Los que seguís nuestras reseñas diariamente entenderéis bastante bien que me haya puesto rápidamente con este integral de la miniserie llamada El Proyecto Marvels. De hecho, no hace mucho volvía a insistir en que, como fan de Ed Brubaker, pensaba leer todo-todito-todo lo que este genio creara en formato guión. Pues además de saber crear historias de género negro para el noveno arte como nadie, sorprende la cantidad de raíces de la Edad de Oro de Marvel que conoce. Esas joyitas chulas algunas recuperadas por las editoriales, y otras olvidadas, que gracias a los esfuerzos de Roy Thomas en los años 80 algunos recordamos. En Marvel, los tres puntales de la Edad de Oro fueron el Capitán América, Namor y la Antorcha Humana. Se usaban casi para todo. Son los que la gente más recuerda. Pero había más, y algunos estereotipos muy chulos. Bien. Pues a lo largo de los años, Marvel ha intentado resucitar a equipos de héroes molones como The Invaders…, pero sin éxito. Por que no sólo sirve tener una buena masa; hay que saber elaborarla. Unos buenos maestros amasadores que sepan sacar un buen pan, que huela bien y que los lectores deseen comerlo. Ed Brubaker y Steve Epting son dos de esos panaderos-confiteros. Y con El Proyecto Marvels sacaron un buen pastel entre 2009 y 2010, con una serie de ocho números para celebrar ese glorioso pasado del que Marvel gozaba.
Una historia «no contada» sobre los orígenes de los superhéroes de Marvel antes de la Segunda Guerra Mundial. Una epopeya que lleva setenta años construyéndose, donde se revelan conexiones entre los primeros campeones uniformados, con los actuales. Una guerra diferente, impertérrita, donde la carrera consiste en… ¡Crear al Capitán América!, como dice la sinopsis editorial. El Proyecto Marvels empieza contando los primeros días de los héroes más conocidos de la Edad de Oro. También hacen aparición otros muchos héroes como el Dr. Fausto (Ferret), Thin Man (Dr. Bruce Dickson), Acero (John Steele) e incluso se cuenta ya con El Ángel original como el narrador de la historia. Un curioso truco de continuidad que usa Brubaker, personajes desconocidos para la mayoría del público actual, a los que enseñar la historia de la Marvel Age para que la tengan presente. El Projecto Marvels, en definitiva, comienza con un prólogo en 1938, donde un anciano llamado Matt Hawkins se encuentra postrado en cama y la muerte llama a su puerta. Así que decide contarle a su médico que ha estado en el futuro, que existen dioses, monstruos y héroes allí; y el Dr. Halloway lo anota todo, pensando que es simplemente otro caso de demencia senil. Pero a los pocos días, sus animadas visitas terminan. El señor Hawkins ha fallecido. Pero aquel viejo dejó algo para Halloway, y cuando lo abre, se da cuenta de quién era Matt Hawkins, en realidad: Hawkins era un héroe del Salvaje Oeste, el héroe de la infancia del doctor, y el regalo dejado son sus dos revólveres y su máscara junto a una tarjeta que dice: «De un héroe a otro».
A partir de aquí, se van dando una serie de hechos: en 1939, a bordo de un barco en el Océano Atlántico, el presidente Roosevelt se reúne con su amigo Vincent Astor y su primo Kermit, quien le dice que tienen un buen consejo sobre el Proyecto Nietzsche robado al alto secreto alemán; en el mar de los Sargazos donde un barco nazi lanza cargas de profundidad contra atlantes, Namor aparece para matarlos a todos. Unas semanas más tarde, el profesor Phineas Horton presenta a su hombre sintético en Brooklyn pero cuando se libera oxígeno en la cámara, el hombre se incendia y nace la Antorcha Humana. Mientras la Segunda Guerra Mundial da sus primeros pasos, Nick Furia y su compañero discuten por una linda camarera hasta que un coronel Ellis interrumpe la pelea para decirle que tiene un trabajo urgente para ellos. Rescatar al Dr. Abraham Erskine, un científico alemán que quiere desertar…
El Proyecto Marvels que Panini Cómics recién publica es un tomo recopilatorio que se disfruta bastante gracias a la enorme profundidad de su ecuación. Después de que Brubaker use su maravilloso juego narrativo para engancharte a la historia, avanza con una serie de escenas que son como un puzzle que tu cabeza va montando casi en piloto automático. Por eso el gusto molón por sus tramas satisface tan pronto. Todo para mostrarnos cronológicamente lo que sucedió entre 1939 y 1941 en un mundo superheróico que emerge, para culminar en una extraña mezcla de ciencia ficción-histórica que se vuelve más fascinante cuando se aleja de esos personajes familiares y nos muestra algunos héroes que no son tan conocidos. Y queda una gloriosa sensación de empezar de cero. De estar leyendo un cómic de superhéroes por primera vez.