Reseña: Corto Maltés. Mû, El Continente Perdido, de Hugo Pratt

Hugo Pratt recurrió con frecuencia en Corto Maltés a desdibujar las líneas entre la realidad y el misticismo, llevándolo todo a su cenit en las impenetrables reflexiones de algunos de sus últimos títulos. Pero en Mû, el continente perdido da un paso atrás, y brinda una atadura más fuerte a la realidad. Un estado de ensueño se perpetúa desde una escena de apertura a bordo de un barco poblado por una variedad de amigos y aliados de Corto de tramas anteriores, que da la sensación que Pratt escenifica una obra de despedida reuniendo a un elenco de actores secundarios recordados con cariño los cuales se van a ver por última vez. Es más, los diversos historiadores reunidos alrededor de Corto discuten leyendas de civilizaciones perdidas, levantamientos volcánicos que causaron el hundimiento de islas y decodificación de artefactos mayas…, creo que estamos ante el cómic más interesante que puede encontrar un amante de las aventuras clásicas. Un inicio potente.

Mû, el continente perdido es el álbum con que Norma Editorial culmina tan majestuosa colección del icónico y mito del cómic Corto Maltés. Colección completa, larga, maravillosa y portentosa en cualquier cómicteca que se precie. Un hito del noveno arte que tan siempre recomendable editorial ha ido publicando en ediciones a color y en blanco y negro, a gusto del consumidor. Un cómic en el que como os decía, la ambigüedad prevalece cuando Pratt vuelve a desdibujar las líneas, brindando una trama de aventura trivial de los intentos de Corto por rescatar a un amigo secuestrado. Pero eso es sólo una concesión. Porque el verdadero propósito de es contemplar las conexiones y lo que dejamos atrás. Y entonces, ¿qué conecta el mito y la realidad, el pasado con el presente, el simbolismo con el significado?

A pesar de estar en una misión que se convierte en otra, a Corto nunca le falta tiempo para tener una discusión filosófica con los excéntricos que se cruzan en su camino, y esto proporciona una mayor realidad a las interacciones escenificadas con el elenco de apoyo de aventuras anteriores. Pues aquí Corto parte al corazón del Caribe en busca del legendario continente perdido de Mû. Lo acompañan Levi Columbia, Tristán Bantam, Boca Dorada y el mismísimo Rasputín. Una vez allí, atracará en las inmediaciones de una isla misteriosa y se verá empujado al interior de un extraño laberinto donde tendrá que superar las pruebas más insólitas.

Así como el misticismo y la espiritualidad chocan en la historia, hay una dualidad en el arte donde Pratt transmite una gloriosa y desenfrenada sensación de rapidez, sus viñetas están impecablemente diseñadas, pero no incluyen más de lo necesario a la hora de definir personas y lugares, algunos de los primeros casi abstracciones precipitadas. Sin embargo, aplica la precisión de un arquitecto al suministrar los diversos detalles de un yate, representado con gran detalle, incluso cuando el barco se ve en la distancia. Y Rasputín como comodín de Pratt. El único del elenco secundario que cuenta, una presencia intrusiva y fortuita impuesta al público y aceptada benignamente por Corto sin importar la atrocidad que cometa. Representa la naturaleza básica de la humanidad. Es maravilloso.

La consideración de Pratt de los mitos latinoamericanos, las continuaciones del Evangelio, el realismo místico, aquí Corto Maltés te hace pensar en la idea de: ¿por qué si existiera un Creador tendería repetirse constantemente?

Cómic brillante, como el noventa y nueve por ciento de la obra.