Sarah Moss parece una autora interesada en las relaciones humanas. Y en Muro Fantasma (Ghost Wall), su novela corta que por fin llega a nuestro país, analiza la forma en que buscamos la «relatabilidad» de unos y otros. Pero centrado en la Prehistoria, para ser precisos.
Una trama ambientada en un pueblo reconstruido de la Edad del Hierro en Northumberland, donde un profesor de Arqueología, tres de sus estudiantes (Molly, Dan y Pete) y un conductor de autobús local que está obsesionado con los «antiguos británicos» han decidido pasar el verano. Todo, experimentando la vida como si fuera hace dos o tres mil años en lo que puede ser una idea tan original, curiosa, aventurera y a la vez sombría. Sobre todo, con el conductor de autobús que arrastra a su esposa e hija adolescente con él.
Toda la historia de Muro Fantasma se cuenta desde la perspectiva de Silvie, abreviatura de Sulevia, el nombre de una diosa antigua de Britania que el conductor de autobús puso a su hija cuando nació para que tuviera un nombre británico nativo adecuado. Como podréis adivinar, el padre de Silvie es alguien a quien le gusta la idea de que haya británicos originales aún en nuestro tiempo. Sí. Lo habéis adivinado. Es racista y xenófobo, un hombre nostálgico por un pasado en el que sus supuestos antepasados fueron tan duros con la inmigración que los romanos tuvieron que construir el Muro de Adriano para protegerse. Y es que no hay que ser muy listos para darnos cuenta que aunque Muro Fantasma está ambientado en 1991, si estuviera ideado en el presente, el padre de Silvie sería uno de esos partidarios del Brexit que quiere «recuperar el control»… Pero no. No tienes que ser un nacionalista xenófobo para anhelar la conexión que consigue Sarah Moss con su personaje y como de forma magistral nos lleva a ese pasado remoto que los protagonistas quieren rememorar. Como para alguien que le gusta la Arqueología, pero que no la ha estudiado, le puede encantar vivir los sentimientos que en esta historia se expresan. Saber que los pueblos prehistóricos eran en muchos sentidos extraños e incognoscibles y, por otro lado, saber eso, porque eran humanos en fase primaria que debían haber experimentado momentos muy básicos visto hoy en día, pero originales entonces.
A cada momento.
También diría que leyendo Muro Fantasma podemos revivir algo que quizás algunos arqueólogos ya han sentido mientras trabajaban en algunas excavaciones. Me refiero a tener extrañas visiones mientras quitan polvo de aquellas personas que construyeron aquella casa allí y usaron dichos enseres de diversos materiales. Aquellos hombres que levantaron dichas paredes, ahora enterradas. Visiones vertiginosas y estimulantes ya que se encuentran en el mismo sitio y lugar, bajo el mismo cielo. De hecho, una y otra vez a lo largo de la novela, los personajes deben enfrentar el hecho de que es imposible vivir realmente como la gente de la Edad del Hierro. En gran parte porque realmente no sabemos mucho sobre ellos. No más allá de lo básico. Pero la autora también ayuda a disfrutar de otra forma con la narración. Y con nuestra narradora Silvie, un personaje maravillosamente matizado y complejo, que le tiene miedo a su padre porque, además de todo lo demás, también es abusivo con su madre y con ella.
Pero Silvie es rebelde y desafiante cuando toca.
Me ha encantado la lectura de Muro Fantasma por lo diferente que es. Sin embargo, tengo una objeción y no puedo exponerla sin contar algo del final. El caso es que no me lo creo. El padre de Silvie, el profesor y sus alumnos deciden montar un sacrificio fingido en el que Silvie es la víctima. Pude ver qué estaba haciendo realmente la autora con esta escena. Obviamente, poner nervioso al lector. Pero no cuento más. Solo que no me creo que dichas personas lleguen a esa situación y de tal forma…
Sin embargo, como siempre, mi opinión es completamente subjetiva. Probablemente, a vosotros os mole. Ya me contaréis. Vivir una auténtica Edad del Hierro, viviendo a kilómetros de la aldea más cercana, con personas que dan rienda suelta a sus instintos. Una historia que se puede convertir en una auténtica película de Terror. Sarah Moss maneja de forma eficaz una historia difícil.
La ambigüedad a un paso.