Me resulta a la vez sorprendente y original evocar a un pintor no hablando de su vida ni de su obra, sino centrándose únicamente en las pequeñas almas que le sirvieron de inspiración en vida. Esa es la gran originalidad de la historia que os reseño hoy. Poulbots, de Patrick Prugne, que en breve llegará a librerías gracias a Ponent Mon y ya está disponible para reserva; es un álbum que cuenta con el excelente dibujo de Patrick Prugne, de rostros llamativos y decoraciones pulcras. Con unos colores que suavizan y combinan la línea en un conjunto estéticamente impecable y es que no sé si soy tan amante de esto o yo que sé… pero es otro álbum realmente hermoso de ver.
Por el lado del guión, otra historia de pilluelos callejeros tan dickensianos, de las que hemos ido disfrutando a lo largo de los años en diferentes formatos, que a mí, por ejemplo, son tramas que rara vez no me enganchan. Me gusta ver la picaresca que surge de un pequeño ser humano cuando pasa hambre… entre otros malestares. Y sí que es cierto que son historias que rara vez son originales pero eso no quita que sean guiones que se disfruten con su lectura y emocionen. Y también digo que no esperéis leer aquí una biografía cien por cien fiel a la vida de Poulbot, es más, una historia de aventuras de los niños pequeños que quedan atrás tras haber servido de inspiración de algún modo a un artista, filántropo, una ser diferente. Mmmm…, sabéis quién era o a qué se le llama un «poulbots», ¿no?
Francisque Poulbot (1879-1946) fue un señor ilustrador y residente de Montmartre, conocido por los numerosos lienzos que hizo representando a los habitantes parisinos de los barrios bajos, por llamarlos de alguna manera. Obras, dibujos, publicados en la prensa francesa de principios del siglo XX. Autor de ilustraciones que tuvieron mucho éxito, de hecho, Poulbot se afincaría en estos trabajos ya durante toda su vida y su apellido se quedaría como término para designar obras con esta “temática”. Término que se empezó a usar para designar estas ilustraciones de pobres niños callejeros entre 1960 y 1980. Un «poulbots» es, en definitiva, eso, una ilustración de niño parisino de ojos grandes (en la línea de Margaret Keane), muchos de ellos pintados también por Stanislas Pozar, artista conocido bajo el seudónimo de Michel Thomas (1937-2014), ilustraciones muy usadas, por cierto, para el género literario que también tuvo un fuerte repunte a través de las obras del maestro Charles Dickens.
Me gustó mucho descubrir en este álbum todo el entorno de este distrito parisino que es Montmartre. Tengo que reconocer que ahora tengo unas ganas tremendas de visitarlo y eso que debo ser de esos seres rarunos que nunca le atrajo una visita a París. Pero Montmartre parece ser un lugar con alma y eso esplende en este cómic. ¿Y qué pasa con los muchos artistas, pintores y poetas que encontraron mucha inspiración allí? Nos sumergiremos en este álbum que nos lleva exactamente al año 1905, una época en la que el distrito era una especie de aldea en mitad del campo donde se amontonaba una frágil población expulsada de la capital. Menudo cambio, ¿no? Me encantó el paseo bucólico en el pasado donde nos encontramos con cinco niños pobres, pequeños poulbots, a quienes un promotor inmobiliario corrupto está decidido a echar de su estanque de ranas… Y un señor ilustrador y pintor, que defendió a esos pequeños mozuelos rebeldes.
El dibujo de Prugne con sus colores suaves sigue siendo igual de mágico.
Con Poulbots redescubrí todo el encanto de París, algo que de algún modo me retrotrajo a aquel genial film llamado Amélie. Aunque lamentablemente, este mundo ha desaparecido y solo podemos arrepentirnos al final del ejemplar. Es como este joven protagonista del tomito que tendrá un final que… aviso ya… os puede marcar para siempre.
La nostalgia de la infancia, de unos años que pudieron ser buenos y no lo fueron para ciertas personas, e insisto, un viaje en viñetas a uno de los barrios más bellos de París.