Reseña: Chez Adolf (Integral), de Rodolphe, Marcos y Fogolin

Chez Adolf nos remonta a la historia alemana en el preciso momento en que Adolf Hitler se convierte en canciller de Alemania y poco a poco comienza a instalar su régimen político con las consecuencias que todos conocemos. Es decir, el comienzo del Reino del Terror. En este caso, me parece muy interesante aportar lo que expone la sinopsis editorial de Ponent Mon porque con dos frases increpa y muestra lo atractiva e intrigante que puede ser esta historia para el que no la conozca. Dice así: «El 30 de enero de 1933 Adolf Hitler llegó al poder en Alemania y el dueño del bar llamado Los Alegres Amigos, cambia su letrero por el de Chez Adolf. Frente a ese lugar vive el discreto profesor Karl Stieg, quien decide llevar un diario sobre lo que está empezando a suceder sin llegar a imaginar cómo serán los años venideros de una ciudad, de un país, del destino del mundo…». Yo que he estudiado por activa y por pasiva todos y cada uno de lo sucesos de la Segunda Guerra Mundial; lo que más me ha interesado siempre es el cómo empezó todo. Una locura que casi se gesta de la nada. Una bolita de barro rodando cuesta abajo por la ladera de una montaña, que no deja de rodar durante de años, y a la que se le unen toda una serie de sedimentos que provocan que crezca en masa y tamaño hasta convertirse en la montaña más alta de dicha cordillera. Aparte del mal gestado en ciertos personajes, se dieron toda una serie de coincidencias perturbadoras, un cúmulo de granitos de arena que formaron una playa de kilómetros y kilómetros de muertes sin sentido.

El interés de esta serie radica en el ángulo de visión elegido por el guionista Rodolphe para contarnos esto. Es a través del profesor Karl Stieg que entenderemos el insidioso auge del nazismo y cómo poco a poco cada uno seguirá o sufrirá su doctrina a diario. Este señor reside en un edificio con vistas a la cervecería Los Amigos Alegres, cuyo dueño lleva el mismo nombre que el nuevo canciller. Y peor aún, comparte sus convicciones. Pero Karl Stieg, una figura culta que permanecía al margen de los asuntos políticos en ese momento, pronto se ve enfrentado a tomar decisiones. Entre las juventudes hitlerianas que reclutan a los más jóvenes y las leyes antijudías y bolcheviques que caen, el ambiente se tensa y no elegir equivale a autoproclamarse enemigo. Cada familia en el edificio, desde el guardián hasta la familia judía que todos conocen, experimentará estos eventos de una manera diferente.

Y en eso precisamente está toda la fuerza de este cómic. De esta serie que se publica de forma integral gracias a Ponent Mon. El gran Rodolphe centra toda la fuerza de la trama en una historia de historias (valga la redundancia). Nos muestra cómo mediante una sucesión de pequeños sustos, de pequeños golpes y un alistamiento muy bien ingeniado de toda una población que se dejó reclutar por una idea llamada nazismo; lleva al miedo y la resignación de millones de personas. El Mal se ha instalado y se ha apoderado del sentido común. Y muy pocos alemanes supieron alejarse de esa locura…

El diseñador español Ramón Marcos, todavía tan talentoso como siempre, no necesita desplegar mil efectos para restaurar la paranoia que reinaba en Alemania a finales de los años 30. El dibujo realista de Marcos es bastante bueno en esta serie, aunque algunas viñetas a veces quizás merecían un poco más de trabajo en los detalles y los rostros. No obstante, va muy bien gracias a la coloración muy a tono con el tiempo que propone Dimitri Fogolin.

Siento curiosidad por imaginar como podría avanzar esta serie (porque se podría) si se quisiera hacer. Este tomo recopila los dos álbumes que centran su trama en años previos al comienzo del terror. El primer volumen de la serie Chez Adolf toma como marco la Alemania de 1933, entonces en proceso de nazificación. Seguimos los trastornos provocados en la vida cotidiana de los habitantes de un edificio. El segundo volumen se basa en principios similares, excepto que viene después de una elipse de seis años durante la cual Alemania, en pie de guerra, ganó 120.000 km² de superficie, casi sin disparar un solo tiro.

La reflexión de Rodolphe sobre la posibilidad de dejarse arrastrar por una inmensa máquina de destrucción, unirse o morir, está genialmente representada en Chez Adolf.

Reseña: Stringbags, de Garth Ennis, PJ Holden, Kelly Fitzpatrick y Rob Steen

Aleta Ediciones (por lo callaíto) no deja de publicar obras tan chulas como interesantes. Además, tienen puesto el ojo de algún modo en tan tremendo guionista como es Garth Ennis; autor, que a uno no le queda otra que poner el ojo (una y otra vez) en dicha editorial. Por lo menos, en sus obras bélicas. Respecto a la obra, diría que en el mundo vertiginoso de hoy, no necesariamente de forma intencionada, tendemos a descartar o desprestigiar a los de generaciones anteriores. Cuando estuve en el ejército, a menudo me encontraba recibiendo consejos de quienes estuvieron antes que yo. A veces, era algo útil. Estuve en uno de los destacamentos del ejército de los más duros de este país; de los que pisan primera linea de playa o van al mismísimo frente el primer día en una posible guerra. De hecho, nuestro día a día era como si de verdad estuviéramos en guerra y en plena crisis total. Los mandos (como se les decía a los de rango suboficial hacia arriba), lo vivían en un constante y alucinante éxtasis. Lo disfrutaban. Y a uno de ellos le escuché una de las mejores historias bélicas históricas. La de los chicos que fueron a la Operación Tormenta del Desierto (Desert Storm) donde cualquiera que lea algo sabrá que fue un auténtico infierno para cualquier ser vivo que se encontrara allí.

No obstante, en mi fascinación por la Historia y por encontrar esas historias que rara vez se cuentan (he tenido tiempo de encontrar cientos de ellas), muchos hombres y mujeres valientes hicieron misiones por las que no tuvieron medallas, merecerían ser honrados y que duda cabe que homenajeados. Y eso es lo que hace el ya consagrado Garth Ennis una vez más en Stringbags. Esfuerzos que enhebraron la aguja invisible para garantizar el resultado adecuado y cuyas consecuencias hacen que otros seres humanos hayamos tenido una vida mejor. Historias en las que mujeres y hombres, la mayoría ya fallecidos, finalmente obtuvieron su reconocimiento, pero veteranos de guerras que necesitan del cariño de nosotros antes de irse al otro mundo.

Grande Ennis.

En Stringbags, Garth Ennis, PJ Holden, Kelly Fitzpatrick y la brillante rotulación de Rob Steen, nos cuentan de otro grupo heterogéneo cuyas hazañas tuvieron que ver en que el mundo viva en paz. Y nos llevan a 1940, donde tripulaciones de hombres jóvenes de la Royal Navy británica volaron con lo que entonces se consideraba una antigualla, un torpedero biplano en la era de los monoplanos, el Fairey Swordfish, también conocido como Stringbag. Debido a su estructura simplista, muchos se rieron de su reaparación pero terminó por tapar bastantes bocas con sus maniobras militares.

Ennis nos lleva conocer a la tripulación de una de estas maravillas voladoras, Archie, Ollie y Pops, cuyas bromas y camaradería hacen un camino fácil para la cohesión y las misiones largas a corto plazo. Pronto se les encarga una misión: ya que Gran Bretaña se aferra a las bases de operaciones de reemplazo con uñas y dientes, y es la única nación en ese momento que lucha contra la Alemania nazi y busca mantener el terreno en Malta, lo da todo para casi una misión final para la que se ofrecen como voluntarios/rastreadores la tripulación de Archie, Ollie y Pops. Un destino solo de ida, seguramente, pues pronto descubren que podrían ser superados en número. Pero si pueden llegar a eliminar uno de sus buques, la probabilidades de ganar se pueden inclinar a favor del país que intentan que no caiga. Incendiar uno de los acorazados italianos y eliminar pronto la flota restante de la Regia Marina es el objetivo principal del Escuadrón Stringbag.

En general, un integral excepcional que se marca Aleta Ediciones con el que poder disfrutar con el mejor cómic bélico histórico disfrutable desde una visión actual. De las historias, de los guiones, que llevan a querer saber más. Garth Ennis tiene el don de llevarte a los grandes films bélicos, cuando se pone serio. Historias que les da a estos héroes olvidados un momento para el recuerdo. Además, encontramos aquí una trama que en ciertos momentos es divertida, llena de acción y está súper bien desarrollada. El arte del equipo creativo es simplemente impresionante. Y en conjunto, Stringbags te hará querer ir a ver películas como Midway o La Batalla de Midway, para disfrutar más del heroísmo de aquellos que lucharon a pesar de las poquísimas probabilidades de éxito.

Echadle un ojo.

Reseña: La Balada del Soldado Odawaa, de Cédric Apikian, Rossi y Walter

La Balada del Soldado Odawaa que publica Norma Editorial es un cómic que marca como hierro candente. Nos sumergimos en el campo de batalla de la Primera Guerra Mundial, ya sabéis; trincheras, ruinas y muertos por doquier. Desolación hasta donde alcanza la vista. Esta historia me recordó algo que había olvidado: los nativos americanos canadienses participaron en esta carnicería humana. Y viendo el titulo ahora quizás entendáis muchas cosas. Un álbum en el que uno se sumerge inmediatamente en la dura (y la palabra es débil) realidad de la guerra. Escenario cautivador, pero no innovador a pesar de algunas buenas ideas. Como bien se anuncia, estamos ante un cómic bélico que tiene un sabor fuerte a western.

Leyendo La Balada del Soldado Odawaa me vino a la mente lo que me dijo una vez un amigo con el que charlo de cómic europeo por la red constantemente y que ahora vive/disfruta de la vida en el país galo. Dijo: «Si vienes, nos damos una vuelta por Pas-de-Calais (El Paso de Calais). Te invito a que vengas y descubras el Memorial Vimy, que rinde homenaje a los soldados canadienses que murieron y desaparecieron durante la Gran Guerra. Más de once mil nombres registrados. Y es que estamos ante una historia que al poco se vuelve apasionante. Buen ritmo, giros que la energizan (hasta las últimas revelaciones). Además de los guiños a Sergio Leone y al western en general, me pareció curioso encontrar algunas alusiones a Hitler. Como si el Mal ya se estuviera fraguando.

Pero la historia se centra en un tipo occidental que se podría categorizar de maldito en el entorno de la Primera Guerra Mundial. Algo extraordinario a mis ojos. Mola de algún modo pues siempre he pensado que la Gran Guerra fue un portentoso enfrentamiento con diversos escenarios. Tened en cuenta que se venía de una larga época de esplendor, que eso hacía que varios gobiernos se creyeran súper poderosos, lo que deparó en que se pensara que la guerra duraría muy poco. Pensad en un poderoso equipo de fútbol que va a jugar contra uno humilde de pueblo y se vanagloria de que todo será un paseo… ¿Durará poco y será fácil? Más de treinta millones de muertos (¡Millones!) en cuatro años. Un escenario donde se prueban nuevas armas sin pensar para nada en la moralidad del ser humano. Incluso se llegan a ver cargas de caballería enfrentándose a elementos motorizados. Todo muy steam-punk, ¿no? Y La Balada del Soldado Odawaa sigue de algún modo el mismo camino pues, un capitán del contingente canadiense, desplegado en suelo francés, formando comando con francotiradores amerindios… Violencia humana a raudales sembrando el pánico en las líneas enemigas.

El diseño y las escenas son deslumbrantes con realismo y verdad y retransmiten perfectamente los estados de ánimo de los soldados durante este período. Un álbum tremendamente bien labrado con la calidad a la que nos tiene acostumbrados Norma Editorial. Todo para desarrollar una historia cautivadora que incluso el guionista Cédric Apikian reconoce en la introducción como fuente de inspiración con la búsqueda del tesoro que Sergio Leone nunca negó. Algunos me entenderéis (Desenterrando Sad Hill).

El dibujo de Rossi también muy chulo al igual que los colores que aporta Walter; dan preferencia a los oscuros con una perfección alucinante y encajan en una narrativa sombría y retorcida. Una mezcla original de géneros, una batalla en las trincheras, muertes en la parte trasera del frente, saqueadores rateros y aprovechados de la vida pero de los que habría que verse en su situación…

En febrero de 1915, una pequeña tropa de soldados alemanes bajo las órdenes del comandante Von Schaffner recorrió la campiña francesa para saquear y robar todo lo que quisieran. El ejército francés le pide al capitán canadiense Ernest Keating que envíe su tropa de élite para solucionar el problema.

Excelente película.

Reseña: Las Grandes Batallas Navales. La Hougue, de Jean-Yves Delitte

A los inquietos nos gusta saber de todo. Ser un poco maestro-liendre pero sin el “entiende”. Bueno y sin el “de nada” también. Mente inquieta. ¿Qué te gusta el Terror? Pues conocer autores y textos clásicos que nadie conoce. ¿Qué te gusta la Fantasía? Saber de donde procede cada mito. ¿Qué te gusta lo bélico? Pues saber, conocer o sumergirte en historias que desarrollen en batallas de las que uno no tiene ni idea. Y si quieres profundizar algo más en el tema bélico solo debes centrarte en batallas navales. A ver, ¿cuántas batallas desarrolladas en el mar conocéis en profundidad? Nunca mejor dicha, la metáfora. Yo pocas. Por no decir ninguna. Por eso me pareció tremendamente atractiva la colección de cómics de europeo que está publicando Norma Editorial. Una muy recomendable serie de cómic denominada Las Grandes Batallas Navales, a la que echar un ojo a poco que te guste el tema. Algo tan diferente como refrescante. Una colección del pintor oficial de la Marina, Jean-Yves Delitte, con el que disfrutar de estas historias que abarcan desde la Antigüedad hasta la II Guerra Mundial.

Hoy os presento el último leido llamado La Batalla de Hougue. De la que, por supuesto, nada sabía. Específicamente, claro. Porque es una de las muchas batallas que se sitúan dentro de la Guerra de los Nueve Años, eso si. Aquella guerra en la que Francia andaba inmersa a finales del siglo XVII y una con las que se intentó poner freno a la expansión territorial de Luis XIV. Bien, pues es una de las mayores derrotas de la Marina Real Francesa. Una flota que se tuvo que enfrentar a una gran coalición de naciones porque de no ser así… en Inglaterra se hablaría francés. Pero como otros grandes momentos de la historia en los que ingleses han gozado de la suerte que se necesita (clima, consecuencias de otros hechos que se suman y que otros no tienen), pues ya estoy adelantando que fue un potente fracaso. Y es que en 1692 el Rey Sol decidió ayudar al rey católico derrocado Jacobo II a recuperar el trono de Inglaterra. Con un plan arriesgado, como era hacerse con el control de las aguas del canal de la Mancha para facilitar el desembarco de un enorme ejército.

Pocas cosas salieron bien. Pero profundizo un poco más. Desde 1688, Francia se ha visto envuelta en la Guerra de la Liga de Augsburgo. Una gran coalición formada por la Monarquía Española, el Sacro Imperio, el Reino de Suecia, el Reino de Portugal, las Provincias Unidas, algunos reinos Inglaterra alternos y Escocia. En este contexto, el Rey Sol traza un plan atrevido con Jaime II pero su impaciencia hace que envíen a una flota francesa incompleta con solo unos cuarenta barcos. Fue el vicealmirante de Tourville quien había recibido órdenes: «¡Navegar a toda costa y enfrentar al enemigo sin importar el tamaño!». En el siglo XVII, las órdenes no se discutían, especialmente cuando hablaba el Rey, por muy idiota que fuera una idea y por muy idiotas que fueran los reyes que hablaban sin saber. Si el enfrentamiento entre el ejército naval francés y el anglo-holandés se hubiera limitado al de Barfleur el 29 de mayo de 1692, los franceses seguramente se hubieran hecho con la victoria (incluso una excelente victoria), pero con su cuarenta y cuatro barcos y sus más de tres mil cien cañones, el vicealmirante de Tourville no pudo con una flota anglo-holandesa de noventa y ocho barcos escoltados por fragatas que llevaban casi nueve mil cañones. Una batalla que por desgracia no terminaría aquella noche de 1692.

Y ahora imaginad la posibilidad de vivir/leer todo esto en formato cómic. Cómic europeo del bueno y en uno de los geniales álbumes ligeros de dicha colección que se marcó el autor Jean-Yves Delitte. Eso es La Hougue.

Reseña: La Patria de los Hermanos Werner, de Philippe Collin y Sébastien Goethals

Vamos con otro choque de realidad hecho cómic. Tras El Viaje de Marcel Grob (https://ponentmon.es/producto/el-viaje-de-marcel-grob) llega a nuestras librerías la otra gran obra en la que formaron tándem Philippe Collin y Sébastien Goethals. La sinopsis editorial que presenta Ponent Mon remarca muy bien el proceso cronológico del argumento: 1945. En las ruinas de Berlín, dos huérfanos judíos, Konrad y Andreas Werner se convierten en ciudadanos de Alemania Oriental. 1956. Los dos hermanos se unen a la Stasi para escapar del campo de re-educación. 1974. Durante el décimo mundial de fútbol, un partido histórico enfrentará a la RFA y la RDA. Pero lo interesante de esta historia es que Konrad se ha estado infiltrando en el equipo de la RFA durante meses y Andreas es parte de la delegación de RDA. No se han visto en doce años y el choque de ambos equipos durante el Mundial puede sacudir confianzas…

La Patria de los Hermanos Werner es un cómic con una importante carga argumental. Muy especial para los que de algún modo vivieron situaciones así o tienen en su haber momentos duros de su vida donde tuvieron que separarse de algún familiar. Muy impactante también para los que tendemos a ponernor fácilmente del lado del sufrimiento.

Aquí, tres historias se entrelazan: la de la Alemania de posguerra, la de la Guerra Fría y la de dos hermanos, Konrad y Andreas Werner, que cada uno cree tener la razón en lo que hace. En un mundo que por entonces (¿y ahora no?) está dividido en dos bloques. El bloque oriental con ideología comunista y el bloque occidental, liberal e imperialista. En 1974, Alemania Occidental organizó un partido histórico, la RFA versus RDA, para la Copa Mundial de la FIFA. Un evento donde estarían puestos los ojos de medio mundo. Pero también un enfrentamiento donde Konrad y Andreas Werner ya juegan al juego desde los banquillos. Pero no como jugadores de fútbol; uno como gerente (¿Delegado de Campo?) del equipo occidental, el otro como fisioterapeuta del equipo oriental. Aunque ambos pertenecen a la Stasi, el servicio secreto de la RDA.

Como todo en la vida, el ojo del huracán tiene una base. Treinta años antes, Konrad y Andreas, entonces niños, vieron al Ejército Rojo entrar en Berlín y uyendo de una ciudad en ruinas, los dos huérfanos llegaron a Leipzig, donde aprendieron a vivir por su cuenta. Capturados por agentes de la Stasi, tuvieron que alistarse para sobrevivir y terminaron siendo uno de los mejores agentes de la policía secreta de la RDA. Sin embargo, después de un error durante una operación encubierta, los dos hermanos se separan. Y se reencuentran doce años después con motivo del Mundial de Fútbol de Alemania.

Uno de los álbumes históricamente más interesantes de los leídos este año. Y ya llevo unos cuantos. Un escenario en el que es fácil inmiscuirte dado el buen ritmo argumental. El dibujo de Sébastien Goethals está aquí muy localizado. Nos traslada de algún modo a aquellos trazos de revistas setenteras tan de moda en la época (por supuesto, hecho adrede); de hecho, el bicolor en tonos pastel o el monocolor según la atmósfera de la escena y los diseños con algunas caras reconocibles dentro del cine de acción de aquellos años, así lo atestiguan. Chulo, curioso y diferente.

Philippe Collin tiene el don de contarnos historias, infundir, sutilmente, historias verídicas pasadas a cómic, a la vez que utiliza el mimetismo como arma de destrucción masiva. Dos hermanos (Los Werner), dos hermanas (RFA y RDA) y un cómic que no puedo dejar de recomendar por su calidad, incluso a los que no brindan por el cómic bélico en cualquiera de sus formatos. Por que La Patria de los Hermanos Werner, en realidad, no deja de ser una de esas pelis que ves un día casi sin querer, de reojo, y te quedas, te quedas, te quedas hasta terminarla. En cuyos créditos salen las fotos de los protagonistas reales y te haces preguntas sobre la hermandad, la separación, la traición, el perdón y la reconciliación. Una trama en el borde de dos placas tectónicas en constante movimiento.

Reseña: Krieg Machine, de Jean-Pierre Pécau, Mavric, Andronik y Fernandez

No digáis que no atrae una serie de cómics basada en tanques específicos o máquinas de guerra que tuvieron su historia en particular durante la Segunda Guerra Mundial. Algo chulo y original, al estilo de aquel film llamado Fury (Corazones de Acero) donde Brad Pitt y toda su tropa nos hacía amar los tanques de una forma distinta. Tras Esta Máquina Mata Fascistas (https://www.normaeditorial.com/ficha/comic-europeo/maquinas-de-guerra/esta-maquina-mata-fascistas), Norma Editorial vuelve a publicar otra chulada de álbum como es Krieg Machine. Otro de los titulos donde Pécau y Mavric relatan una nueva historia donde hombre y máquina tienen su historia. ¿Y ahora? Ahora le toca homenajear a la obra de arte tecnológica que era el Panzerkampfwagen VI Tiger alemán. Desarrollado por la industria de guerra nazi, una de las máquinas más temidas por los Aliados. Capaz de derrotar a todos los otros tanques (así de claro), el Tiger entró rápidamente en la leyenda de los carros blindados. Y hablo con conocimiento de causa por que este que os habla, hizo maniobras en uno de ellos durante mis años en el ejército profesional. Aunque no uno exactamente como se describe en Krieg Machine, sino la copia americana que se hizo años después. Ya sabéis, USA y la U.R.S.S rápidamente copiando lo que los nazis idearon.

Krieg Machine nos traslada a 1942, a Renania, en el norte de Westfalia, donde Otto Von Sholtiz y Kurt Seibel se encuentran en el centro de entrenamiento de tropas blindadas en el castillo de Paderborn. Lugar donde se hará la presentación del último tanque de la Panzerwaffe. Por fin se puede mostrar al mundo, el famoso Tiger. Un máquina que es una bestia que devorará el alma de toda tripulación que se meta dentro y se fundirá con una ideología nazi poderosa, celestial, que los llevará a ser, allá por donde vayan, invencibles. Y al igual que el primer tomo, este álbum parece contar una historia sobre la Segunda Guerra Mundial, que es mucho más que eso. La originalidad aquí es haber colocado una máquina en el centro de la historia, un tanque, el mejor tanque que ha conocido y creado el ser humano, para después ponernos en la piel de los dos protagonistas. Pues más que una docuficción sobre el conflicto, o sobre la máquina, trata, sobre todo, la relación fusional entre hierro y carne que hay con sus porteadores. Con un dibujo curioso que aplica un animismo fantástico e ¿improbable? Pero que la máquina Krieg fue capaz de realizar…

Los dos años de invencibilidad de esta gran y malvada bestia favoreció el surgimiento del afán de muchos por estas maravillas de la ingeniería industrial de la época. Permanece, a día de hoy. Eso si, un álbum que se centra en la tripulación: un capitán, hechizado por su morbosa misión, y un ayudante, fiel “escudero” que pierde ilusión con cada avance. Seguimos a ambos desde 1942 hasta 1945, hasta un final crepuscular y apocalíptico.

Para el recuerdo.

Que me ha provocado sensaciones extrañas. Krieg Machine muestra un clasicismo desgarrador. La historia cuenta con una serie de explosiones «magníficas», cargas «heroicas», crímenes de guerra y una fascinación inquietante por los valientes petroleros germánicos que tanto miedo dieron a las naciones ganadoras del conflicto.

El dibujo de Sénad Mavric y Philip Andronik (dos chicos bosnios) es realista y tira bastante a film clásico. Además, de estar muy bien documentado, como pega, no me gustó que en algunas partes del cómic algunos rostros fueran esbozados apresuradamente. Como si hubiera prisas.  Eso no me gustó, por que hablamos de un cómic de la BD, donde el detalle debe ser una virtud casi impuesta. Pero, en definitiva, una gran historia del maestro Jean-Pierre Pécau que se basa muy mucho en los personajes.

Segundo de cuatro álbumes muy recomendables y de tramas independientes. Ideal para todo lector de cómic bélico. Se aprende bastante, esplende la sensación de estar allí y seguramente provocará que quieras saber más de esta poderosa arma y sus usuarios.

Reseña: Dreaming Eagles, de Garth Ennis y Simon Coleby

La historia de Los Aviadores de Tuskegee, como se les conocía, es uno de esos cuentos heroicos que casi no puedes creer que sea cierto. Hombres, que experimentaron vil fanatismo y racismo de ambos lados en la Segunda Guerra Mundial, cómo pudieron superar tan terribles obstáculos y continuar desempeñando un papel vital en la lucha contra la maquinaria de guerra nazi. De todos es sabido, que Garth Ennis aparte de crear cómics macarras donde se machaca al estereotipo de superhéroe perfecto, su otra gran pasión es el cómic bélico. Cómics histórico-bélicos algunos ya leídos por mí donde pronto descubres que no lo hace nada mal como en Battlefields, o por supuesto, cada vez que mete a El Castigador en los más terribles infiernos de las diferentes últimas guerras que ha sufrido el mundo.

Dreaming Eagles acaba de ser publicado por Planeta Cómic en un buen tomito en tapa dura que recopila los seis números que comprenden la miniserie donde el guionista Garth Ennis (The Boys, Jimmy’s Bastards, A Walk Through Hell, Equipo Rojo…) y el dibujante Simon Colby (Juez Dredd, The Royals, The Authority…) cuentan una historia real sobre los primeros aviadores afroamericanos aceptados en la USAAF. Una visión única de la historia de los pilotos de Tuskegee, que lucharon tanto contra la agresión nazi como contra la intolerancia estadounidense. Donde impulsados a los cielos mortales del Tercer Reich, los pilotos de combate afroamericanos de Tuskegee, no solo fueron fundamentales contra la máquina de guerra nazi, sino que también enfrentaron un desafío igualmente grande, superando la intolerancia cotidiana entre sus compañeros soldados estadounidenses y entre los civiles, sus propios vecinos. El peligro en casa.

Viendo que su hijo intenta defender sus derechos fundamentales como ciudadano estadounidense, Reggie Atkinson se retrotrae al pasado y nos va contando ciertos momentos vividos durante tan terribles años. Desde su entrenamiento como piloto de combate hasta sus primeros encuentros en el aire sobrevolando zona ocupada entre Sicilia e Italia, teniendo su primer éxito en el 99 Compañía de Escuadrón de Cazas (cuyo líder de la Operación testificaría años después en su defensa frente al Congreso), la intolerancia institucionalizada del que ya se considera el ejercito más fuerte del mundo, con nuevos aviones que les dan capacidad de escoltar a bombarderos estadounidenses hasta el corazón de la capital nazi donde les espera una fuerza aérea alemana ya derrotada, pero que defiende su patria con uñas y dientes. Cielos también devastados por la guerra de la Europa ocupada, donde los amigos, la gente que de verdad está contigo y te sigue, son el mejor arma para luchar contra toda oposición.

Un cómic con un número final trepidante que cierra con una batalla que aseguraba el lugar de estos hombres en la historia. Un puesto entre muchos héroes que ahora apenas se tiene en cuenta. Donde, para colmo, ves lo que tuvieron que soportar después de sobrevivir al infierno. Como, de vuelta a casa en los Estados Unidos, a estos aviadores de Tuskegee, a estos hombres de color, a estos HOMBRES, encima tienen que sufrir una violenta bienvenida. Reggie y Fats descubriendo el terrible costo del progreso, un legado que acababan de dejar escrito, el legado de los famosos Tuskegee Airmen (Aviadores de Tuskegee) un mérito memorable aunque eso no todos los estadounidenses lo pueden aceptar.

Lo bueno de Garth Ennis en sus cómics bélicos es que evita la glorificación y romantización porque sí. Adopta un tono realista sea cual sea el tema tratado. Realidad hasta en lo más simple, en lo que ayudan bastante las viñetas de Simon Coleby. Véase a Reggie con una pesada carga obvia enfatizado en sus rasgos faciales ya cansados del mundo. Primeros planos como herramienta de narración que presenta a gente dolida que hace años que está de vuelta.

Dreaming Eagles es uno de esos cómics que incita a aprender, un proceso que conduce a una mayor comprensión de cómo se formó nuestro presente, pero también saber de una/otra historia de heroicidad, de las cientos que hubo durante la terrible Segunda Guerra Mundial. Historia cautivadora, personajes por los que preocuparse y espectáculo artístico. Todo lo que quieres en un cómic bélico. Y en una peli de Óscar.