Reseña: Liberación, de James Dickey

Creo que la primera película -no de Terror- que recuerdo ver y que me impactó de verdad fue Deliverance. Bien sea porque no esperaba ver los hechos que suceden en aquel bosque, bien sea porque yo ya había vivido con mis amigos momentos de campamento parecidos y de solo pensar que nos hubiera sucedido algo así…

Me llegó a decir un profesor de Literatura una vez: «James Dickey es uno de los mejores poetas norteamericanos de nuestros días». Y Liberación fue su primera novela. Con la que dio el pelotazo a nivel nacional, donde la trama es la siguiente: cuatro hombres embarcan en canoa para realizar un viaje de tres días por una región casi virgen del sudeste de la América profunda. Son típicos representantes del ciudadano medio americano, para quienes esta aventura significa una ruptura de la rutina diaria, la posibilidad de abandonar temporalmente la sofocante ciudad y de correr riesgos desconocidos enfrentándose a la naturaleza. Pero Liberación no es tanto una historia de aventuras como un relato de fuerte suspense, con un embrollo del que parece imposible librarse, de un guantazo de realidad, y de ahí el título de la obra. En torno a la anécdota, verdadera pesadilla a la luz del día —y en la que el lector se ve inmediatamente preso—, surge el espíritu deductivo y lleno de imaginación del protagonista, gracias al cual se van sorteando los constantes peligros. Y una sobria descripción de un paisaje agreste tan maravilloso como temible, que a menudo reclama para sí el primer puesto en la narración. Una obra que para nada representa la visión norteamericana que tenemos en nuestros días. Una tranquila excursión que se tiñe de sangre cuando se topan con unos lugareños que los atacan brutalmente, y como bien dijo aquella vez mi profesor, Dickey escribió aquí principalmente poesía. Fue su primera novela, pero un género que intentó sólo un par de veces más. Sus poemas le valieron el Premio Nacional del Libro y se convirtió en poeta laureado pero sus novelas parecen ser joyas en el fango. De hecho, para mí y para muchos es solo conocido por Liberación. ¿Se debe a la excelente película que se hizo a partir de la novela y que mantuvo el mismo título del libro? Puede ser. Pero también os digo que pocas veces es tan recomendable leer libro y ver película para “disfrutar” del mismo modo. Porque estamos ante una historia atemporal.

Un río que debe fluir río abajo, en lugar de río arriba, hacia su fuente: y, sin embargo, el Conrad de El corazón de las tinieblas está muy cerca de esta historia. La guerra de Vietnam está en el aire, incluso en los bosques de Georgia, donde vive gente que tal vez podría haber exterminado a Sharon Tate, al igual que la banda de Charles Manson, o haber asesinado a los hermanos Kennedy, al reverendo King… Una América con menos certezas, menos ilusionante que la que nos enseñan en los films actuales. Una realidad como una casa es lo que promueve esta trama. Los protagonistas del libro (y de la película) se encuentran con monstruos y reconocen su capacidad de convertirse en monstruos ellos mismos, incluso cuando está justificado por la legítima defensa.

Bien por Impedimenta Editorial poniéndola en librerías de nuevo.

Y el último sueño de Ed es más que perturbador: es absolutamente aterrador.

J. J. Castillo nació una fría mañana de invierno en la que el murmullo del viento hizo temer al más valeroso. Enamorado de esa sensación, dedica su tiempo a escribir y leer historias que increpen el alma. En el ámbito de las letras ha ganado premios y ha colaborado con cantidad de editoriales especializadas en los tres grandes géneros.