Mario Riviére ha conseguido publicar algo que muchos deseamos hacer antes de morirnos. Una antología de relatos de horror en formato cómic muy al estilo de la extinta revista Creepy. Pero además es que el tío se ha currado los posibles anuncios, ensayos, comentarios… que dicha publicación en firme pudiera tener entre un relato y otro, tal y como aparecían en aquellas revistas para adultos que tanto nos gustaban a los que andamos por aquí. Con el nombre de Amanece en Ciudad Despojo, tenemos una colección de cómics dementes de Mario Riviére, un nuevo tomito a presentar a nuestra cómicteca, esa misma donde guardamos nuestras más horrendas tramas de terror. Vayan mis aplausos para Editorial La Felguera por dar esta oportunidad a un autor que brinda por el mejor género de todos y con un dibujo ideal para ello.
Con relatos que presentan indirectas o sacan a la luz “lo mejor” de nuestros adentros como Muta o las maldiciones de una señora a un tío sin miramientos antes de morir. Y es que, ¿a quién se le ocurre desahuciar a una bruja?
Además, microrrelatos de una sola página que te dejarán el culo torcido como La estoica muerte del Dr. Cadáver, Doppëlganger, Lentes Antisufrimiento o El Agujero. También tenemos historias apocalípticas como El último discurso del hombre justicia, Sacrificio satánico, Krom vs. Dios, además de cachondeo terrorífico como La cocina del Infierno, El repugnante hombre mierda y al menos una decena más de mini-referencias a lo peor de lo peor del ser humano al que pertenecéis.
Y varios anuncios publicitarios “ideales” como el Kit de Autotrepanación del Dr. Karma. O la historia más inquietante, la que más miedo da de imaginar que le puede pasar a cualquiera y que cierra el tomo, como es La visita.
Lo dicho: un volumen que siempre gusta leer porque es un claro homenaje al género de Terror comiquero, a los mejores tiempos que tuvo y a un estilo que por su variedad entra mejor que una rubia fresquita con limón a las doce del mediodía. Que eso es decir mucho. Y es que no sé vosotros pero yo es que veo esto y compro, leo y me alegro que autores tenga la oportunidad de sacar a la luz «lo peor” que llevan dentro. ¿Qué yo estoy muy mal? Quizás sea usted el que ha perdido el norte porque yo sí sé diferenciar el bien del mal. Al enemigo hay que conocerlo.