Reseña: La Casa de los Horizontes Perdidos. Un Misterio de Sarah Jewell, de Mike Mignola y Chris Roberson

Simplemente brillante todo este Universo Hellboy como se ha dado en llamar. Sublime siempre Mike Mignola, su Mignolaverse, y todos aquellos autores de los que ha sabido rodearse para crear estas obritas que cómo mínimo recuerdan a Lovecraft y su entorno Arkham. En este caso, la denominada La Casa de los Horizontes Perdidos, no es otra cosa que un spin-off con el que la investigadora Sarah Jewell (Rise of the Black Flame, Witchfinder: The Reign of Darkness) obtiene su propia serie con un misterio asesinato y, por supuesto, un girito de lo oculto. Pues, un asesinato en una habitación cerrada desconcierta a la detective paranormal Sarah Jewell y su socia Marie-Thérèse cuando en un viaje de fin de semana a una isla privada frente a la costa de Washington todo se desvía a lo contrario de lo que conocemos como viaje de placer. Atrapados por una tormenta y rodeados por una miríada de sospechosos que se han reunido para una subasta de objetos ocultos, el intrépido dúo debe desentrañar los misterios sobrenaturales que rodean a los invitados que se encuentran en la mansión isleña. Descubrir al asesino. Pero mientras tanto, los cuerpos siguen acumulándose, se descubren más muertos…, gritos, el horror en la noche tras el sonido de las olas, el misterio de las rocas… en cualquier momento Sarah o Marie-Thérèse podrían ser las próximas.

De vez en cuando llegan una de estas joyitas del maestro Mignola y su grupo, publicadas en nuestro país por la inestimable Norma Editorial. Os puedo decir que raro es, el cómic de este estilo, que no es recomendable para todo amante del género de Terror o el Misterio. Mike Mignola y Chris Roberson regresan al mundo de Hellboy, acompañados por la artista Leila del Duca y la colorista Michelle Madsen. Desde la primera aparición de Sarah Jewell en Rise of the Black Flame (El Origen de la Llama Negra: https://www.normaeditorial.com/ficha/comic-americano/hellboy-2/el-origen-de-la-llama-negra), muchos de los fans andábamos deseando que Sarah tuviera su propia serie. El personaje que está claramente inspirado en la periodista trotamundos Nellie Bly y la exploradora heredera Aimée Crocker, tenía una historia tan amplia que contar más allá de la página, incluso en esa primera historia publicada por Norma. Incluso si no fuera tan friki del Universo Hellboy, estoy seguro que me hubiera enganchado a esta historia porque Nellie Bly fue una de mis heroínas favoritas de la infancia. Por la cual también me inspiré para un relato. Quién no la conozca, Elizabeth Jane Cochran “Nellie Bly” (1864-1922), fue una periodista, escritora y empresaria estadounidense; la primera reportera de periodismo de investigación y pionera del periodismo encubierto. La primera «Iker Jiménez» para que nos entendamos. Y con una anécdota sobre ella. En 1889 rebajó en ocho días el récord de ochenta días en «dar la vuelta al mundo» narrado por Julio Verne en la novela del mismo nombre…

Volviendo a la reseña, tenemos a Sarah Jewell como protagonista ideal de una miniserie que mezcla trama de libro de Agatha Christie con cuento de H.P. Lovecraft. Para que conste, tengo presente lo que se parece esta historia a la de Christie aquella llamada originalmente And Then There Were None y aquí Diez Negritos; en la que los personajes principales son convocados a una isla en circunstancias misteriosas, luego aislados del mundo exterior por una desagradable tormenta y uno por uno los personajes son asesinados. Pero entonces, ¿qué trata La Casa de los Horizontes Perdidos exactamente? Bueno, tiene un montón de personajes atrapados en una isla durante una tormenta y hay un asesino entre ellos y a partir de ahí… toda realidad empieza a cambiar.

Cada personaje empieza a ser convincente a su manera. Además de eso, al ser un misterio de habitación cerrada, es importante configurar el entorno, la línea de tiempo y las limitaciones de acceso. Todo esto en un cómic que gracias a la inquietud que provoca, se lee en nada. Y del que, por supuesto, cualquier cosita que cuente fuera de lo ya contado, se convertiría en spoiler. Cuando un personaje sale de una habitación, no solo importa si salió de la habitación, de repente es importante el cómo salió de la habitación. La historia se infla naturalmente con estos datos adicionales y cuando menos lo esperas llega el horror que rompe la tensión.

Disfruté especialmente la escena en que a través de la mirada de uno de los personajes observamos la forma en que observa -valga la redundancia- a los otros.

Michelle Madsen, maestra y ejemplo de como cuidar una paleta de colores.

Como decía, una obra que combina dos de mis tipos de misterios favoritos. Juega con mis intereses a la perfección. Otra joyita para mi cómicteca.