Reseña: Las Brujas, de Pénélope Bagieu y Roald Dahl

La guionista francesa Pénélope Bagieu lleva en el mundo ilustrado bastantes años, pero fue con los dos volúmenes de Culottées (retratos cortos de mujeres que sabían cómo desafiar las prohibiciones sociales, 2016-2017), que se convirtió en una verdadera estrella del noveno arte. Entonces, ¿qué mejor manera de mantenerse en forma, seguir en el candelero que abordar un gran clásico de la literatura infantil como nuevo proyecto? ¿Una apuesta arriesgada? Todo depende, siempre depende, como cantaba el gran Pau Donés…

Pénélope Bagieu decidió adaptar a formato cómic su libro infantil favorito, Las Brujas (Sacred Witches) del eterno y siempre interesante para niños y mayores, Roald Dahl. Un proyecto arduo y arriesgado, para el cual las negociaciones por los derechos comenzaron después de que Bagieu tuviera éxito con sus anteriores obras. Sin embargo, se dice que fueron los descendientes de Dahl quienes se acercaron a Pénélope Bagieu durante el festival de Angoulême… Pero ha sido un proceso largo, que ha llevado tres años en completarse, lo que le ha permitido a la autora pensar detenidamente sobre la forma en que abordar esta genial obra que como siempre en Dahl, goza de escenas muy oscuras pese a ser obras magnas dentro de la literatura infantil.

No obstante, el resultado es excelente en mi opinión. Una magnífica adaptación, tanto para una primera lectura entre los más jóvenes así como para retorno nostálgico entre amantes que seguimos la obra de Roald Dahl desde siempre. ¿Y qué cuenta? Las Brujas trata la historia de un niño de ocho años que está muy triste porque sus padres acaban de morir en un accidente de coche. Afortunadamente, el peque cuenta con su abuela para animarlo. Una abuela bastante rockera, de cabello morado, grandes anteojos, llamativas joyas y cigarros que fuma en cadena. Y, sobre todo, ella no cuenta historias como las demás. No es la típica abuela cuenta-cuentos de ositos, conejitos y animalitos con moraleja. Cuando su nieto le pide historias antes de irse a dormir, ella le dice que ya tiene edad suficiente para saber la verdad sobre las brujas. ¿Cómo? ¿Qué-qué? Entonces, ¿existen de verdad? ¡Sí, por supuesto, más que nunca!, le susurra. Incluso a día de hoy, cien brujas anda desenfrenadas por toda Inglaterra. Sin olvidar a la Gran Bruja, la más poderosa y la más aterradora de todas ellas. Criaturas que tienen en común un enorme odio visceral hacia los niños. Los niños les repugnan, les dan ganas de vomitar, alega. Una bruja piensa en una sola cosa: hacerlos desaparecer, uno por uno. Destruirlos. Pasarlos por el molino… El problema es que estas brujas pasan desapercibidas porque se disfrazan de mujeres normales. Pero la abuela, afortunadamente, revela a su nieto que existen pequeños detalles con los que desenmascararlas. Algunos ejemplos: usan guantes tanto en invierno como en verano para esconder sus garras y dedos arrugados, tienen las fosas nasales retorcidas y rizadas para oler mejor a los niños y usan pelucas para ocultar su calvicie. Lo que hace que tengan una picazón terrible todo el tiempo… Pistas muy útiles para permitir que el joven y su extravagante abuela frustren los planes demoníacos de la Gran Bruja.

Me encantó, y también a mi familia. Pues todos y cada uno lo hemos devorado. Pénélope Bagieu logra separarse gráficamente del trabajo original pero lo adapta a nuestros tiempos de forma genial. Y todo sin traicionar el impulso de la historia de Roald Dahl, autor inolvidable de Charlie y la fábrica de chocolate, James y el Melocotón Gigante o Matilda, por nombrar solo tres libros del prolífico escritor británico. Cantidad de obras llevadas a la gran pantalla. Y Las Brujas no se escapa, pues se está preparando una adaptación en breve en cuyo reparto suena Anne Hathaway y será llevado por los grandes del séptimo arte como por Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón.

Súper recomendable, ¿no?