Reseña: El Hombre Hembra, de Joanna Russ

Uno de los clásicos que nunca he tenido la oportunidad de leer y que gracias a la nueva edición de NOVA así ha sido, es la ópera prima El Hombre Hembra, de Joanna Russ. Os puedo decir que ni tan siquiera, jamás, en mis más de cuatro décadas de existencia, había visto una edición física en nuestro país. Nunca la había tenido a mano, aunque sabía de su existencia por que desde muy jovencito soy seguidor de la famosos Premios Hugo y Nebula norteamericanos, los más altos galardones que puede conseguir una obra dentro del mundo de la Ciencia Ficción. De hecho, soy ese forofo que desde chaval sigue la lista de nominados por categorías de ambos premios todos los años y disfruto leyendo títulos de autores y ganadores. Títulos que inspiran. Pero como suele pasar, hay obras que quizás no ganan, que quizás únicamente estuvieron nominadas y se acabó. Y después, con los años, se han convertido en clásicos gracias a la opinión del público. Le pasa a El Hombre Hembra, que tan solo fue nominada al Nebula del año que salió (1975), y que después, cualquier amante de la literatura fantástica que se precie, conoce.

Un libro que incluso me duele no haber leído antes como fan de la buena CF clásica que soy. Probablemente deambulara muy cerca de mí en aquellos años en los que disfrutaba saliendo de mi casita del bosque y yéndome a echar toda una mañana a la ciudad, entre librerías de viejo o segunda mano que también las llaman. Pues investigando para la reseña, consta que la eterna editorial Bruguera y alguna otra, sí que le sacaron edición en español. Pues seguramente una copia nadaría entre libros de bolsillo usados de los 60, 70 y/o 80 y al ver mi cara de tiburón desesperado, buscador de manjares de CF y Terror, huiría hacia el fondo. Pero da igual. Como decía al principio, NOVA, el sello editorial referente de la mejor CF en nuestro país, ha tenido a bien publicar esta joya en una edición en tapa dura con sobrecubierta súper chula que nadie debería perderse.

Debo admitir que inicialmente El Hombre Hembra me confundió. Sin saber nada de la historia, me enfrenté a ella pero asumí que sería una historia bastante directa y orientada a la acción que exploraría el feminismo por lo que había oído. No obstante, El Hombre Hembra es, sobre todo, una novela mucho más personal. Mirad, no se trata de cuatro mujeres, como descubrimos al final de la novela, se trata de la misma mujer en cuatro encarnaciones muy diferentes. Está Joanna, una feminista de los 70s que podemos decir sin miramientos que es la propia Russ y que vive en un mundo y época similar a lo que era la Tierra entonces. Jeannine, una mujer tímida que vive en un mundo donde la Gran Depresión nunca terminó y donde la Segunda Guerra Mundial nunca sucedió porque Hitler fue asesinado en 1936 pero donde Chiang Kai-shek sí que controla Hong Kong, dado que el imperialismo japonés domina aún sobre el continente chino. Bien. Janet es una mujer que vive en un mundo llamado Whileaway, un futuro donde todos los hombres han muerto a causa de una plaga, una sociedad utópica en un futuro lejano donde se sugiere que para procrear, las mujeres en relaciones lésbicas utilizan una tecnología para fusionar genéticamente los óvulos mediante un proceso al que llaman partenogénesis. Una sociedad que por el contrario a su evolución científica es principalmente agraria. Y por último, Jael, un asesino de un futuro en el que hombres y mujeres están en guerra.

Pero Janet y Jael se cruzan como les place, mientras que Joanna y Jeannine están al capricho del universo.

No digáis que la idea de estos cruces temporales entre utopías y distopías no es como mínimo atractivo. En resumen, El Hombre Hembra es una meditación sobre género y feminismo ejecutada a través de cuatro lentes, en principio, diferentes, en principio, iguales. Este dolor, de la feminista recién iluminada que intenta forjarse una identidad completa, verdadera y segura para sí misma, está en cada palabra. Hay capítulos que simplemente son una lista de todas las cosas que se han dicho sobre los escritos de Russ, precedido por una declaración de que si ella hubiera expuesto su caso con delicadeza, la habrían escuchado. (Difícil leer esa letanía sin reflexionar mirando al horizonte). En otro breve capítulo se detalla la supremacía entre las mujeres. Y toda una serie de apartados y capítulos que unidos, sinceramente, molan.

Sí que es verdad que la novela termina con cierto grado de conformismo que a mí por ejemplo, no me hizo gracia. Después de todo lo que se propone durante casi trescientas páginas, aceptar un destino obsoleto y ridículo, uno donde no eres feliz, pues como que no. Y esto vale para cualquier aspecto de nuestra vida, friends. Sé feliz donde vayas. O no vayas. El Hombre Hembra es en gran medida un producto del movimiento feminista dominante de aquellos momentos. Mucho más inclusivo que la homosexualidad, pero combina género y sexo de formas extrañas hasta el punto de ser binario. Por ejemplo, los hombres del mundo de Jael ocasionalmente se convierten en mujeres (o se detienen en algún punto intermedio), momento en el que se convierten en una propiedad llamada «hombre de verdad»… Ufff. Me quedé ahí, como historia, y no quise pensar en repercusiones políticas. No me va eso.

Lo que está claro es que estamos ante una novela que es una pieza importante de la historia de la Ciencia Ficción. Y una lectura obligatoria.

Reseña: La Era de la Supernova, de Cixin Liu

Empezar el día con Ciencia Ficción de buena calidad y actual, casi que lo recomiendan los médicos. Pero empezar la semana con un buen libro…, ya es cosita maravillosita (dedito índice girando hacia arriba). En la extensa trilogía El Recuerdo del Pasado de la Tierra (Remembrance of Earth’s Past), de Cixin Liu, ganadora del Premio Hugo, el aclamado autor chino elaboró un juego mental multidimensional que era lo suficientemente complejo como para asombrar incluso al lector de CF más astuto. Pero su última novela, La Era de la Supernova, que acaba de ser publicada por mi amado sello Nova de Ediciones B, (mejor lugar para encontrar CF Ever); su última novela, en realidad, fue escrita años antes de la trilogía que le ha dado la fama mundial que merecía. Y obviamente, en consecuencia, es mucho menos ambiciosa en proporción.

La Era de la Supernova, en lugar de abordar la astrofísica y la metafísica del Cosmos, esta novela independiente enfoca un escenario socio-político que se desencadena por una premisa simple pero aterradora: una estrella cercana pero previamente oculta se convierte en Supernova, y la radiación desencadenada matará a la humanidad a lo largo de una Era. Bueno, no a toda la humanidad, sólo a los mayores 13 de años pues sus cromosomas quedarán dañados. Así que la esperanza de la Tierra son los niños, ellos permanecerán y dependerá de ellos recoger el conocimiento, las herramientas que le proporcionen los adultos para reconstruir la civilización. Siempre que sean capaces de sobrevivir en óptimas condiciones, y lo más importante, si es que quieren…

Cixin Liu comenzó a escribir La Era de la Supernova poco después del levantamiento político en la Plaza Tiananmen, en la Beijing de 1989. La trama está impregnada de esa sensación de calamidad, tragedia y rápido cambio social. Liu presenta además la ciencia tras la presunción, de manera clara pero concisa. Como si quisiera sacarla del camino antes de que su inverosimilitud se hunda demasiado. Y funciona. Porque la física de este fenómeno apocalíptico no es el foco de la historia. En lugar de la CF rigurosa y dura de la Trilogía del Recuerdo, La Era de la Supernova es más una historia de personajes. Hay cantidad de ellos, en su mayoría pertenecientes a una especie de Escuela Secundaria de Beijing. Principalmente, todo gira en torno a un niño llamado Huahua que se encuentra en el centro de los sucesos más trascendentales. Sin sentir esa presión que recae en ellos para reconstruir el mundo, Huahua no solo quiere una funcionalidad anterior, desea que la superemos en términos de moral. Por eso, esta novela súper gustosa de leer abarca la sátira social, delineando absurdamente un futuro en el que la civilización vuelve a sus inicios, a la infancia, a una época feliz y civilizada, dejando atrás el suelo muerto, hemos vuelto a la libertad de los árboles, nos hemos quitado las ropas de la hipocresía y lujosos abrigos de plumas. Si esto suena a como si Ursula K. Le Guin hubiese reescrito El Señor de las Moscas, es porque se puede entender así. Y es un halago.

Se le puede achacar una dependencia excesiva de la narración omnisciente, que con demasiada frecuencia conduce a resúmenes y a una distancia que enfría. Pero el autor chino construye algo que mola: una serie de luchas sucesivamente alarmantes para que Huahua y su generación las superen, más allá del trauma profundo de quedarse huérfano y quedarse solo en un mundo sin adultos, sin su saber hacer y sin su disciplina. Es curioso ver lo que ocurre al principio, como los niños sucumben al alcoholismo desenfrenado y escenifican juegos olímpicos, incluso cuando asumen los roles de presidentes en su intento de enderezar el barco que se hunde. Pero ese entorno apocalíptico, el entorno celeste como telón de fondo, es un recordatorio constante: el cielo ha sido alterado para siempre por la Supernova, es como un ojo constante que les mira como el de unos padres molestos, para que de una vez por todas vean la vida bajo una luz radicalmente diferente si quieren perseverar.

La Era de la Supernova es una predicación, una parábola, su historia brilla con una atemporalidad absorbente, gracias en gran parte a la traducción que hace del chino, suave pero enérgica, Javier Altayó. Una historia satisfactoria y menos frustrante de llevar para el lector medio, que la Trilogía del Recuerdo. Le falta el alcance intergaláctico puro, sí, pero aquí se compensa con unos personajes atractivos y un tono contemplativo que proporciona una visión vital de uno de los actuales maestros del género.

En La Era de la Supernova, “los niños son el futuro”, se convierte en algo más que un cliché.