Reseña: Carbono & Silicio, de Mathieu Bablet

Para ir directo al grano, Carbono y Silicio es la quintaesencia de lo que representa para mí el cómic de Ciencia Ficción. La que me encanta y que tan buenos momentos me hizo vivir en mi juventud cuando degustaba, sobre todo, las grandes revistas de Toutain con contenido muy al estilo que propone aquí el gran Mathieu Bablet. Un maravilloso tomo a lo grande publicado por Dibbuks en nuestro país, una editorial a la que no le quito ojo, sobre todo, porque sigue centrada en traer joyitas de este autor de cómic europeo que me gusta tanto.

La idea principal de este nuevo fresco es la historia de dos IAs que terminando yendo en busca de significado en un mundo degradado por la humanidad. Pero lo mejor de Carbono y Silicio son las últimas creaciones de los laboratorios de la Fundación Mañana. Noriko, la científica responsable del proyecto, les explica por qué fueron creadas: son los prototipos de una nueva generación de robots destinados a cuidar a la población humana envejecida. Procedentes de una misma entidad, escindida en dos individuos distintos, son los primeros representantes de una gama de androides con capacidades multiplicadas por diez, gracias a los avances en la investigación sobre inteligencia artificial.

Y criados dentro del capullo protector del laboratorio que los concibió, ansiosos por descubrir el mundo exterior, es durante un intento de fuga que serán separados. Cada uno de ellos realizará entonces sus propios experimentos, convirtiéndose, durante casi tres siglos, en observadores más o menos distantes, de una humanidad al límite de sus fuerzas, incapaz de afrontar los desastres ecológicos, políticos, económicos y sociales. Por lo que frente a este mundo en decadencia, ¿conseguirán Carbono y Silicio poner todo en orden o más o menos en un lugar adecuado para una vida en paz?

Aunque suene muy moderno, Bablet toma caminos argumentales familiares en Carbono y Silicio para con la CF clásica. Y eso que estaba convencido de que uno de los dos protagonistas iba a rebelarse más agresivamente contra el sistema y los hombres. Pero Carbono y Silicio, se sitúa en otro nicho; el de la preservación y el respeto de los derechos. Las primeras cien páginas de la obra me parecieron perfectas. La relación con la científica, el hecho de que ella misma se separe de su mundo (el de los humanos, con este marido que intuye con razón la deriva de su mujer) en beneficio de su «trabajo» hasta su muerte exclusivamente corporal, fue algo muy fuerte para mí como lector.

Además, encontré un soplo de Asimov y de K. Dick en esta obra. Los  temas de la duración de la vida y por lo tanto de la supervivencia cuando se tiene el «conocimiento» del amor, pero también de la visión compleja del progreso y la decadencia tecnológica de los cuerpos pero también de las mentes.

Para terminar, hablaré de los dibujos. He visto algunas críticas negativas sobre esto y las entiendo. El objetivo aquí no es hacer una nueva obra de ciencia ficción oscura. Bablet hace un excelente uso de toda la paleta gráfica (algunos usos de colores me recordaron al tratamiento de Villeneuve en Blade Runner 2). Ciertamente no es mi trazo de lápiz favorito, pero lo principal (las expresiones, los volúmenes, las modificaciones, las atmósferas…) están ahí.

En definitiva, Bablet ha creado claramente una obra que permanecerá en la cumbre de mis cómics de CF favoritos y de los que, obviamente, me llevaré mucho tiempo recomendando cuando alguien me pregunte por sci-fi de la buena en formato viñeta.

J. J. Castillo nació una fría mañana de invierno en la que el murmullo del viento hizo temer al más valeroso. Enamorado de esa sensación, dedica su tiempo a escribir y leer historias que increpen el alma. En el ámbito de las letras ha ganado premios y ha colaborado con cantidad de editoriales especializadas en los tres grandes géneros.