La moda es lo que tiene. Y ahora estamos en modo-on con Star Wars nuevamente gracias a la serie de The Acolyte que está trayendo cola -con temas que no debería-, pero la cuestión es, dicen, que se hable de ti aunque sea para mal. No voy a entrar ahora en las chuminadas woke o como quieran que se llamen. A lo que voy es que si estamos en modo Star Wars, apetece mucho-mucho darle a más cositas del Universo Expandido porque el mono de querer más tira de ti. Y tenemos juegos de mesa, videojuegos y en Planeta Cómic joyitas en formato libro y cómic. Lugar al que acaba de llegar una de las miniseries que más hype me creó desde que me enteré de su publicación en USA. Porque, ¿qué era eso de droides liándola parda y volviéndose algunos muy malos-malutos? Ideas originales. Siempre brindaré por eso y eso es lo que está proponiendo Dark Droids. A todo esto hay que sumar que los droides de La Guerra de las Galaxias siempre han sido una de mis principales pasiones de la saga. Raro que es uno.
Y ahora os diré algo importante que quizás muchos no sepan. Para aquellos que solo son lectores ocasionales de la línea de cómics de Star Wars, el evento Dark Droids es el cruce actual que conecta sus diversos libros, centrado en una rebelión de máquinas inteligentes contra su sociedad opresiva. La dominación de los droides no ha sido un foco central del universo Star Wars a lo largo de su historia, pero escritores recientes (tanto en cómics, novelas y películas) han encontrado formas de inyectar este conflicto obvio en la narrativa galáctica más amplia. Y Star Wars: Dark Droids D-Squad parecía ser una miniserie superflua añadida al evento, pero ha resultado ser una de sus joyas. Escrita por Marc Guggenheim e ilustrada por Salva Espín, esta miniserie de cuatro números publicada en solo tomo por Planeta Cómic en nuestro país es un auténtico indispensable. Donde encontramos a C-3PO y R2-D2 formando un equipo de droides para enfrentar la corrupción que las máquinas están experimentando en toda la galaxia. Y finalmente, el destartalado equipo encuentra que su misión los lleva al palacio de Jabba. Aparecen numerosos droides queridos, incluidos Chopper, IG-88 y QT-KT, con algunas fanfarrias de «qué droide ganaría en una pelea» durante toda la aventura. ¡Incluso tenemos un poco de romance en esta aventura!
Insisto, siendo un fanático de los droides, me sorprendió gratamente esta trama nominalmente notable, especialmente cuando a mi querido R2-D2 se le da un papel principal. Los droides de Star Wars generalmente desempeñan un papel secundario, y ver un tomito completo centrado en sus normas y habilidades para formar equipos ha sido súper entretenido. Estos minis cortos agregados a crossovers más grandes tienen una calidad real de acertar o fallar, y algunos claramente se publicaron solo para atraer a los completistas a elegir otras colecciones de cómics. Pero puedo decir con confianza que incluso aquellos que no están familiarizados con el evento más grande probablemente disfrutarán esta miniserie, ya que cuenta de manera eficiente una breve aventura.
El trabajo centrado y cuidadoso de Salva Espín complementa perfectamente la dirección argumental de Guggenheim. El cómic parece caricaturesco y divertido sin romper con la vibra o el tono de Star Wars. En cuanto a los complementos, al final se incluyen algunas variantes de portadas (me encantaron especialmente las portadas de Tom Reilly, que servirían para bonitos estampados de camisetas. O esta misma que os pongo a la izquierda). Pero el verdadero punto de venta de Dark Droids es la historia accesible y divertida que no requiere un conocimiento profundo del evento más amplio. De hecho, me encantaría ver que el D-Squad bajo la tutela de este equipo de creadores tenga más escapadas en el futuro.
Me ha encantado. Una tarde de piscina me duró.