Muy a favor siempre de estas propuestas de un escritor de renombre del fantástico haciendo el guión de un cómic. Además, Fantasía. Además, una gran ambientación rolera y fantástica como es el mundo de Dungeons & Dragons. Y es curioso por que yo, que aún no me he puesto (¡¡Válgame el Señor!!) a ver la serie de TV de Rick & Morty, este cómic que recién edita Norma Editorial me ha hecho descubrir que molan cantidad. Y es que en este caso, el señor Patrick Routhfuss (El Nombre del Viento, El Temor un Hombre Sabio… y a saber si termina algún día la saga) ha hecho una gran comedia con el mundo de Fantasía, uno de los que tienen más lore de todos los que existen. Incluso me atrevería a decir que para los fans de D&D que aún no sepan nada sobre esta aventura totalmente inusual de Dungeons & Dragons, puedo prometer que será diferente a cualquier otro cómic basado en este mundo.
En Rick & Morty vs. Dungeons & Dragons, primero está la historia en sí, que no estropearé aquí. Ya conocéis mi odio a esas reseñas que son poco más que una recapitulación paso a paso de la historia. El equipo de redacción por sí solo debería ser suficiente para que los lectores de novelas y cómics se interesen por este cómic. Es una genial colaboración entre Patrick Rothfuss y Jim Zub; guionista de cómics, ilustrador e instructor de arte canadiense conocido por crear cómics para Image como Skullkickers (2010), Wayward (2014) y Glitterbomb (2016); y para Marvel trabajó en las series Thunderbolts (2016), Uncanny Avengers (2017), Avengers: No Surrender (2018) y Champions (2018). Pero muchos de nosotros ya conocíamos a Jim Zub por su trabajo en la serie resucitada hace poco de Conan the Barbarian. En cuanto a Rothfuss, si eres un buen fan de la fantasía literaria, debes estar familiarizado con su obra. La que ya he comentado antes. Entonces, imaginaros si de esto no saldría un cómic, bueno como mínimo…
Sin estropear mucho la trama, Rick, Morty y el resto de la familia son arrojados al mundo de D&D, y es todo lo que cualquier chaval que haya lanzado un dado de 20 caras esperó siempre que le sucediera realmente alguna vez. A partir de aquí, obviamente, las referencias a los juegos de rol y sus aventuras están en todas y cada una de las páginas. Hay bastante D&D incluida en cada escena, algunas más oscuras que otras y cuando terminas el cómic, raro es que no te pongas a repasarlo o leerlo de principio a fin otra vez. Más que nada, por si te has perdido alguna referencia. Es más, ya te digo que con una primera lectura, te la has perdido, seguro. Entonces, la sonrisa sale fácil y gustan los cameos de personajes con antorchas en calabozos particularmente entrañables. Si estáis actualmente en la comunidad D&D, o tenéis edad suficiente para recordar la serie de televisión de dibujos animados Dragones y Mazmorras, vais a disfrutar de lo lindo. Descubriréis “invitados” que os sorprenderán gratamente.
Si bien las referencias al juego de rol y sus tradiciones son suficientes para llevar la historia, por otra parte, la trama principal engancha (Morty ve a una chica mona jugando a Dungeons & Dragons en el instituto, y le pide a Rick que le enseñe a jugar y descubre así que su abuelo es un jugador veterano; antes de darse cuenta, que toda la familia está metida ya en una campaña… jajaj). Y Jerry brilla aquí, para gran frustración de Rick. Y es que Rick también conoce a su pareja en la persona de un Dungeons Master invitado que… Bueno, lo dejo, no quiero estropearlo.
Creo que cuanto más tiempo lleves jugando al rol, más disfrutarás de esta obra y sus referencias. Si no, como mínimo vas a despertar nuevamente esa curiosidad, esa que te reconcome desde hace tiempo. El saber, el querer saber, y es que por mi parte siempre disfruto de cualquier frikerio relacionado con D&D. Me lleva a rememorar aquellos años con amigos en los que pasar un fin de semana todos en la habitación del DM, sentados a una mesa, papel, lápiz, dados pero perdidos “realmente” en las catacumbas de una montaña maldita, en busca de un tesoro prohibido e intentando no morir ante el ataque mágico de seres inmundos; rememorar una de las mejores épocas de mi vida.
Fomentando la imaginación, para todo lo que vendría después.