A Kirkman escribiendo un guion de thriller (fuera de los zombies) había que leerlo. Es, sobre todo, lo que me atraía de este Ladrón de Ladrones que ahora publica ECC Ediciones en formato integral, un primer volumen que rescata los primeros once números de la serie donde el ya el maestro y empresario se alía con los guionistas Nick Spencer y James Asmus y el dibujante Shawn Martinbrough para sacar adelante la que ya se considera una de las obras fundamentales del sello Skybound.
En estos buenos tiempos del cómic que estamos viviendo, lo mejor es que podemos ir probando con diversos géneros. Ladrón de ladrones es un buen ejemplo si sois amantes del género negro. Exactamente, de aquella rama de tramas principales en las que el robo tenía un papel fundamental en la historia. Donde el fin justificaba los medios. Esos medios que gustan tanto en este país de decir sí al dinero fácil: la cárcel es un paraíso del que sales prontito y, en este caso, rico. Hacerse multimillonario de una atacada. Para ser exactos, el robo de una gran cantidad de pasta (maletín, lujosa mansión de un adinerado señor, así como portentosos furgones blindados que en su itinerario «habían decidido» atravesar una calle poco frecuentada). En definitiva, los mayores obstáculos habidos y por haber, y un tío, que va a por ello. Para los que gustan de estas historias en las que te imaginas como protagonista está hecha Ladrón de ladrones.
La historia cuenta la vida del señor Paulson, al que todos conocen como Redmond. Un tipo con buen porte, galán como pocos, considerado dentro del gremio como el mejor ladrón de todos. Pero por lo que ha conseguido hacer. Planea golpes y los ejecuta sin apenas mancharse las manos. Basa sus “palos” en ser más inteligentes que los demás. Aunque quizá la mayoría de las veces, “los buenos” sólo sea un queda-bien en las noticias. Redmond lo sabe. Sí o sí, está todo podrido y si va a dejar esta dura vida de tejemanejes constantes, es por una buena causa. Quiere volver con su esposa. Lo malo es que tiene un hijo el cual siempre quiso seguir sus pasos, que es un fracasado total. La policía lo acaba de pillar en una redada y como es lógico, Redmond no quiere que su hijo vaya a la cárcel. Quién sabe lo que le podrían hacer allí a la gente que aún no sabe defenderse ante los lobos. Sujetos algunos incluso que están en deuda con el propio Redmond.
Redmond se había apartado de tanta jodienda pero el tema de su hijo ha cambiado las cosas. Todo por un hijo, ¿no? ¿Qué padre no lo haría?
Ladrón de ladrones es una historia con una gran variedad de personajes. Aunque los que importan de verdad, están tan bien retratados que te haces con ellos en nada. Redmond brilla con especial diferencia. Tan sólo su presencia llena la pantalla (viñeta). Aunque no hable. Redmond es grande, potente, un estilo a lo que se siente cuando ves a Marlon Brando en cualquier escena de El Padrino. Mirada triste, rencor contenido, un hombre que está de vuelta de todo. Una serie a disfrutar porque pasan mil cosas, tramas que se van cruzando, lo que Kirkman mejor sabe hacer. Y eso que Kirkman cuenta que fue creador de la serie pero solo aportó la idea. Nick Spencer ha elaborado un guion muy digno con giros de tuerca maravillosos. Y Martinbrough es el encargado de un dibujo que, sin duda, le viene muy bien a la historia (hablamos de un tío diestro en el cómic de género negro que incluso escribió un libro sobre cómo dibujar noir).
Ladrón de ladrones ha gustado tanto y está tan marcada dentro del medio audiovisual (te das cuenta cuando la lees), que es obvio que exista un acuerdo de adaptación en la cadena AMC, la misma que emitió la grandiosa The Walking Dead.