Lo digo sin miramientos, una de las mejores series de cómic europeo que ha salido recientemente en nuestro país (y no hay muchas) es U.C.C. Dolores que ha editado recientemente Yermo Ediciones. Ya su primer álbum –El Sendero de los Nuevos Pioneros– es un cómic súper chulo de leer, con un buen guión, buenos diálogos, una paleta de colores cálidos y unos dibujazos que presentan un enorme universo lleno de posibilidades. Y lo digo ya: muy efectivo al final. Una space-opera bastante llamativa de guión, al que todo buen lector de cómics debería dar una oportunidad. Y es que no lo puedo evitar, me encanta este tipo de universo intergaláctico, siempre rico en ideas, que a menudo inspira por sus paisajes, planetas y magnífica ambientación. Pues U.C.C. Dolores no se molesta en seguir las reglas, ofrece escenas nocturnas detalladas y hermosas, ya sea en el espacio o en tierra firme. Además, de personajes secundarios, que se siguen bien y que son fácilmente identificables; cosa difícil de encontrar en óperas espaciales con tanto alienígena. No obstante, este primer número de U.C.C. Dolores, que está orientado hacia una búsqueda de identidad y familia, deja preguntas abiertas y zonas grises. Hay ritmo, giros y muchas secuencias con las que nunca pierde fluidez. Pero mi primer viaje junto a Mony ha sido fascinante…
Sigo el trabajo de Didier Tarquin desde hace tiempo por ser uno de los autores de cómic europeo que nunca decepciona. Y aunque vuelve a usar aquí a un héroe ingenuo (que recuerda a su Lanfeust), la iniciativa de El Sendero de los Nuevos Pioneros me ha encantado. Aunque se le podría acusar de usar ideas bastante cercanas a Star Wars, o a cualquier aventura espacial de los X-Men, tiene un toque, un no-sé-qué, que mola. Con ideas muy notorias que dan para libro o spin-off como es esa chulesca “mafia” del Sol.
Alcanzar la mayoría de edad no es necesariamente una fuente de felicidad. Nunca es fácil. Esto es lo que la Hermana Mony aprenderá, porque el lema del convento que la acogió es el siguiente: cuando tengas dieciocho años explorarás el mundo por tu cuenta. Tendrás que hacerlo. Para ser claros, a los dieciocho, toma tus decisiones y que las bofetadas vayan hacia a ti en forma de flecha. O te aburrirás y te quedarás solo/a de por vida. Así que, una monja joven, que no ha visto más allá de las paredes del convento, emprende una aventura hacia un mundo caótico, oscuro y aterrador donde reina la ley de los más fuertes. Y bla-bla-blá, y bla-bla-blá. No será divertido la primera vez. Pero…, Mony hereda de su padre una nave espacial confederada, llamada U.C.C. Dolores; basura vieja de viejas guerras, pero que reserva algunas sorpresas. Además, piloto tendrás que encontrar para que tu vida despegue, ¿no? Es por eso que nuestra prota irá en busca de alguien que pueda cumplir las funciones de piloto principal. Y, naturalmente, encontrar ese socio con habilidades, no se hace en un lugar encantador, sino en los vertederos más peligrosos de Neo-Gaya. Camino por el que se cruzará con Kash, un duro veterano, que desea cambiar su vida, y quien aceptará el trabajo de piloto, no sin antes liarla parda en el tuburio donde hacía vida. Una pequeña sorpresa y más para escapar poco después.
Pero bueno, dejaré que vosotros mismos descubráis el resto.
Monsieur Didier Tarquin, a quien siempre nombro por ser el creador de la brillante serie Lanfeust de Troya; ya lo he dicho, me acerco a todo lo que hace por que me parece un genial creativo. Descubrí en U.C.C. Dolores una nueva serie que realiza con su hija, Lyse Tarquin. Juntos crean un escenario molón, con ilustraciones ideales para lo que se cuenta, un verdadero gustazo de cómic.
La historia es como un buen episodio de Cowboy Bebop; caminos intergalácticos de este nuevo mundo, lleno de pruebas peligrosas para nuestros nuevos héroes… Está claro, que estoy deseando leer el volumen dos, ¿no?