A los que me preguntan últimamente por cómics o novelas gráficas ligeritas o incluso para regalar a jóvenes, historias de superhéroes que dejen buen sabor de boca, lo que hago es remitirles a Kodomo y sus publicaciones en formato libro de los Jóvenes Titanes que están haciendo. Se leen en nada. Son «historias de instituto» que disfrutará todo el mundo. Es una colección que gusta y con cada nueva historia de un personaje, se reinventa. Para que veáis, hoy os reseño como ejemplo, dos de esos títulos, los dos que más me han gustado de dicha colección.
Jóvenes Titanes: Beast Boy ama a Raven se publicó en enero de este año en nuestro país y originalmente sería la tercera publicación de esta serie. Humor, confusión interior y encanto, es lo que aporta este cómic sin dejar de lado el romance que anuncia el título y que nos llevará a recordar a más de uno o una, lo felices y bien que nos sentíamos con aquel amor, el primer amor de instituto. ¿La época de la “depre”, ¿no? Menuda palabrita. Una historia que comienza después que sepamos que ambos chicos están en conflicto con Slade. Ambos buscan respuestas de la única persona que parece conocer las respuestas a sus problemas. Fue hace nada que Raven Roth recuperó la memoria y atrapó a su padre demonio, Trigon, en su amuleto. Y ahora quiere deshacerse de él para siempre. Por otro lado, Garfield Logan aún no puede creer que tenga poderes que le permitan transformarse en diferentes animales. Pero no puede controlarlos. Se le va la pinza a veces y hace cosas peligrosas. Sus padres le ocultaron ese secreto, y ahora tiene a Raven para refugiarse en su comprensión. Y ese tal Slade Wilson, por lo visto, sabe el porqué de todo. Una historia de cómo el amor, el sentirse acompañado en las penurias, ayuda bastante.
Yo no soy Starfire va por otros derroteros. En ella tenemos una historia de una autora de renombre, autora de best-sellers del New York Times, como es Mariko Tamaki. Para este cómic se juntó con la ilustradora Yoshi Yoshitani para contarnos una historia de Mandy, la hija de la superheroína Starfire. Y, ¿qué ocurre si Mandy, de dieciséis años, se considera a sí misma la anti-Starfire? A diferencia de su madre, el cuerpo no le acompaña. Eso de ir con poca ropa… Además, no tiene superpoderes, no puede volar. Como una hija más que opina todo lo contrario a sus padres, por ser diferente o solo por querer serlo…, Mandy se tiñe el cabello y se viste de negro para resaltar aún más lo diferentes que son. El mejor amigo de Mandy, Lincoln, cuyos padres nacieron en Vietnam, resume perspicazmente esta ruptura como una división intergeneracional que ocurre si los padres y los hijos provienen de diferentes países o diferentes planetas. Mandy intentará descubrir en esta historia qué tipo de futuro quiere para sí misma, mientras lucha con las inseguridades y el acoso de la adolescencia. Su relación con su madre, lo más difícil de todo.
Historia de identidad, familia, amistad y salvación del mundo con el conflicto de la mayoría de edad de por medio. Una lectura rápida pero matizada. Además de un cómic que goza de una ilustraciones chulas y coloridas de Yoshitani que combinan maravillosamente bien con el mundo Starfire.
Dos cómics, dos novelitas gráficas con los conflictos emocionales de la juventud muy presentes. Una mirada a nuestro pasado.