Joann Sfar (1971), es un prolífico dibujante y guionista de cómic, conocido especialmente por ser co-escritor de los numerosos álbumes conocidos como La Mazmorra. Es también uno de los principales representantes de lo que en Francia se ha dado en llamar la «Nouvelle Bande Desinne». Es creador también de grandes personajes como son El Gato del Rabino, Vampir y demás sucedáneos; personaje que más éxito le ha aportado en realidad, y que fue todo un éxito en su exposición en el Salón de Angoulême.
Vampir (o Grand Vampire, en el original) es una de las series de Sfar con más álbumes en el mercado, y aunque se publicaron entre 2001 y 2005, en España, permanecía inédita hasta hace poco que la recomendable editorial Fulgencia Pimentel decidió «ponerla» en suelo español. Un tomo maravilloso que nadie debería perderse con un dibujo encantador, atractivo y graciosas aventuras. Su segundo tomo fue L´Amour, que correspondía del #5 al #7 del original y estaba lleno de personajes encantadores, de los que quieres saber más y más, con el paso de las páginas. Monstruos sobrenaturales, jóvenes, chicas sobre todo, muy de hoy en día. También lo publicó Fulgencio Pimentel. Y ahora otra más (¿la qué faltaba?) de la colección.
Pequeño Vampir es realmente una serie para los más pequeños. Pero oh, como saber que lo disfrutaría tanto de adulto, o como adulto padre que lee con sus hijos, mejor dicho. Joann Sfar compone un universo de ensueño poblado por simpáticos monstruos divertidos, muertos vivientes graciosos y personajes de leyendas (algunos ilustres clásicos, en particular). El resultado es un pequeño mundo -y coherente-, al que nos apegamos rápidamente y del que deseamos saber más casi con cada página. Con personajes de nombre poéticos que molan: Pequeño Vampir, Mamá Pandora, el Capitán de los Muertos, el escatológico e inocente Margarito, su amigo Miguel (trasunto del autor), el sanguinario cocodrilo Claudio o su inseparable perro Fantomate. Un mundo donde el autor, para dar vida a toda esta compañía de almas con las que encariñarse, utiliza una narración simple y natural, con diálogos en tono infantil que interesa a pequeños lectores. Y con un dibujo maravilloso, atractivo con pocos trazos, pero adornado de unos fondos muy sugerentes gracias al coloreado de Walter, en esta ocasión.
Una nueva maravilla del cómic europeo publicada en nuestro país por fin. Una completa colección en un sólo tomo, en tapa dura, que recopila los siete números que englobaron la serie de Vampir en su infancia. Con momentos, anécdotas, aventuras donde ver como a Miguel le molestan los imbéciles en la escuela y Pequeño Vampir decide presentarle a su maestro de kung-fu. O aquella vez en la que ambos se ponen a recoger perros huidos de un laboratorio clandestino, donde científicos malvados realizaban experimentos con ellos. O cuando irrumpen en una casa que alberga seres extraños que guiarán a nuestro héroe hacia aventuras extraordinarias. O cuando el escatológico e inocente Margarito se pone a tirarse pedos tan nauseabundos que su olor es capaz de despertar a los muertos… O cuando se acerca la Navidad y Pequeño Vampir y todos los demás monstruos escriben unas muy graciosas cartas a Santa Claus y el Capitán de los Muertos quiere demostrarle la existencia de Santa Claus a Miguel que no cree en él para nada. Y el cierre final. Donde un Miguel enfermito, se tiene que quedar en casa y se pone a leer manga (Nausicaä del Valle del Viento, de Miyazaki y Galaxy Express 999, de Matsumoto… ¡buena elección!); y le explica a Pequeño Vampir dónde está Japón y lo maravillosa que es como Tierra de Grandes Cómics. Y agrega: «Cuando sea grande, seré dibujante. Seré tan conocido que me invitarán a Japón». Influenciado por esta conversación, Pequeño Vampir empieza a soñar con ello…
Se puede decir que Pequeño Vampir es un cómic dirigido específicamente a lectores jóvenes, que por ello es difícil de evaluar. Por mi parte, agregaría que para nada. Algo tan definitivamente bueno como Pequeño Vampir solo se define con la palabra «muy-recomendable».