Si algo te llama la atención (aunque no sepas por qué), tienes que/debes acceder y echar un ojo porque puede que disfrutes un poco/demasiado. Es lo que me ha pasado con este tomo completo de Demon Wars que se ha marcado Panini Cómics y con el que si os soy sincero, el primero paso para poner mi atención en él, fue leer que era la colección completa de una obra en un solo de volumen. Así de simple, somos a veces, sí, pero para después descubrir un buen título del que no sabía nada de nada. O sea, que el tiro me salió bien. Así que ni tan mal. Aunque una frase promocional sí que había leído a la vez que me dejaba con el culo torcido: ¡Peach Momoko lleva su versión del Universo Marvel al siguiente nivel! Lo que queda entonces es otra buena lectura donde el guion y el dibujo se compaginan bien aparte de que no son el foco principal del título que tenemos entre manos. Este volumen recoge toda la ambientación de este mundillo: Demon Wars: The Iron Samurai, Shield of Justice, Down in Flames y Scarlet Sin. Y me ha encantado porque así queda uno a gusto cuando devora todo lo publicado de una obra que engancha desde la primera página.
Momoko-san se explaya y nos da un tremendo aporte de su propio mundo, el folclore japonés y se apoya en todo a la hora de unir los personajes de Marvel, dándole a la historia y al mundo más identidad propia. Sí friends, Demon Wars es donde se mezcla de forma alucinante personajes de Marvel Comics con folclore japonés, un viaje visualmente evocador donde la lógica se ciñe solamente a este mundo y sus sentidos.
Los personajes que lo habitan tienen sus propias motivaciones, y no hay porqué dar explicaciones de los caminos utilizados. Tenemos entonces una dimensión llena de criaturas maravillosas: una armadura samurái inteligente, un individuo alado con una máscara de halcón, una pantera misteriosa y un monstruo rojo con forma de serpiente con un apetito mortal. Mientras estos increíbles yokai luchan, Mariko Yashida se verá obligada a elegir un bando. La historia es sencilla pero atrapa como cualquier peli de artes marciales ochentera. No dejan de ser formas creativas de combinar la tradición popular y el mundo marvelita y darle juego con enfrentamientos épicos. Como echarte una “maquinita” de las que muchos degustábamos en nuestra infancia. Pero puedo adelantar que, sobre todo, The Iron Samurái se ha convertido desde ya en uno de mis cómics favoritos de Marvel de los últimos años. Peach Momoko tiene un empuje tremendo en esta primera miniserie con yokais legendarios y otras leyendas míticas. Y después vienen una serie de one-shots la mar de disfrutables aunque no tan potentes como la primera saga. En El Samurái de Hierro, Mariko Yashida ha vuelto a la normalidad después de enterarse que es descendiente de un Oni. Y mientras vive su vida adolescente normal, Mariko ve varios espíritus acercándose a ella solo para desaparecer. Pero una noche, incapaz de dormir, Mariko decide perseguir a los espíritus y se topa con un monje que invoca una puerta frente a ella. Mariko cruza la puerta y entra al mundo yokai con una yukata que no llevaba antes… (Lo entenderás cuando lo leas). Flipante todo a partir de aquí.
Los personajes clásicos de Marvel como el Capitán América, Iron Man, Black Panther, etc. hacen su debut en la realidad reinventada de Momoko, mientras Mariko debe descifrar la raíz de la crisis de su realidad. Tenemos a una obra inclasificable y a la vez estéticamente hermosa. Más que muchos de los cómics occidentales leídos hasta ahora.