autor, ya sabes que un mínimo/alto de calidad posee. No obstante, dentro de estos, y si son largas colecciones, suele haber títulos y títulos. Y es normal. Tanto abusar del don, a Hugo Pratt algunas aventuras de Corto Maltés le salieron bien y otras… sublimes.
Las Célticas, es el ejemplo.
El taciturno y solitario maltés creado por Hugo Pratt en 1967 se ha convertido en una figura emblemática del noveno arte, pero nunca he podido apegarme del todo a su extensa colección. Sin embargo, siguiendo el ritmo de reedición/rescate/publicación que Norma Editorial hace con esta maravilla de cómic; uno si que puede ir degustando poco a poco (como se ha de consumir lo mejor de lo mejor) esta brillante serie, de brillante personaje. Su condición de indefinible marinero-aventurero hace que el personaje sea difícil de precisar, misterioso y ambiguo, y todos los personajes que se mueven a su alrededor también son turbios, con motivos inciertos y eso me encanta. Sus aventuras transcurren a principios del siglo XX en lugares llenos de exotismo con olores muy diversos, en una época en la que la geopolítica era cosmopolita, y donde el lector puede familiarizarse con la aventura en apenas tres viñetas. En Las Célticas encontramos una serie de historias donde Corto Maltés recorrerá la Europa de la Gran Guerra, desde la deslumbrante Venecia hasta Dublín, pasando por el norte de Francia, donde se cruzará con el mismísimo Barón Rojo. Pero la magia está en una de ellas, la que trata los mitos celtas y…, ¡pero qué historia! (El Sueño de una Mañana de Invierno), donde Oberon, el Rey de los Elfos, trata de convencer a Merlín, Morgana y Puick para evitar que los sajones invadan Inglaterra una vez más…
Hugo Pratt quiso hablar sobre la Primera Guerra Mundial, la cultura celta, y divertirse poniendo a su personaje favorito en medio de intrigas que lo dejan indiferente, donde lo único que le interesa, además de salvar su pellejo, son el buen oro y las chicas de buen ver. Y encuentra a una mujer que quiere lo mismo, salir adelante, con la sangre de Corto en sus manos si es necesario…
… y aquí es donde los Tintín, Astérix, Lucky Luke, Spirou y otras joyitas de la BD, se quedan bastante inferiores respecto a Corto Maltés: aquí las mujeres son reales, los temas abordados son mucho más profundos, la muerte, los viajes, el sentido de la vida (si tiene uno), la guerra y el destino. Los diálogos no tienen nada en común, suelen estar dispersos en los detalles como casi cualquier conversación que tenemos día a día con quién nos cruzamos. Se aporta una poesía rara, una finura extrema, reforzada por los rasgos hermosos y sencillos de los personajes, sus ojos almendrados y el elegante corte de la ropa de Corto. Tiene un pendiente, la ropa más chula, siempre tiene la última palabra, saca las mejores válvulas y le importan un carajo los honores militares o el orgullo de las naciones. ¿Se puede pedir más? No tiene necesidad de colores, la vida es suficiente.
No entré muy bien en la historia que habla de la batalla de Caporetto en octubre de 1917 (Bajo la Bandera de Oro), donde tratan de hacerse con el tesoro del rey de Montenegro, pero las otras historias me tocaron mucho el alma. La balada irlandesa en particular, donde cada personaje está lleno de matices, muy al estilo de Érase una vez la Revolución, de Sergio Leone; la denominada Concierto en O´menor para Arpa y Nitroglicerina. Ya sólo el titulo… La historia del Barón Rojo también es divertida, un pequeño aviador que solo hacía su trabajo para complacer a su país y a su madre. Una cosa que me encanta, es ver como Hugo Pratt se divierte poniendo a Corto Maltés en ciertos momentos puntuales de la historia. Lo suelta y lo deja ir de una página a otra, burlándose de los molestos, los orgullosos y los tontos, siempre dispuesto matar y morir por orden de sus superiores. Y eso, ¿por qué exactamente? ¿Por qué morir por los ideales de otros, de convenidas naciones? Toda la razón del mundo.
En definitiva, Las Célticas aporta seis espléndidas aventuras donde Corto revisita y revitaliza los mitos celtas. Les da una nueva sustancia sin distorsionar, y los ubica en el período de la Primera Guerra Mundial.
Un volumen que es un gustazo.