Sí, sí, Tom King fue el elegido para guionizar The Penguin para El Amanecer de DC. El mismísimo Tom King, un guionista al que sigo haga lo que haga porque es autor de obras que son todo un disfrute. Y nuevamente me encuentro con un cómic espectacular. Con El Pingüino (después de su aparente muerte) intentando establecerse y llevando una vida normal en Metrópolis. Pero, por supuesto, eso es hasta que alguien llega y arruina la paz que hay en su interior.
El punto chulo de esta serie es ver a alguien a quien conocemos como un criminal empedernido durante mucho tiempo, anhelando una vida sencilla. Esta es una vida que estoy seguro a muchos de los pícaros de Batman les encantaría tener, o que por lo menos lo han pensado alguna vez; pero como vemos en esta miniserie de seis numeritos que ECC Ediciones publica en un primer TPB, nos topamos con Oswald Cobblepot, viendo que algo sencillo para él, no es algo que pueda durar siempre. Abrir una floristería, caminar por el parque y disfrutar de la naturaleza. Si os preguntara a quién le pega más ese retiro entre los enemigos del orejas picudas probablemente diríais que a Poison Ivy (Hidra Venenosa). Sin embargo, estáis equivocados, ya que así es como Cobblepot disfruta su tiempo libre ahora…, por el momento…
Tom King ha estado tejiendo una historia fascinante sobre el regreso de El Pingüino al poder. Una miniserie que en su número #6 remonta cosa mola y deja con ganas de más. Porque al final nos trasladan (mucho tiempo atrás) para explorar la historia de Oswald Cobblepot y su primer ascenso al poder. Y esta parte del cómic es maravillosa porque tiene ese punto gustoso de la segunda película de El Padrino. Ambientada en los albores de la llegada de Batman, con dibujos de Stevan Subic, tenemos a un joven Cobblepot como un humilde barman en el Iceberg Lounge. Cuando lo vemos por primera vez, el jefe de la familia criminal Falcone lo ataca violentamente por… atreverse a existir en su espacio siendo un hombre extraño y poco atractivo. Es un hombre solitario y amigable cuyo único compañero es una anciana confundida que da de comer a las palomas y parece mirarlo con desprecio. A medida que las indignidades acumuladas sobre él aumentan, Cobblepot busca una salida, y eso lo lleva a la única persona que odia a los Falcones tanto como él: Batman, que está buscando una manera de entrar en ese gremio criminal para destruirlo desde dentro.
La idea de que El Pingüino y Batman trabajen juntos no se ha explotado mucho por el momento, y aquí tiene sentido. Batman siempre ha estado dispuesto a trabajar con informantes, mientras que el señor enano de nariz afilada es el tipo de villano lo suficientemente pragmático como para hacer cualquier cosa que lo beneficie. El acuerdo resulta fructífero y mola leer y degustar todo lo que sucede aquí. El resultado es un Cobblepot convincente y sorprendentemente simpático, que es genuinamente comprensivo en algunos puntos, y eso hace que lo que sucede al final de este ejemplar sea impactante, crudo y horrible.
Cómic además dibujado y coloreado como una peli de género negro con tonos apagados y páginas expresivas. No hay toques de color, es como si el mundo estuviera en una escala de grises constante.
Mi idea de cómic perfecto de género negro y pijameo.