Tal como cuenta la sinopsis editorial, El hospital de la transfiguración fue la primera novela escrita por Stanisław Lem y, a la vez, la primera parte de la trilogía Tiempo no perdido, un ambicioso ciclo, inédito como tal durante sesenta años, que describe las vivencias del propio autor durante los duros episodios de la ocupación nazi. Esta novela fue para mí una revelación. Así que, a diferencia de otras novelas de Lem, ésta se destaca por sus aparentes raíces en la autobiografía y por su descripción de la familia y otros lugares comunes de la ficción literaria. Hay un indicio de Kafka y un indicio de Saroyan (o posiblemente de cualquier otro cronista afectuoso de una extensa familia campesina/paisana), y hay algo parecido al Yossarian, de Heller, en el joven estudiante de medicina suplente del autor. Y sí, correcto, todas estas son asociaciones muy vagas, porque esta novela es muy sui generis (tal vez no en toda la literatura, pero ciertamente en la obra de Lem). el caso es que escrita poco después de la Segunda Guerra Mundial (cuando Polonia fue absorbida por las fuerzas rusas y tuvo que someterse a otro cambio de régimen), El hospital de la transfiguración fue censurada/suprimida hasta 1956, momento en el que Lem ya había descubierto que la ciencia ficción era una ruta más fácil para alcanzar sus metas de lícita expresión y publicación libre.
¿De qué va? La historia serpentea y está estructurada libremente, siendo en sí misma una representación justa del período que describe, poco después de que los nazis invadieran el país en 1939 y desplazaran el liderazgo y comenzaran a instituir el cambio social; el protagonista que se había graduado recientemente en la escuela de Medicina, regresa de mala gana a su pueblo para el funeral de su tío. En este funeral, un ex-estudiante de medicina le cuenta que hay trabajo en el manicomio/hospital psiquiátrico cercano, el Christo Transfigurato. Entonces, sin mucho preámbulo, Stefan es contratado en el hospital y rápidamente aprende los entresijos, lo que implica una dosis adecuada, entrevistas con los pacientes, papeleo y rondas inconexas por las diferentes alas y terrenos del hospital.
Hay numerosos «personajes», tanto reclusos como personal, y Stefan se siente atraído/rechazado de manera ambivalente por «el genio», un poeta que puede o no haberse internado para evitar responsabilidades mundanas «allá afuera». Él y Stefan entablan discusiones filosóficas, y Stefan siempre se siente menospreciado en presencia de este señor. Un sentimiento de insuficiencia/humillación también impregna sus relaciones con una miembro del personal atractiva y carente de afecto con quien no logra conectar. Hay otros casos de insuficiencia/humillación cuando se trata de pacientes a quienes parece que no puede ayudar.
Al igual que el genio, Stefan se siente en el hospital, en un oasis, separado y aislado de las preocupaciones de lo que hay afuera. Sin embargo, en sus paseos fuera del hospital/manicomio, Stefan se da cuenta de un movimiento de resistencia activo, que tiene su base en una central eléctrica cercana. Le sorprende que los civiles comunes que ve en la central eléctrica tengan tales ambiciones y…, aquí es donde la novela se vuelve una obra de arte, un pasa-páginas de la muerte.
Decidí un día leer todo lo que pudiera de Stanislaw Lem y con cada libro me enamoro más de este genial autor. El hospital de la transfiguración es una mezcla seductora de lo hablado y lo no dicho, de lo literal y lo poético, un registro directo y una sátira sutil. Como contando la vida de otra persona pero que obviamente la historia de Stefan Trzyniecki es un reflejo del propio Lem, tenemos una de las más poderosas obras de Lem, nuevamente publicada por Impedimenta Editorial.