Al igual que con mi lectura de Elric, estoy un poco emocionado con esta nueva obra de cómic europeo de la que Yermo Ediciones nos trae un nuevo álbum. Los nombres de Jérôme Lereculey y Chauvel (los creadores de Arturo y Las Cinco Tierras) me garantizaban una cierta calidad así que mucho miedo no tenía con una nueva trama de Wollodrïn. Dos nuevos álbumes de la colección (#7 y #8) que comprenden un nuevo arco argumental y que, por supuesto, me ha encantado. Además de que, gráficamente, me fascina esta serie, ya que todos sabemos que los escenarios dentro de la fantasía heróica que crea Chauvel son toda una delicia.
Wollodrïn es una colección de álbumes con historias relacionadas entre sí un poco al principio pero que con el paso de las páginas se entrecruzan sus tramas cada vez más. Sobre todo, el mundo y la relación entre orcos y enanos. La mañana de las cenizas, la primera aventura, trataba una guerra tan clásica como puede ser la eterna no-relación entre orcos y enanos. Llamaba la atención que estaba llevada de una manera cuidada y los ocupantes de una de las celdas de la prisión de Marmaëkard compartían una condena a muerte que se realizaría en breve, pero de pronto tienen una oportunidad de seguir con vida si aceptan un trabajito. En El convoy, la humana Onimaku y el orco Hazngar, unidos tras la masacre del clan de este último, buscan fortuna durante sus vagabundeos pero acaban sobreviviendo gracias a apuestas clandestinas y encargos poco honorables… Hasta que se topan con un convoy de pioneros que se dirige al lejano país de Hingell. Los pioneros, los contratan como guías. En Aquel que duerme, Tridïk, un joven enano romántico que vive enamorado de la bella Mëlinhh, sueña con regalarle algún día una flor de piedra que solo se encuentra en lo más profundo de las montañas. Cuando se presenta la oportunidad, el joven pretendiente no duda en salir a por ella…
Y ahora recién publicado tenemos Las llamas de Wffnïr, donde cada buena temporada, se envía a jóvenes guerreros orcos a entrenarse en expediciones contra clanes vecinos. Entre ellos, Wïnhbor, cuyas pesadillas las protagoniza un dragón, pero su hermana Wïnhart es quien verdaderamente atormenta sus días. La misma que es designada para acompañarlos e ignora que Wïnhbor y sus amigos tienen un plan secreto que los hundirá a todos en un torbellino de lágrimas y muerte.
Me encantan los protagonistas incansables y creo que por eso amo la serie de Wollodrïn. También es un título donde siente que el guionista domina las historias, no queriendo dar todas las respuestas rápidamente y tratando de construir cositas a largo plazo. Está la subtrama política con la empírica nación élfica que nunca vemos pero se nos dice y que es responsable de los males de este mundo. Muy tentador presentarnos trasfondos que sólo suman y que probablemente nunca leeremos. Y es que a leguas se percibe que Chauvel y Lereculey conocen los clásicos de literatura fantástica que todos sabemos. Lereculey toma prestada sobre todo la belleza de los decorados neozelandeses de la película de Peter Jackson, así como las diversas técnicas de encuadre, como las vistas desde arriba de ciertas compañías de aventureros que caminan en fila india hacia lo más alto de las colinas. Un trabajo muy bien hecho.
En Wollodrïn se logran mezclar aventuras donde la única esperanza es SOBREVIVIR. Serie de cómic europeo súper recomendable.